
Las celebraciones navideñas normalmente se alargan desde el puente de diciembre hasta que pasa el día de Reyes, de hecho, los viajes, los encuentros con amigos, compañeros de trabajo y familiares suelen superar a los que se realizan durante el periodo estival. Además, la tradición implica que los encuentros y reuniones se realicen en torno a una mesa, por ello, la gran mayoría de la sociedad olvida las dietas, no solo las que se hacen con el objetivo de perder peso, sino las recomendadas para ciertas patologías, y también se suele dejar de practicar ejercicio físico. De hecho, es curioso que uno de los propósitos más recurrentes es comer mejor y hacer deporte.
Tanto es así que, si uno se fija, cada año, se repite una cantinela muy similar: excesos durante el mes de diciembre y promesas que no se cumplen en enero. Uno se promete a si mismo que irá al gimnasio, y paga la cuota durante tres meses, se empieza a comer más sano y uno se visualiza con un cuerpo envidiable en la playa en verano. Pero, no es necesario tanto esfuerzo, quizá sería más fácil evitar los excesos, pero ¿Es eso posible acaso?
En realidad, más que la preocupación por el peso debería preocupar la salud ya que, especialmente en unos días concretos, se suele comer más y no se suele hacer ejercicio. Algunos de los problemas principales que acompañan a estas fechas, y que suelen apretar el cinturón, son los siguientes:
- Se tienen más reuniones de las habituales
- Se come más de lo que se necesita y se abusa de los dulces
- Se practica menos deporte
- Se bebe menos agua y más alcohol
La temporada navideña, marcada por la generosidad y la celebración, a menudo se asocia con festines indulgentes que pueden pasar factura en la salud y figura. Aunque es comprensible que las festividades lleven a disfrutar de manjares irresistibles, ciertos errores comunes pueden contribuir al aumento de peso durante esta época del año. Hay que tener en cuenta que, además de la mayor cantidad de comida que se ingiere, hay ciertas costumbres, conceptos erróneos y enemigos ocultos que contribuyen al aumento de peso. La clave está en detectarlos y evitarlos.
El cambio de rutina, el picoteo pre y post comida, ciertos ingredientes que se cuelan bajo la excusa de seguir la receta tradicional o la tendencia a resignarse a engordar inevitablemente en estas fechas son algunos de los errores que favorecen que las fiestas se salden con un dato al alza en la báscula. De hecho, uno de los errores más frecuentes es el exceso de consumo de calorías vacías. El motivo es que, aunque sea inconscientemente, las mesas navideñas suelen estar repletas de platos ricos en grasas y azúcares, como pasteles, galletas y bebidas azucaradas. Estos alimentos aportan calorías sin proporcionar nutrientes esenciales, lo que puede resultar en un aumento de peso no deseado.
Otro error común es la falta de actividad física. Ya que las vacaciones suelen ir acompañadas de momentos de relajación y descanso, lo que puede llevar a un estilo de vida más sedentario. No hay que olvidar que la falta de ejercicio contribuye al desequilibrio entre la ingesta y el gasto de energía, lo que favorece el aumento de peso. Por ello, no está de más integrar actividades físicas, como caminar después de las comidas o participar en juegos familiares activos. La ingesta excesiva de alcohol es también un factor a considerar ya que las bebidas alcohólicas no solo añaden calorías adicionales, sino que también pueden afectar el control de las porciones y llevar a decisiones alimenticias menos saludables. Moderar el consumo de alcohol y alternar con agua puede ayudar a reducir el impacto negativo en la salud y el peso.
Otros errores típicos en Navidad
- Saltarse comidas o ir en ayunas no es buena idea
Ante la perspectiva de una comilona muchas personas optan por no probar bocado hasta el momento de sentarse a degustar el menú festivo, saltándose el resto de las ingestas para hacer hueco a la comida navideña. Lo cual es un grave error, pues adoptar esta estrategia puede provocar que posteriormente se coma en exceso, ya que se llegará a la celebración en cuestión con la idea mental de que se puede ingerir todo lo que se desee. Además, no hay que olvidar que ayunar de manera forzada o no comer aun teniendo hambre como método compensatorio para no engordar genera frustración y malestar, lo que puede desembocar en relaciones dañinas con la comida.
- Comer todo lo que hay en la mesa
Parece una obviedad, pero nunca está de más recordar que cuanta más comida se ponga en la mesa, más cantidad se comerá. No obstante, se puede probar todo, pero sin repetir. Lo recomendable es que, si la comida o cena es a modo de bufet o picoteo, lo suyo es servirse en el plato todo lo que se vaya a comer, pues así se controlarán mejor las cantidades. El motivo es que los picoteos suelen ser demasiado calóricos y hacen que se llegue a la mesa sin mucha hambre. Si se va a tomar un picoteo, que al menos sea saludable.
Además compensar excesos es una de las claves para no ganar más kilos en Navidad. Lo ideal es permitirse caprichos solo durante las fechas señaladas y no todas las navidades, así, los días que no se tenga ningún compromiso, se suele tratar de compensar los excesos apostando por menús más ligeros y saludables.
- Ojo a la guarnición y al canapé
Además de los platos titulares, en los menús y celebraciones navideñas hay algunos complementos que contribuyen a ese suma y sigue calórico que suponen estas comidas. Por ello, no hay que perder de vista el papel que pueden jugar en este sentido los aperitivos y los entrantes ya que, con ellos se tiene la sensación de haber comido poco en volumen o cantidad, pero realmente son densos calóricamente y por eso llenan tanto. Pero tampoco hay que pasar por alto las guarniciones, que suelen ser patatas fritas o asadas y hay que saber que lo mejor es optar por una guarnición a base de vegetales: ensaladas, brochetas de verduras, verduras asadas al horno; crudités; carpaccio de verduras, patés vegetales; timbal de verduras…
- El mejor dulce, el mazapán
Es sabido que los dulces típicos de la Navidad no son precisamente ligeros, por no hablar de su elevado contenido en grasas y azúcares, pero la realidad es que es muy difícil resistirse a ellos, así que lo normal es picar y consumirlos. Pero tanto para no pasarse en cantidad como para, si gustan todos, hacer la elección más adecuada, es importante tener en mente algunos datos antes de acceder a la bandeja: Los polvorones son probablemente el dulce más calórico de todos, ya que aportan 560 kcal por cada 100 g. En cuanto a los turrones existe una gran variedad, pero su composición es muy parecida, ya que tienen como base la miel y las almendras. Aportan de media 500 kcal por 100 g, y en su valor nutricional destaca el aporte de grasas, hidratos de carbono, proteínas y calcio, principalmente.
El mazapán parece ser el que está mejor posicionado como opción apta pues, si bien su contenido calórico es similar al del turrón (aproximadamente 505 kcal por 100 g), es uno de los dulces navideños que, sin contar su valor energético, puede resultar más beneficioso para la salud, debido a su alto aporte de vitaminas y minerales.

