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Una ruta por Las Encartaciones, la desconocida y sorprendente comarca del País Vasco con mar y montaña

Esta bella y variada región del País Vasco tiene de todo, desde mar, a montaña, pasando por pueblos, historia, tradiciones y mucha gastronomía.

Situada en Vizcaya, esta extensa región del País Vasco, pegada a Bilbao y que roza Burgos y Cantabria, esconde secretos naturales, ciudades y pueblos desconocidos, lugares místicos, casas indianas y restaurantes de categoría en este rincón de la geografía ibérica casi desconocido incluso por los propios vascos.

Empezando el viaje por una ruta a través de los valles occidentales de Las Encartaciones (Enkarterri en vasco) destaca uno, el de Carranza, auténtica postal natural idílica donde la vida tranquila y sin prisas es su mayor tesoro. Situado en la zona más occidental de la región, es el municipio más extenso de Vizcaya, aunque poco poblada, algo que refuerza aún más su encanto, si cabe. A pesar de su poca población, el valle se reparte en 49 barrios agrupados a su vez en dieciséis concejos o parroquias. Entre sus montes y montañas que parecen haber sido colocadas a posta a lo largo de los milenios, una detrás de la otra, las más altas junto a las más redondeadas, formando un bello cuadro impresionista, es posible visitar la quesería de un pastor de la zona que nos mostrará su quehacer diario y nos deleitará con un excelente queso de oveja carranzana.

Al llegar a Carranza a través del Alto de la Escrita, por sinuosas carreteras bien asfaltadas, aunque con muchas curvas, disfrutaremos de una de las mejores vistas del valle. Desde el Parque Natural de Armañón obtendremos una vista panorámica del valle, formado por encinares, hayedos y robledales que se extienden al amparo de impresionantes macizos rocosos que crean espectaculares relieves. Entre sus pueblos y rincones naturales destaca con diferencia la cueva de Pozalagua, conocida por sus estalactitas excéntricas y que es posible visitar con una interesante visita guiada.

El interior de la cueva Pozalagua. | D.A.

Lanestosa y su atractivo de otra época

Siendo el municipio más pequeño de Vizcaya, Lanestosa aún mantiene su orgullo de villa entre su centenar de habitantes. Un pueblo de esos que parece haberse quedado anclado en un pasado glorioso en el que sus callejuelas empedradas, flanqueadas por casonas con balcones corridos rebosantes de flores, han conservado la misma estructura desde el siglo XIII. Al pasear sin preocupaciones por el pueblo, el viajero se dará cuenta que está ubicada en un estrecho valle por el que corre el río Calera.

La importancia de esta pequeña villa se remonta al antiguo Camino Real, gracias al cual el pequeño núcleo creció y se enriqueció. Por este motivo se construyeron elegantes casonas y palacetes que se mezclan con sus callejuelas medievales empedradas, casi todas pobladas por los típicos balcones corridos y algún que otro palacete.

Un poco más al este, nos situamos en la ruta del río Cadagua, que nace en el valle burgalés de Mena y baja hasta esta zona de Vizcaya entre montes bocineros (desde donde se encendían hogueras y se hacían sonar bocinas para convocar a Juntas Generales) y peñascos casi místicos que han estado ligados a las gentes del lugar por milenios. Tal es así que uno de ellos, el Kolitza es el pico más emblemático de Encartaciones y uno de los más bellos de toda la región. Sus 879 metros de altitud ofrecen una impresionante panorámica de 360 grados sobre Balmaseda y los valles circundantes. La subida a este pico es toda un tradición ancestral que ahora suele realizarse, caminando o en bici, en fines de semana o festivos desde el pueblo situado a pocos kilometros. Incluso desde hace poco se ha adaptado la ruta hasta la ermita de San Sebastián y San Roque, situada en su cumbre, en la que aún quedan las huellas de disparos, por los enfrentamientos ocurridos durante la Guerra Civil Española en este rincón tan recóndito de la geografía española.

Después del esfuerzo físico tras subir (al menos durante una parte) el camino hacia el monte Kolitza, reponer fuerzas gracias a la gastronomía vasca se convierte en una absoluta prioridad. Entre sus muchos y variados restaurantes, en Balmaseda se encuentra el Restaurante Teike, un moderno establecimiento bistro que recoge la tradicional cocina vasca y la moderniza, ofreciendo una propuesta diferente y renovada, al que ya peregrinan comensales desde todo el País Vasco.

El valle de Carranza. | D.A.

Además de su impresionante propuesta de naturaleza, en las cercanías de Balmaseda se encuentra La Encartada Fabrika-Museoa, antigua fábrica de txapelas o boinas vascas, en funcionamiento durante más de 100 años, que ahora es un interesante museo que poder visitar y ver su excepcional colección de maquinaria, en su mayor parte inglesa, de fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX que ha sido conservada casi intacta. Desde ahí, nos podemos acercar a visitar las bodegas Virgen de Lorea en Zalla, donde se puede ver y disfrutar de su viñedo y nos explicarán como se elabora el famoso txakoli, con degustación de dos o tres variedades del vino más celebre del País Vasco.

Balmaseda bien merece una visita larga, de un día o más. Situada en una verdadera encrucijada natural de caminos entre Santander, Burgos y Álava, el trasiego de comerciantes y mercaderes durante siglos le otorgó una relevancia privilegiada en la zona cuyo legado llega hasta nuestros días. Tomando como referencia el puente de la estación y recorriendo el paseo Martín Mendia, con el río Cadagua como protagonista, se llega al Puente Viejo o de la Muza, imagen por excelencia de Balmaseda, construido en el siglo XIII y paso obligado del antiguo camino de Castilla.

El atractivo más conocido la primera villa de Vizcaya ocurre durante la Semana Santa. En estas fechas el pueblo se transforma en un museo viviente el Jueves y Viernes Santo. Cada recoveco de sus calles, el vestuario y el maquillaje de sus habitantes, reproducen con un realismo sorprendente las últimas horas de Cristo.

La colección de Rolls-Royce de Torre Loizaga. | D.A.

Para cenar, otro de esos rincones desconocidos, Komentu Maitea, antiguo convento de Santa Isabel del siglo XVII en la localidad vasca de Gordexola, a 15 minutos en coche de Bilbao, hoy reconvertido en restaurante y hotel de lujo. Para darse un capricho entre montes vascos, religión y mucha historia. Cuentan sus dueños que el lugar es tan apartado que algunos de los artistas más famosos del mundo que han actuado en Bilbao se alojan y comen aquí tranquilos, libres de las cámaras y los fans.

Rolls-Royce clásicos en medio del bosque

Encartaciones no deja de sorprender al viajero, ya sea con sus tesoros naturales como materiales. ¿Qué podría ocultar una fortaleza del siglo XIII, situada en un alto de Galdames, pues ni más ni menos que la mayor colección privada de Rolls-Royce de Europa. En varios hangares, resguardados entre montañas y bosques, en medio, literalmente de la nada ,una torre medieval se alza en un paraje exuberante y cautivador, muy cercano a la costa y sus playas. Torre Loizaga mantiene viva la esencia y el deseo de su dueño, Miguel de la Vía, siendo la única colección europea que cuenta con todos los modelos de Rolls-Royce fabricados entre 1910 y 1998, conservados en perfecto estado y listos para ser puestos en marcha en cualquier momento. Se puede visitar los fines de semana.

La costa de Encartaciones. | D.A.

Mar y playas junto a la montaña

Con resaca de montaña y paisajes de bosque, nos dirigimos al norte, a muy pocos kilómetros de Bilbao, donde se presenta la Vía Verde de Itsaslur. Un espectacular recorrido sobre los acantilados de la costa más occidental de Vizcaya, que linda con la población cántabra de Castrourdiales.

El recorrido se extiende por la costa del mar Cantábrico, coincidiendo durante sus poco más de 2 kilómetros con la Ruta de la Costa del Camino de Santiago y que es muy recomendable realizar en bicicleta o caminando. Tan sólo tendremos que seguir la línea de costa desde la playa de La Arena (Pobeña) hasta su final en el barrio de Kobaron. Un broche final perfecto para terminar este viaje entre mar y montaña por una de las zonas más fascinantes y apasionantes de España, desconocida incluso por los propios vascos.

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