Carlos Goyanes pertenecía a una familia relacionada con el cine. Su padre fue un productor activo, que fue quien se ocupó de lanzar a Marisol como estrella de la pantalla. Pero es que su abuelo fue asimismo uno de los veteranos del cine español, Benito Perojo, que en la Alemania de Hitler y los estudios UFA financió películas de Estrellita Castro y la siempre recordada Imperio Argentina.
Peroro, en los años sesenta, tuvo problemas económicos pero su yerno Manuel Goyanes acertó con Marisol: se hizo rico con sus películas además de producir una joya del cine español "Muerte de un ciclista" a mediados de los años 50, protagonizada por Alberto Closas y Lucía Bosé.
Carlitos Goyanes hizo sus pinitos en el cine con intervenciones técnicas, pero la verdad es que nunca destacó en sus experimentos. Como quiera que Marisol empezó a convivir en la casa de los Goyanes casi esquina a la Castellana, fueron compañeros de juegos. A Manuel Goyanes le vino de maravilla que su hijo Carlos se casara con Marisol, que acabó siendo la "gallina de los huevos de oro" de la casa.
Ese acontecimiento fue muy evocado por la prensa rosa y hubo incluso invasión de "chorizos" que se ocuparon de faenar joyas y carteras a los invitados d ella boda. Los novios parecían felices pero Marisol, por dentro, no lo era tanto.
Hice un viaje con ellos a Austria y me di la impresión de que más que marido y mujer parecían "medio hermanos". En un verano posterior en Marbella advertí que una encantadora Cari Lapique, procedente de una acaudalada familia, no perdía de vista a Carlitos Goyanes en la piscina. Estaba claro que ese iba a ser un amor apasionado de dos personas que se terminarían casando por lo civil, aunque no queda tan claro si por la Iglesia. Marisol, en definitiva, no estaba enamorada de Goyanes y viceversa.
Queda dicho que, libre Carlos, se unió a Cari, que siempre fue una mujer maravillosa. Han tenido descendencia y fueron felices. Marisol, sin embargo, entró en crisis. Antonio Gades entró en su vida y entró políticamente en un desenfreno comunista que ella jamás había soñado. El problema es que Marisol no siempre supo que de ella se aprovechaban sus mentores. ¿Los Goyanes? ¡Claro! Se enriquecieron gracias a ella, que provenía de una familia humilde de Málaga. Marisol se unió a Gades y Goyanes, por su cuenta, se olvidó de ella. Y con Cari Lapique, quede claro, formó un hogar estable.
Pero… ¿a qué se dedicaba Carlos? A nada. No tenía una profesión definida y entró en un mundo peligroso. Del puerto de Valencia llegaban noticias de operaciones delictivas relacionadas con la droga y se le involucró en alguna de esas detenciones, de las que salió felizmente absuelto. José María García, amigo de Carlos y Cari, apoyó su inocencia. Recuerdo que Cari Lapique me llamó a la redacción de Semana, donde trabajaba, muy preocupada por la situación de Carlos.
En adelante, y Cari tuvo mucho que ver apoyando a su marido, Carlos Goyanes nunca volvió a aparecer en la crónica de sucesos. Eso sí: cada vez que se ha escrito sobre Marisol, se ha escrito sobre su vida con Carlos Goyanes, que en los últimos años no dio escándalo alguno. Insisto: Cari Lapique ha sido siempre su mejor apoyo. Me figuro el dolor que ahora mismo atraviese tan encantadora mujer que fue, sin duda, el amor de su vida.