
Han transcurrido cuarenta y siete años de la trágica muerte de Sandra Mozarowsky y todavía hoy, cuando se siguen publicando trabajos sobre aquel accidente mortal sufrido por la joven actriz, no ha podido establecerse la resolución de un enigma: ¿quién acabó con su vida? Porque cuantos han investigado lo sucedido, no se creen que se suicidara. Son varias las dudas que surgen al respecto. Estaba embarazada de cinco meses. Alguien muy importante pretendió que abortara. Trataron de comprar su voluntad a cambio de dinero. La amenazaban de continuo por vía telefónica. Hasta que un taxista la encontró malherida, cubierta de sangre, en el suelo, bajo la terraza de piso donde vivía. Desde allí, tras las investigaciones sobre el terreno, no era fácil arrojarse al vacío. Lo más probable es que alguien, uno o más personas, la empujaron violentamente a la calle. Su relación sentimental con don Juan Carlos de Borbón se cuenta siempre que aparece esta historia en alguna publicación. La más reciente es el libro "S.M. Sandra Mozarowsky", escrito por Javier Bleda, que ha aparecido hace escasas fechas. Pero es que en 2023 también se estrenó "La última noche de Sandra M", un filme de carácter documental dirigido por Borja de la Vega, protagonizado por Claudia Traisac. Ambos trabajos se suman a otros anteriores. Muy meritoria la novela de Clara Usón, "El asesino tímido", donde se cuentan detalles muy precisos del suceso. Antes, el primero de los volúmenes que trató de la muerte de Sandra, fue "Escrito en un libro", firmado con el seudónimo de Tom Farrell, que correspondía a Pablo Blas, obra que desapareció misteriosamente de los lugares de venta, sin explicación alguna, habida cuenta de que la censura ya no ejercía como en el franquismo. Los editores resolvieron reeditarla, y de nuevo fue retirada en un santiamén (adquiridos todos los ejemplares, queremos señalar) y ya renunciaron a continuar con el mismo procedimiento, entendiendo que una mano negra estaba detrás de tales acciones.
Cuando se conoció la desaparición de Sandra Mozarowsky en 1977 la prensa se limitó a contar lo sucedido, sin entrar demasiado en detalles. Conforme pasaron los años el caso se consideró cerrado. No había ningún culpable y oficialmente la actriz era quien había resuelto acabar con su vida. Extrañó que la imprescindible autopsia no se hiciera pública. Tampoco la encontró ninguno de los informadores interesados en su búsqueda. Señal de que alguien o algunos estaban interesados en silenciar cuanto sucedió, con lo que pretendían imponer que esa muerte fuera sólo causada por un accidente, provocado acaso por la propia víctima.
Alexandra Elena Mozarowsky y Ruiz de Frías había nacido el 17 de octubre de 1958 en Tánger, Marruecos, hija del diplomático ruso Boris V., ingeniero electrónico, y la española María del Rosario Ruiz de Frías. El matrimonio, que tuvo otros dos hijos, se estableció en Madrid que es donde Sandra cursó sus estudios. A los diez años mostró su deseo de ser actriz y fue su madre quien acudió a una amiga que medió para que aquella debutara en la pantalla: fue en la película "El otro árbol de Guernica", basada en una novela de Luis de Castresana. Conforme fue cumpliendo más edad, la joven alternó sus clases estudiantiles con más rodajes. Su filmografía, durante los nueve años que duró su carrera cinematográfica, alcanzó los veintiún títulos, la mitad de ellos de carácter erótico. Eran aquellos tiempos del denominado "cine de destape". La conocí en 1976 durante el rodaje de "Beatriz", una película "de época", ambientada en tierras gallegas, en un paraje lucense, donde la protagonista era Carmen Sevilla y Nadiuska tenía otro papel. Sandra Mozarowsky me pareció, además de guapa, pues saltaba a la vista, una criatura encantadora, muy cariñosa, que adornaba las respuestas a mis preguntas con un afectuoso añadido.
La noche del 3 de agosto de 1977 es cuando su cuerpo ensangrentado fue encontrado, como decíamos, casualmente por un taxista que cumpliendo con su deber ciudadano, prestando un gran servicio a la accidentada, no perdió tiempo para trasladarla al hospital más cercano, donde fallecería el 14 de septiembre. El dictamen médico sobre la causa de la muerte fue el de traumatismo craneoencefálico.
Aquella noche, aunque se publicaron datos muy posiblemente erróneos, Sandra estaba sola en su domicilio familiar, calle de Álvarez de Baena, número 3, en los alrededores de la plaza del doctor Marañón con el cruce del madrileño paseo de la Castellana. No vivía en el cuarto piso, dato importante al establecer cómo pudo acaecer el suceso, sino en un segundo. Las primeras informaciones de la policía señalaban que la víctima debió caer desde la terraza al vacío. Si fue por su propia intención, dado que alguien insistía en que se trataba de un suicidio, resultaba más que improbable. ¿Por qué? La barandilla era muy alta, le llegaba al codo, las macetas estaban en el suelo. ¿Acaso tuvo que subirse a una silla para proceder a tamaña acción? Se descartó esa posibilidad. Estaba embarazada, insistimos, de cinco meses. A sus amigas les había confesado que quería tener ese bebé. Un mes antes, declaró en un reportaje publicado en "Semana", firmado por un conocido periodista, Luis Milla, que jamás abortaría. En sus planes estaba tener ese niño y pasados unos meses marcharse a Londres para estudiar y continuar su carrera de actriz, pero alejándose de aquel cine en el que tenía que desnudarse si deseaba un contrato cinematográfico.
El taxista que la encontró, estampada en el suelo, junto a la acera en la mencionada calle, corta y poco transitada, dijo que estaba desangrándose. Ninguna ambulancia pasó por allí. Los padres de la víctima no estaban en la casa. Y si también corrió el bulo de que podía haber ingerido alcohol para cometer ese supuesto suicidio, era falso: no se le encontró en la sangre ningún rastro de alcohol. Y si no pudo en modo alguno lanzarse desde su terraza al vacío, ¿qué pudo ocurrir? Sencillamente que alguien, una, dos o más personas fueran las que, estando al corriente de que en la casa sólo estaba ella, la empujaran al vacío. Nadie oyó nada. Una noche de agosto, con vecinos probablemente ausentes, de vacaciones, y en una calle de escaso tránsito, sin transeúnte alguno.
¿Quién era el padre de la criatura que esperaba Sandra Mozarowsky?
Se involucró a un actor mexicano con quien mantuvo relaciones. Yo recuerdo haber entrevistado a un galán azteca, Javier Rivero, cuando fui al rodaje de "Beatriz", ya mencionado. Y con él también coincidió en la que sería la última película de Sandra, filmada en México, "Ángel negro" muy poco antes de la muerte de la joven actriz, ocurrida un mes antes de cumplir diecinueve primaveras. Pero esas suposiciones sobre si el progenitor podría haber sido un actor mexicano se caen por su propio peso. Recuérdese lo contado al principio: que Sandra recibió fuertes presiones para que abortara, realizadas anónimamente; amenazas a través del teléfono o por carta. Un infierno que ella vivió sin dar parte a la policía. Intuía que tras aquello estaba alguien muy relevante al que no le convenía que naciera aquel bebé que la actriz llevaba en sus entrañas. Pero ¿quién, si Sandra no obedecía los dictados que le enviaban?
Nunca se ha podido probar nada. Mucho menos transcurridos tantos años, ya dijimos que cuarenta y siente. Quien dio la pista de que Sandra, que no tenía novio, había mantenido relaciones con el entonces rey don Juan Carlos de Borbón, fue el escritor Andrew Morton en su libro "Ladies of Spain". Con un crédito como biógrafo de Lady Dí y otros personajes de renombre, refería en ese volumen los amoríos que el monarca había mantenido hasta entonces, e incluía a los ya archisabidos con una dama mallorquina, otros nombres como el de Nadiuska. Y el de Sandra Mozarowsky, atractiva y juvenil actriz escasamente conocida. Morton debió informarse bien para no meterse en líos. No consta que desde el palacio de la Zarzuela surgiera alguna demanda al respecto. La prensa italiana se hizo eco de esos pasajes amatorios del Borbón, no así la española, que tardó un tiempo hasta ir desentrañando aquellas relaciones extramatrimoniales, hoy nuevamente reflejadas en una cadena de televisión donde pagan espléndidamente a Bárbara Rey por sus aparentes secretos, que son en realidad, más de lo mismo, con algunos episodios desconocidos. ¿Qué podría confesar el Emérito sobre su apasionante vida sexual?
Andrew Morton se permitió asimismo reflejar el epitafio que aparece en la tumba de Sandra Mozarowsky: "Quiero dormir un rato, un minuto, un siglo. Pero que todos sepan que me he muerto". ¿Lo había dejado escrito ella misma pensando en el día lejano que dejara de vivir? Fue incinerada y sus restos depositados en el Cementerio Municipal de Pozuelo de Alarcón.
Los padres de Sandra se marcharon de España. Mostraron un mutismo total cuando fueron solicitados por la prensa a manifestar su opinión de lo ocurrido a su hija. Un hermano de la actriz reside en Hispanoamérica y no ha querido nunca tampoco hacer declaraciones. Actitud que sostiene igualmente una hermana, que vive en Marbella en familia, ajena a cualquier comentario que pudiera ofrecer alguna pista sobre quién de verdad decidió acabar con la vida de Sandra Mozarowsky y el niño que ilusionada esperaba, no así el desconocido padre que tanto empeño puso para que no viniera a este mundo.