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Rosa Belmonte

Una raya venenosa mismo

El presidente de Sri Lanka quiere azotar con un pez venenoso a los promotores del concierto que Enrique Iglesias dio la semana pasada en Colombo.

El presidente de Sri Lanka quiere azotar con un pez venenoso a los promotores del concierto que Enrique Iglesias dio la semana pasada en Colombo.
Enrique Iglesias | Archivo

El presidente de Sri Lanka quiere azotar con un pez venenoso a los promotores del concierto que Enrique Iglesias dio la semana pasada en Colombo. Vaya, y aquí a nadie se le ha ocurrido lo mismo con los de Pablo Alborán. O por lo menos darles con una lubina mismo. Pero no era por el cantante. El tipo, llamado Maithripala Sirisena, que es como llamarse Rebecca de Mornay en mandamás, se ha escandalizado porque sus compatriotas lanzaron sujetadores al escenario. Jesulinismo. Aquí una antigualla. "Un comportamiento incivilizado que va contra nuestra cultura… No digo que se azote con la cola de una raya venenosa a estas mujeres incivilizadas que se quitaron el sujetador, pero sí a quienes organizaron tal evento". El presidente también se queja de que las entradas costaran unos 220 euros y el espectáculo sólo durara unas horas. Querrá que cada una de las canciones sean como las de Umm Kalzum, de una hora. Eso en Enrique Iglesias podría ser una tortura para Guantánamo. "Las jóvenes se emborrachan y se comportan de forma indecente. Algunas mujeres, bajo la influencia del alcohol, lanzaron sus sujetadores a los artistas o se subieron al escenario para besarles", se lamentaba. La empresa promotora pidió perdón el lunes por la "experiencia negativa", que no religiosa.

Me encantan estos berrinches, pero al señor malhumorado no le falta razón, que sólo hay que ver a nuestras niñas en conciertos como esos, en discotecas como cualquiera o en bares como todos. El presidente no quiere que esos "conciertos indecentes" se vuelvan a celebrar más en Sri Lanka. Pero, claro, la gira se llama Sex and Love World Tour. ¿Qué esperaban, que cantara la familia Trapp o María Ostiz? Lo mejor es el refinamiento del castigo propuesto. Sólo puede venir de Oriente, como esa cárcel de máxima seguridad en Indonesia para sentenciados a cadena perpetua. Estará en un parque nacional y tendrá tres zonas concéntricas para que no se escapen. Y si se escapan, allá ellos. En el primer foso habrá cocodrilos. Unos mil. En el segundo, pirañas (por si has visto muchas películas de Tarzán y sabes trabajarte a los cocodrilos). La tercera zona tendrá tigres. Yo pondría una cuarta con dragones de Komodo. Por la Marca Indonesia.

Los contrarios a esta cárcel aseguran que se atenta contra los derechos humanos de los prisioneros. Las autoridades contestan diciendo que "a los cocodrilos no se les puede sobornar". El Papillón de Charrière sólo se habría escapado de esta cárcel volando. La noticia la vi publicada el 28 de diciembre, pero espero que sea verdadera.

El dragón de Komodo es el último de una época en la que los reptiles gigantes dominaban la tierra y sólo se encuentran en un archipiélago de Indonesia, alrededor de las islas Rinka y Komodo. Puede parecer que el presidente de Sri Lanka (antes Ceylán) es una especie de dragón de Komodo, un superviviente de un mundo que ya no existe, como Ceylán. Pero que el mundo que sí existe sea el de las jovencitas, aquí o allí, lanzando sujetadores y gritando a Enrique Iglesias no es mucho más alentador ni moderno. Me veo imbuida del espíritu de las monjas de mi colegio hablando de libertad y libertinaje. A mí estas sí que no me representan. Con lo carísimos que son los sujetadores voy a lanzarlos al vacío.

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