El estado americano de California puede ser considerado un país en sí mismo y no sólo por su extensión y población, sino también por el conjunto de su patrimonio humano y natural. En su amplia extensión de terreno es posible encontrar grandes ciudades como Los Ángeles o San Francisco, naturaleza en estado puro como el parque nacional de Yosemite o el Big Sur, o diversión, ocio y cultura en abundancia para conocer en la soleada y alegre California, el estado con luz propia.
Recorrer esta maravilla del oeste americano se puede hacer de varias formas y utilizando diversos medios de transporte. Este inolvidable viaje podría comenzar desde el sur, en la ciudad de Los Ángeles, y continuar hacia el norte, para luego dirigirse al este y de nuevo al sur. Un trayecto tal vez en apariencia desordenado, pero que al final de este artículo encontrarán lógico.
Los Ángeles
La inabarcable y completa ciudad de Los Ángeles se extiende más allá de donde alcanza la vista y aunque parezca una exageración, no lo es. Elevándose por encima de la extensión interminable de cases, el mejor lugar para disfrutar de una panorámica general de la ciudad se encuentra en el Observatorio Griffith, con unas vistas impresionantes de esta urbe mayúscula.
En Los Ángeles es vital utilizar coche para poder trasladarse de un lugar a otro debido a su gran tamaño, pero hay avenidas y barrios que se disfrutarán mejor a pie. Una de esas calles es el famoso paseo de la Fama, en inglés, Hollywood Walk of Fame, sin lugar a duda es uno de los puntos más reconocibles de la ciudad angelina y que cualquier viajero que visite la ciudad debe pisar.
Casi la primera imagen que a uno le viene a la mente al hablar de Los Ángeles es Venice Beach, uno de los lugares más representativos de L.A., donde se sitúan algunas de las playas más famosas de la ciudad y la parte de los canales (que se inspiraron en Venecia). El paseo marítimo de Venice Beach muestra la esencia de la ciudad vista en sus propios habitantes, donde conviven deportistas, surferos, policías, sin techo, hippies o socorristas, sí, como los de la serie de Los Vigilantes de la playa.
Naturaleza y mucho más en el Big Sur
Moverse en coche por las carreteras y autopistas californianas es la mejor forma de poder exprimir el jugo de este pedazo de tierra en Estados Unidos. Una experiencia que puede ser divertida es tomarse un descanso en alguno de los establecimientos de carretera que se encuentran por todo el territorio. Casi con toda seguridad encontraremos a genuinos motoristas o camioneros compartiendo un rinconcito en la barra.
Continuando en dirección norte, por la legendaria Highway 1, se presenta una obra de arte de la naturaleza sobre la Tierra: El Big Sur. Esta colección de postales de vida natural es una de las regiones menos pobladas de California, donde lo seres vivos dominantes son las focas y las aves que guardar.
Para los aficionados a la historia, California posee un rico tesoro histórico. El legado que dejaron los españoles es amplio y bien conservado, donde dos de las ciudades mas destacadas son Monterrey o Santa Bárbara. La ciudad de Monterrey fue la primera capital del estado de California, desde 1777 hasta 1849. Pero su principal atractivo es poder avistar ballenas desde un barco casi en alta mar, con suerte algún cetáceo se acercará lo suficiente al barco.
En el condado de Monterrey, a pocos kilómetros, se encuentra Carmel by the Sea, el pueblo donde Clint Eastwood fue alcalde durante una temporada y que aún sigue siendo recordado por los vecinos. Un lugar idílico donde las casas parecen copiadas de un cuento de hadas y hay hoteles para perros.
Para los amantes del cine clásico una parada curiosa de esta ruta es Hearst Castle, la mansión de Ciudadano Kane donde Orson Wells la ambición de su dueño. Un excéntrico oasis de lujo en California que perteneció al magnate de los medios de comunicación William Randolph Hearst y ahora está abierto al público para ser visitado. Cuenta con 56 habitaciones, 61 baños, 19 salones, situado en un emplazamiento envidiable, con vistas a la costa oeste y al océano Pacífico.
San Francisco
Manteniendo el rumbo norte la ciudad de San Francisco reclama su lugar en este viaje por la soleada y fabulosa California. Muchos son los rincones y puntos de interés que atesora esta ciudad aunque destacaré cuatro como imprescindibles. Si el Golden Gate se lleva la fama y la popularidad mundial representando a la urbe, las casas victorianas, Painted Ladies, en el barrio Haight Ashbury, es el punto más bello y mágico de la ciudad. El segundo punto de visita obligada es la cárcel de Alcatraz, en la bahía de San Francisco. Un referente en el mundo de las cárceles, de las películas sobre cárceles y en el recuerdo de los viajeros entusiastas de Estados Unidos. Un lugar inquietante, frío y desolador, que cautivará la curiosidad de los que hasta allí se desplacen, no sin antes pasar un poco de frío en la desagradecida bahía de San Francisco.
De vuelta al núcleo urbano es necesario acercarse a ver la curiosa calle Lombard. Acostumbrados a ver siempre postales y fotografías de las empinadas e interminables calles de esta maravillosa ciudad, Lombard es algo más pequeña, pero perfectamente puede competir en inclinación y en dificultad, ya que su recorrido es en zigzag. Está situada entre Hyde y Leavenworth.
Como colofón y despedida qué mejor fiesta visual que el Golden Gate, el puente más famoso de San Francisco y posiblemente de todo Estados Unidos. Es una falta grave no verlo de cerca o incluso atravesarlo en bicicleta o en coche.
El pequeño y bohemio pueblo de Sausalito está situado nada más pasar el puente Golden Gate desde San Francisco y merece dedicarle unas horas, incluyendo una comida o cena en alguno de sus sus apetecibles y coquetos restaurantes con vistas al mar. Tiene fama de ser un pequeño reducto de de artistas y bohemios de todo tipo, que viven en casas flotantes sobre la bahía.
Parques Nacionales y pueblos fantasma
La naturaleza tiene una importancia preferente en el estado de California y no sólo por su extensión. Es innegable que los bosques de árboles gigantes son un atractivo para cualquiera, incluso para los viajeros acostumbrados a patear el asfalto de las ciudades. Sequoia Park es uno de esos lugares que parecen sacados de una gran súper producción de Hollywood. Es maravilloso adentrarse en sus dominios y observar, o incluso poder tocar, los colosales troncos de las enormes secuoyas.
Otro de estos emplazamientos, donde la vida natural se presenta imponente, es el parque nacional de Yosemite. Este parque es la expresión máxima de la naturaleza en todo su esplendor y en toda su exageración. Una de la joyas que posee nuestro planeta y que hay que ver en vivo y en directo. Ninguna fotografía, por magnífica que sea, podrá sustituir la experiencia de sentir, oler o palpar esta obra de la naturaleza. Como todo lo americano, es decir a lo grande, Yosemite no podía ser menos y en su interior se encuentra ubicado un hotel-restaurante de lo más lujoso. Parece haber sido construido para competir con la grandeza del lugar donde se asienta.
Continuando hacia el sur se presenta el Valle de la Muerte (Death Valley) cuyo nombre lo dice todo, atesora una enorme belleza milenaria. Es una zona de gran atractivo y grandes récords: como la máxima temperatura alcanzada en Estados Unidos (57 grados centígrados) o el del punto más bajo de Norteamérica, llamado Badwter, ubicado a 85,9 metros por debajo del nivel del mar.
Por último los fanáticos del cine del oeste, el Western, entre los que me incluyo, tienen una cita obligada en el pueblo fantasma abandonado de Calico situado en el desierto de Mojave. Lo de fantasma y abandonado es para atraer visitantes ya que se ha convertido en un atractivo turístico más del Estado de California.