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Oscar 2014: '12 años de esclavitud' y 'Gravity', triunfadoras en una gala previsible

Jared Leto fue el primero de los premios de una gala sin favoritos claros.

Nadie puede decir que hubiera mal cine, pero al final lo mejor de la gala fueron los superselfies y el photobomb de Benedict Cumberbatch. O al menos, lo más inesperado, porque en lo que a premios se refiere, la 86 edición de los Óscar, los premios de la Academia de Hollywood, cumplieron con todas las previsiones. Esto es, triunfo incontestable de Gravity con 7 galardones, así como de 12 años de esclavitud, que pese a llevarse a casa la estatuilla a la mejor película cedió en casi todo lo demás ante el empuje de la odisea espacial del mexicano.

La gran perdedora de la noche fue La gran estafa americana, que se fue de vacío en una noche en la que se cumplieron, sin apenas asomo de sorpresa, todas las quinielas mayoritarias. Matthew McConaughey, en uno de los discursos más entregados de la jornada -dedicado a Dios-, fue elegido como el mejor actor por Dallas Buyers Club, venciendo a Leonardo DiCaprio en la categoría más igualada. Mientras, Cate Blanchett fue la mejor actriz por Blue Jasmine, uno de esos premios considerados incontestables.

La noche, en realidad, comenzó según lo previsto, concediendo el primer Óscar al mejor actor secundario a Jared Leto por el drama Dallas Buyers Club. El discurso del actor, que tuvo tiempo para mencionar los conflictos en Ucrania y Venezuela (las redes sociales se inflamaron comparando su aspecto con el Jesús de Kevin Smith) fue la primera nota de color en una gala sin sorpresas en la que la película de Jean-Marc Valée recogería otros dos galardones, peluquería y maquillaje y, por supuesto, actor protagonista.

Y es que una vez Gravity agarró su primer Óscar, que fue el de efectos visuales, la película estuvo intratable hasta culminar con la presea a Alfonso Cuarón, primer latinoamericano en recoger tal premio. Mejor fotografía (para Emmanuel "El Chivo" Lubezki), mejor montaje (primera subida al escenario del mexicano), mejor edición de sonido, mejor mezcla de sonido, mejor banda sonora para Steven Price. Sólo se le escaparon el de mejor película y el de actriz, aunque tanto da: a la odisea espacial de Warner Bros le corresponde el título de verdadera triunfadora de la noche, en cantidad pero también en calidad.

Que el maquillaje fuera también para Dallas Buyers Club da la medida del fracaso de La gran estafa americana. La película de David O’Russell se fue de absoluto vacío, y ni siquiera obtuvo consuelo en la categoría de guión original, que acabó en manos de Spike Jonze y la arriesgada historia de amor sintético narrada en Her. El premio al guión adaptado también fue igualmente previsible, recayendo en manos de John Ridley y su adaptación del volumen de Solomon Northup en la que se basa 12 años de esclavitud.

El segundo de los premios relevantes en orden cronológico, el de mejor película de animación, también cumplió todas las previsiones yendo al bolsillo de Walt Disney y el excelente musical Frozen, película que hoy mismo acaba de superar los 1.000 millones de recaudación mundial y que después se haría también con la estatuilla a la mejor canción por Let it go, interpretado de manera espectacular por una Idina Menzel que hizo sonrojarse a U2, Pharrell Williams, y cualquier intérprete se le pusiese delante.

Una sorpresa, una decepción

Nadie esbozó un gesto de sorpresa, para variar, cuando Paolo Sorrentino recogió el premio a la mejor película extranjera por La gran belleza, aunque sí cuando tuvo lugar la que, en realidad, fue la gran sorpresa de la noche, que el documental musical A 20 pasos de la fama le arrebatara el premio que todos adjudicaban a la magistral The Act of Killing.

El momento emotivo de la noche fue el demoledor In Memoriam, en el que se recordó a ritmo de John Barry a algunos de los fallecidos este año, entre los que figuran los nombres de (agárrense) James Gandolfini, Karen Black, Hal Needham, Stuart Freeborn, Paul Walker, Elmore Leonard, Saul Zaentz, Peter O’Toole, Ray Harryhausen, Richard Griffiths, Roger Ebert, Shirley Temple, Joan Fontaine, Harold Ramis, Maximilian Schell, Richard Matheson, Tom Sherak, Esther Williams y Philip Seymour Hoffman. Se olvidaron, eso sí, de Dennis Farina y la española Sara Montiel, así como del escritor Tom Clancy, como enseguida recordaron internautas e incluso otras estrellas vía Twitter.

La decepción de la jornada, al menos en la piel de toro, el premio al mejor cortometraje para el danés Helium, dejando sin nada al español Esteban Crespo por Aquel no era yo, la única representación patria de la gala

Otra decepción fue el trabajo de la presentadora Ellen DeGeneres, que pese a la corrección general no consiguió igualar los resultados de clásicos como Billy Crystal, ni rozar el espectáculo proporcionado hace cinco años por Hugh Jackman. La showman norteamericana sustituyó los manidos vídeos y montajes por actuaciones entre el público, lo que reportó buenos momentos -el famoso "megaselfie" arruinado por Kevin Spacey, quien casi amenazaba con hacerse el control de la gala desde las butacas- pero también otros reiterativos.

La Academia da la impresión de bascular entre la búsqueda de esa nueva audiencia juvenil que tiende cada vez más a pasar de estos eventos, y la de un público más veterano que rechaza los exabruptos de, por ejemplo, un Seth McFarlane en la pasada edición. Esta vez, por si cabía alguna duda, tocaba lo primero. En suma, una gala de los Oscar con aroma a rutinario en la que, por lo menos, tenemos el consuelo de las películas que la protagonizaron.

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