
Pocos sitios tan famosos de Madrid tienen todavía tanto por descubrir para la mayoría como San Lorenzo del Escorial, una maravilla a sólo tres cuartos de hora de la capital que tiene de todo, pero de verdad: historia, arquitectura, arte, cultura, gastronomía, naturaleza, paisaje…
Todos conocemos el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y es así, desde luego, porque lo merece, no en vano es, junto con otros elementos del Real Sitio, Patrimonio Mundial, como lo son también otros cuatro en la Comunidad de Madrid: la Universidad y centro histórico de Alcalá de Henares, el Hayedo de Montejo, el Paisaje Cultural de Aranjuez y, el último en sumarse a la lista, el Paisaje de la Luz de Madrid.
Sin embargo, –no se preocupen, más adelante hablaremos de ese gran tesoro, por supuesto– San Lorenzo de El Escorial ofrece mucho más que suele pasar desapercibido al visitante y que al conocerlo puede incluso obligarle, muy amistosamente claro, a quedarse varios días allí para poder verlo todo.
Para empezar, dentro del pueblo, que cuenta con sus propios monumentos, como las tres Casas de Oficios que se acercan al Monasterio y nos van metiendo en ese ambiente de la arquitectura herreriana, tan austero y majestuoso a la vez. O la preciosa Casa de la Compaña en la que se encontraban los servicios que necesitaba la comunidad de monjes del Monasterio.
Otro imprescindible es el Real Coliseo Carlos III, uno de los más antiguos de España y uno de los pocos del mundo que conserva prácticamente intacta su tipología del siglo XVIII, amén de un escenario de primera por el que han pasado figuras de talla mundial.
De la misma época que el teatro y en buena medida responsabilidad del mismo Carlos III son las Cocheras del Rey, que cubrían las necesidades de la corte en cuanto a medios de transporte y hoy en día albergan una interesante colección de coches de caballos, trineos, sillas de mano, muebles, herramientas, mapas, libros.. llegados del siglo XVI y, sobre todo, el XVIII y el XIX.
Saliendo de San Lorenzo de El Escorial
No menos interés tienen los alrededores de esta localidad, que tiene la suerte de encontrarse en uno de los rincones más hermosos de la sierra madrileña, especialmente durante el otoño. A sólo unos minutos en coche está uno de los monumentos más peculiares de nuestro país, el impresionante Valle de Cuelgamuros que, más allá de las implicaciones políticas que se le han querido dar, es un pedazo de historia que vale la pena conocer.
Más cerca aún, la subida a la Silla de Felipe II es un maravilloso y sencillo paseo, apto para todos y en un bosque bellísimo, que además tiene como premio las increíbles vistas sobre el Real Sitio y el pueblo.
Y de vistas a vistas, impresionantes son también las que ofrece el mirador en el monte Abantos, otro rincón de naturaleza privilegiada que, además, en el Arboreto Luis Ceballos nos ofrece un recorrido de sólo 2,2 kilómetros en el que aprender sobre el privilegiado ecosistema de la zona o los usos forestales tradicionales que han permitido la llegara a nuestros días de toda esta naturaleza.
Combinando naturaleza y deporte, el excelente campo de La Herrería ofrece la oportunidad única de jugar al golf en un entorno así de excepcional y, además, en un club con una larga tradición y de prestigio internacional.
El Real Sitio
Ya dentro del Real Sitio y junto al Monasterio encontramos otra joya natural: el Bosque de La Herrería que con sus casi 500 hectáreas fue declarado Paisaje Pintoresco ya en 1.961 y hoy en día es parte de la Red Natura 2000 como Lugar de Interés Comunitario y Zona de Especial Protección para las Aves.
En esta zona encontraremos también dos edificaciones singulares obra ambas de uno de los grandes arquitectos españoles de la historia, Juan de Villanueva. La Casita del Príncipe es un precioso pabellón neoclásico erigido para disfrute del futuro Carlos IV, mientras que la del Infante lo fue para que Gabriel de Borbón, hijo de Carlos III, pudiese llevar una vida sencilla apartado del protocolo de la Corte. La Casita del Príncipe tiene sus propios y delicados jardines y, ya junto al Real Monasterio, están otros que deben recorrerse, sobre todo el de los Frailes.
El Monasterio
Finalmente, llegamos a la estrella del conjunto, seguramente el conjunto palaciego y monástico más impresionante de Europa y que, como una muñeca rusa, guarda en su interior tesoro tras tesoro. El gigantesco edificio es lo primero que el turista se encuentra, pero luego van desvelándose otras maravillas, la imponente basílica, la bellísima biblioteca, el sobrecogedor Panteón de Reyes y el conmovedor Panteón de Infantes…
Y, por último, un tesoro que como ocurre en nuestro país en tantas ocasiones se ve opacado por la cercanía de otro mayor, pero que aun así es excepcional: la colección de pintura que se guarda en el Real Monasterio, que sería la pinacoteca más importante de muchas ciudades europeas, pero que aquí seguramente no recibe el crédito ni las visitas que merece, pero que cuenta con lienzos de grandes genios como Patinir, Tiziano, Velázquez, Van der Weyden o El Greco, por citar sólo algunos.
Ocasiones para ir
Cualquier momento del año es bueno para visitar San Lorenzo de El Escorial pero como hemos comentado el otoño quizá aún lo sea más, aunque tampoco hay que despreciar la belleza aún más austera y recia que adquiere cuando el Real Monasterio y sus alrededores se cubren de nieve.
Quizá una oportunidad que valga la pena aprovechar sea la de ver el curioso Belén Monumental que se puede ver todas las navidades y que es fiesta de interés turístico. Hablando de fechas especiales, no conviene tampoco pasar por alto la Semana Santa, que se celebra desde principios del siglo XIX y que cuenta con nada más y nada menos que una docena de procesiones, entre ellas algunas realmente impresionantes como la del Santo Entierro y la del Silencio, ambas en Viernes Santo.
Por último, para aquellos que deseen disfrutar no sólo de San Lorenzo de El Escorial sino también del viaje tienen una estupenda oportunidad de hacerlo con el Tren de Felipe II, un bonito y divertido tren turístico que nos lleva en vagones restaurados del siglo XX y amenizado por algunos actores y que es la mejor forma de ir sumergiéndose en la maravillosa lección de arte e historia que vamos a encontrar, tan cerca de Madrid que parece que no le hacemos caso.
