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Diana Navarro volverá a cantarle una saeta a Jesús de Medinaceli en la Semana Santa de Madrid

Diana Navarro volverá a cantar ante el Señor de Madrid una saeta el Viernes Santo.

Diana Navarro volverá a cantar ante el Señor de Madrid una saeta el Viernes Santo.
Diana Navarro en esRadio. | LD

Esta Semana Santa, y como hace unos años, Diana Navarro volverá a cantarle a Nuestro Padre Jesús de Medinaceli en uno de los pasos procesionales madrileños, como hacía tiempo atrás cuando se encontraba en Málaga, su tierra, lo hacía ante la imagen del Cautivo, hermandad de la que asimismo es devota. Suele ser en el atardecer del Viernes Santo. Esta excepcional cantaora ocupará de nuevo uno de los balcones del popular restaurante Lhardy, uno de los más antiguos de la capital, cercano a la Puerta del Sol, para entonar esa oración hecha cante, que es como se ha definido a la saeta, de los más difíciles que existen en el orbe flamenco. Antaño fueron otras artistas, no muchas, especialistas como saeteras, y en época contemporánea ponemos como ejemplo a Antoñita Moreno y a Marifé de Triana. Hoy en día, escasas son las que puedan rivalizar en ello con Diana Navarro, teniendo desde luego en cuenta a la consagrada Carmen Linares.

Diana lleva una carrera musical intensa, en la que brilla como intérprete de coplas. Pero como sus condiciones vocales son amplias y es muy dúctil para interpretar otros géneros (lo demostró en el programa Tu cara me suena) ha sabido también destacar con un variado repertorio. Ahora está inmersa en la gira "Ya no estás sola", después de su presencia en el Teatro Real, con un disco a su vez; alude en el título al de la canción melódica con la que se dio a conocer en toda España, Sola.

A Diana la engañaron cuando grabó sus primeras canciones y empezó a actuar fuera de Málaga. Ha confesado que fue objeto de una continua estafa de su primer representante, traducido en la pérdida de sus primeras ganancias. Ha aprendido a valerse por sí misma y puede permitirse en la actualidad producir sus propios discos, financiándolos, así como contratar el mencionado Teatro Real corriendo el riesgo de su estreno. Como empresaria le han ido bien las cosas. Su anterior espectáculo, "De la Piquer a la Navarro", combinando su condición de actriz con la de cantante émula de los éxitos de Concha Piquer, le resultó positivo, en lo artístico y en lo económico.

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Diana Navarro en "De la Piquer a la Navarro"

Cantaba en su casa en el barrio malagueño de Huelin a todas horas y decía esto sobre sus padres y hermanos: "Les ponía la cabeza como un bombo". Formó parte de varios coros eclesiásticos y en un grupo pop, "Pilita Colorá". Y durante los fastos de la Expo del 92, mediante un extenso vídeo que recogía el espectáculo "Azabache", Diana Navarro se aprendió todas las coplas que interpretaron Imperio Argentina, Rocío Jurado y el resto de aquel grandioso elenco. Le impresionó de todas ellas la titulada "Ojos verdes". La interpretaría en varios concursos de aficionados, que solía ganar. Con un exiguo capital iba invirtiendo en grabaciones de "casettes", en clases de canto también. En su familia, afortunadamente no tenían problemas económicos. Su padre, motejado como "El Morralla", era el primer admirador del arte de su hija.

Ya conseguidos sus propósitos como cantante, no sin años de sacrificio, lucha constante y trabajo sin desmayo alguno, Diana Navarro ocupa hoy en día un puesto privilegiado. En cuanto a su vida privada son ya doce años los que lleva conviviendo con Rafael Rodríguez. Se casaron hace siete en Málaga. Y desde hace tres, él es su representante artístico, quien vela por sus contratos, los lugares donde ella actúa, la orquesta o conjunto que la acompañe. Tenía éste una tienda de "chuches" en Granada, pequeño negocio que pospuso para dedicarse a seguir todos los pasos de su mujer, para que no vuelvan a engañarla como antaño.

La pareja tiene su hogar en Granada, pero hace tiempo que Diana adquirió un apartamento en Madrid, en el barrio de Malasaña. Entre las dos capitales discurre la vida de la cantante y su marido y, cuando les es posible, pasan unos días en Málaga, donde vive la madre de ella; el padre murió hace pocos años dejando una huella de dolor en Diana, pues se querían muchísimo.

Lo único que lamenta la artista es no haber sido madre: tal vez el intenso quehacer artístico, sus continuos desplazamientos, sean causa de que no se haya quedado todavía embarazada. Suple esa circunstancia con el cariño que profesa a la hija de Rafael, su esposo, Adriana, de una anterior relación. Ella insiste cuando se le pregunta si de verdad quiere tener un hijo: "Sí, quiero ser madre".

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