
Diversidad de paisajes, desde playas de arena blanca, hasta los tonos azulados de los campos de agave, la calurosa bienvenida mexicana, tradición e historia común, y una oferta gastronómica que es difícil de empatar. Y todo esto, ahora, a apenas un vuelo de avión. Ya es posible viajar sin escalas desde Madrid a Guadalajara, la capital del estado mexicano de Jalisco, en un vuelo de 13 horas operado por Aeroméxico. Esta nueva ruta, con tres frecuencias semanales, nos acercará a uno de los destinos más apetecibles de 2022.
Como segunda ciudad más grande de México y con casi 500 años de historia y con un legado hispano latente, su capital, Guadalajara, es una simbiosis de aires de antaño, construcciones contemporáneas y un ambiente cultural fascinante. La ciudad tiene mucho que ver y explorar, desde la Catedral Metropolitana, el Palacio de Gobierno, el Teatro Degollado o la avenida Chapultec y sus edificios de estilo francés. A tan solo unas horas en carretera, Puerto Vallarta, en la Bahía de Banderas, es el oasis soñado: selvas tropicales, laderas empinadas, esteras y verdes llanuras y 42 kilómetros de doradas playas frente al Océano Pacífico.
Los pueblos mágicos de Jalisco
Un pueblo mágico se denomina en México a una localidad que ha sido protagonista de la historia del país y que muestra su identidad. Entre los nueve pueblos mágicos, destaca Tequila, que descansa sobre las faldas de un volcán inactivo y está rodeado por kilómetros de campos de agave, un paisaje Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y fruto con el que se produce su famosa bebida. Por su parte, Mazamitla, Tapalpa o Mascota invitan a disfrutar de la naturaleza en su estado más puro.
Aquellos que prefieran cultura, sin duda la encontrarán en Lagos de Moreno, con un gran número de joyas arquitectónicas, o en Ajijic, con sus casas de colores típicas de un pueblo costero. San Pedro Tlaquepaque es conocido por su artesanía en barro cocido y vidrio soplado, y Talpa de Allende alberga las famosas peregrinaciones a la Virgen de Talpa, con más de cuatro millones de visitantes anuales.
Al Sureste de Guadalajara, se encuentra el lago de Chapala, el embalse natural más grande de México, alrededor del cual se han establecido unos preciosos pueblos que disfrutan del mejor clima del país. Chapala, Jocotepec y Tuxcueca cuentan con las mejores vistas panorámicas del lago y la sierra que lo rodea. San Juan Cosalá destaca por sus aguas termales y sus balnearios, y en Tizapán el Alto se encuentra la Parroquia de San Francisco de Asís y las ruinas de la que fuera su hacienda.
Identidad mexicana
Si por algo es conocida la idiosincrasia mexicana es por su calidez y alegría, y por una equilibrada mezcla entre la modernidad y el arraigo. Esta identidad se siente particularmente presente en Jalisco, a través de su folclore y su gastronomía.
No extraña que el mariachi naciera en Jalisco. Icono tapatío, el mariachi es una historia convertida en son alegre y cálido. Se remonta a la localidad de Tecalitlán donde, dicen, sigue sonando el mejor mariachi del mundo. En Jalisco, la música está muy relacionada con el deporte, y en concreto con el deporte nacional mexicano, que es la Charrería, una fiesta ecuestre donde la destreza de sus jinetes y sus trajes lo han convertido en Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.
Igualmente enraizado en la cultura jalisciense se encuentra el tequila. La bebida destilada de la piña del agave define tanto la forma de celebrar como su paisaje azul. El pueblo que comparte orgulloso su nombre es el punto neurálgico donde conocer todo sobre este destilado, visitando el Museo Nacional del Tequila o una antigua destilería, entre otros.
La gastronomía también merece mención aparte. La torta ahogada, las carnes en su jugo o la birria son solo algunos de sus platos típicos más conocidos. Pero merece la pena descubrir las peculiaridades de sus pueblos. Teuchitlán, cuna de las civilizaciones más antiguas, es conocida por sus deliciosas ancas de rana. Ahualulco de Mercado destaca por sus platos prehispánicos. En Tapalta es muy recomendable probar el borrego al pastor o los tamales de acelga, y en Jamay, al noreste del Lago de Chapala, los chorlitos dorados y el caldo michi. Y para terminar, los aficionados al café no pueden dejar de pasar por San Sebastián del Oeste y visitar sus excepcionales fincas cafeteras.
En definitiva, visitar Jalisco va más allá de lo puramente turístico. Supone adentrarse en lo más profundo de un pueblo y su idiosincrasia, en su historia compartida con la Madre patria y en ese arte de vivir que bien merece darse a conocer al mundo.

