
Elegantemente vestida con un traje aguamarina de Armani "de fondo de armario", Isabel Preysler ha conseguido, por primera vez, ser puntual en la presentación de su libro de memorias. La convocatoria era masiva y la sala se ha quedado pequeña. En las primeras filas, atentas, prestaban atención sus mejores amigas, entre ellas la empresaria Maribel Yébenes o la viuda de Fefé, Nuria González.
Flanqueada por Tamara Falcó, más experta en la cosa mediática y vistiendo también traje granate de Pedro del Hierro, la marca que promociona, Preysler ha respondido a media docena de preguntas después de explicar lo que supone para ella haber buceado en sus recuerdos para abordar sus memorias.
En "Mi verdadera historia", Isabel recrea su vida desde su nacimiento en Filipinas. Su llegada a España obligada por sus padres a huir de su primer amor, su matrimonio con Julio Iglesias, embarazada, su relación con el marqués de Griñón ("creo que estaba enamorada") o el reconocimiento de que Miguel Boyer fue "el amor de su vida".
Desfilan por las páginas del volumen, del que buena parte está ya contada al ser Preysler probablemente el personaje más fotografiado y seguido de la Crónica Rosa.

Por eso lo que llama la atención, lo novedoso, tiene que ver con Mario Vargas Llosa. Ocho años de relación que dieron mucho de sí y que ahora ella remata en apenas diez páginas. La sorpresa real son ocho cartas, con sus copias manuscritas, que hoy día, teniendo en cuenta que son obra de un Premio Nobel, cobran un valor incalculable.
A lo largo del último capítulo del libro, el número dieciséis, titulado Desmentidos y Cartas de Amor, Preysler explica cómo comenzó su relación con Mario Vargas Llosa. Después de cenar con un grupo de amigos en el chino del hotel Villa Magna, Mario la acompañó a casa. Y a la salida de la fiesta "me besó en el ascensor y ahí empezó todo".
"Conviví con él casi ocho años y pude conocer su parte más humana, más cotidiana, la del día a día, su verdadera personalidad, muy compleja, con aspectos que mucha gente ignora porque conseguía ocultarlos". Isabel está empeñada en desmentir que el escritor fuese infeliz durante los ocho años que duró la relación. Su empeño en este capítulo consiste únicamente en eso.
Preysler asegura, además, que el escritor vivió feliz a su lado durante todos estos años. Tampoco criticaba sus apariciones en la prensa del corazón, "jamás se sintió desgraciado mientras posaba para la prensa. En este sentido no ejercí la más mínima presión sobre él. Incluso me llegó a agradecer en alguna ocasión que mi presencia trajera a los medios cuando era yo la que le acompañaba".
Preysler se muestra especialmente dolida con los medios que aseguraron no acompañó a Mario durante su convalecencia por covid. Además, ella fue la que le explicó al escritor que padecía un tipo de cáncer, un mieloma múltiple. Asegura que estuvo en contacto con los hijos del escritor en todo momento y que nunca se separó de él como se ha dicho. Mario, al salir de la clínica, fue directamente a su casa de Puerta de Hierro, y su chófer, Rafael, fue quien lo recogió en el hospital.
Insinúa la filipina además, que los hijos de Mario, de alguna manera, forzaron al escritor a viajar apenas dos semanas después de recibir el alta: "Álvaro le había organizado una serie de conferencias en Argentina y Uruguay y convenció a Mario para que cumpliera con sus compromisos. A pesar de que los médicos le habían dado serias instrucciones de permanecer en reposo absoluto".
Pero la parte más escabrosa tiene que ver con el dinero, según Preysler, quien se ve obligada a hablar de ello, "cosa que odio y no hago nunca". "No son ciertas las informaciones que han inundado los medios de comunicación y han circulado por las redes sociales asegurando que durante nuestra relación Mario aportaba mensualmente ochenta mil euros a los gastos de la casa".
Esta información se ha magnificado ya que en la Crónica Rosa de Es la Mañana de Federico nunca se barajó esta cifra tan elevada. Preysler también confirma que era una cantidad bastante menor pero no niega en ningún momento que el premio Nobel no pagase por su estancia en la mansión de Puerta de Hierro. Carmen Balcells, íntima amiga suya y parte de la familia, fue la que le animó a residir en esta casa y le dijo, "¿Será caro vivir allí? Pero tú puedes pagar perfectamente los gastos de esa maravillosa casa y estarás muy feliz".
Insiste Isabel en que jamás le pidió que aportara nada ni que contribuyera a los gastos ni la cantidad que decidió aportar, "una decisión enteramente suya aunque influida por Carmen Balcells. Su aportación fue infinitamente menor que esos tan traídos y llevados y sobre todo inventados ochenta mil euros mensuales". Y para rematar explica que Mario disfrutó de todas las comodidades que ofrece su casa de Puerta de Hierro como tener chófer o poder celebrar reuniones y cenas permanentemente en esa vivienda.

"Esta noche me reuniré contigo y te diré cosas hermosas y dulces al oído mientras te hago el amor"
Isabel Preysler también incluye ocho de las cartas que Mario Vargas Llosa le envió durante los casi ocho años que pasaron juntos. Está en su derecho, es la propietaria de las cartas al haber sido la persona que las recibía. Son las cartas de un hombre enamorado, que no duda en deshacerse en halagos hacia la mujer a la que ama.
"Te quiero mucho y te mando muchos besos y palabras bonitas para esas orejitas que parecen dos signos perfectos de interrogación". Le escribe el veintiuno de marzo de dos mil quince. En abril de ese mismo año escribió una carta diciendo "esta noche me reuniré contigo y te diré cosas hermosas y dulces al oído mientras te hago el amor". "Te quiero mucho y hoy te beso en cámara lenta en tus orejitas, en tus hombros, en las manos y en los pies", es otra de las formas en las que cierra sus misivas.
Preysler por su parte incluye la carta que él envió al escritor antes de su ruptura. Está fechada el doce de diciembre de dos mil veintidós. "Querido Mario, hemos perdido ilusión, complicidad, alegría y se ha hecho más difícil la comunicación entre nosotros.
Isabel reprocha a Mario su asombro ante su "ridícula escena de celos la noche después de la fiesta de Moët Chandon. ¿Cómo pudiste decirme levantando la voz a lo que no estoy acostumbrada, que me estaba tomando demasiadas libertades?". Y añade, "mira Mario, yo estoy acostumbrada desde siempre a vivir en un hogar rodeada de gente amable, cariñosa, desinteresada, nada egoísta y sobre todo educada. El origen social y el nivel económico diferente en dos personas que deciden vivir juntas, no tiene importancia. Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy maleducado".
Pero aunque ella intente hacernos creer que fue ella la que abandonó a Mario. Esta frase de la carta que cierra el libro describe la realidad: "Me enteré por el servicio de que te habías ido a vivir a Flora, en referencia a la casa del escritor en el centro de Madrid. Asombrosamente, un par de días después y sin que te hubieras molestado en dar señales de vida, apareció Vanesa buscando tu pasaporte y algo de ropa". Es decir, fue el escritor el que abandonó la residencia e Isabel no puso ningún reparo en que lo hiciese.
