
Cada día más de moda, los viajes que combinan un primer traslado en avión con el alquiler posterior de un coche para desplazarse mejor en el destino elegido –fly and drive, se les llama por su nombre en inglés– son una de las mejores formas de conocer un país o una región.
Si además se combina con trayectos no demasiado largos, unas infraestructuras perfectas y, por supuesto, muchas cosas que ver y disfrutar estamos ante un cóctel perfecto, que es precisamente lo que nos propone la Ruta Fantástica de Alemania, un recorrido por Baden-Wurtemberg en el que conocer siete destinos apasionantes y, además, hacerlo de una forma cómoda y sencilla.
Porque además la ruta es muy accesible para los españoles: se puede empezar desde cerca de Fráncfort, un aeropuerto que se conecta con siete ciudades de nuestro país, y terminar en Stuttgart, que a su vez tiene vuelos directos a ocho aeropuertos españoles. O incluso retornar al punto de partida para coger el vuelo de vuelta, ya que sólo nos separarán de él un par de horas en coche.
Las primeras paradas
La ruta empieza en Weinheim, conocida como la "ciudad de los dos castillos", con un casco histórico que vale mucho la pena, lleno de casas que son ejemplos perfectos de la arquitectura típica alemana con su entramado de madera y sus paredes blancas.
Tiene además, una característica peculiar, al menos en Alemania: su clima, más templado de lo habitual, que allí describen como "mediterráneo" y que llena la ciudad de flores incluso antes de la llegada de la primavera, gracias a sus muchos almendros.
Además, probablemente gracias a ese clima se encuentra allí el Exotenwald, un bosque-arboreto único en Europa, que en sus sesenta hectáreas alberga más de 150 especies de árboles exóticos y que fue creado en 1872.
Weinheim es un ejemplo perfecto de una de las virtudes de esta ruta que permite al viajero descubrir lugares fascinantes que no suelen estar en los recorridos más habituales, pero también hay alguno que tiene una fama merecida y desde hace mucho tiempo, como la mítica Baden Baden.
Conocida por sus aguas termales desde hace 2000 años, lleva mucho siendo uno de los grandes destinos de Europa para el turismo balneario y uno de sus dos baños termales, el histórico Friedrichsbad, es una experiencia maravillosa que desde 1877 nos permite sumergirse no sólo en las aguas curativas, sino también en la historia.

Pero además de esa cara balnearia, Baden Baden se encuentra en plena Selva Negra y rodeada de viñedos donde se cultiva la uva riesling, una de las grandes variedades no sólo de Alemania sino de toda Europa. Además, la zona cuenta con una gastronomía refinada y quizá el mejor momento para visitarla es del 13 al 15 de junio de este año, durante del Festival del Vino y la Gastronomía, una oportunidad única para conocer los grandes vinos de la zona y disfrutar de talleres y espectáculos relacionados con la cocina.
Además, Baden-Baden es rica en cultura: museos, salas de arte, instalaciones callejeras y, por supuesto, el Festspielhaus, la segunda sala de ópera y conciertos más grande de Europa, que tiene la peculiaridad de ser una institución completamente privada y que ofrece programas de primera calidad durante todo el año.
De la Selva Negra al Rin
Siguiendo la Ruta Fantástica dejaremos Baden Baden pero no abandonaremos la Selva Negra: nuestra siguiente parada es la pintoresca ciudad de Gengenbach, el lugar perfecto para adentrarse en la bellísima naturaleza de esa zona de Alemania, ya que hay una variedad de rutas de senderismo que encantarán a los amantes de la naturaleza.
Caminos que en muchos casos están perfectamente preparados para prácticamente cualquier turista o familias, adentrándose en densos bosques, atravesando viñedos y subiendo y bajando por las suaves colinas, ofreciendo en no pocas ocasiones vistas panorámicas impresionantes, incluso desde torres de observación espectaculares.
Hay recorridos que llevan a los viajeros a estas torres, los hay que recorren viejos molinos y también algunas rutas que recorren la zona siguiendo su riqueza enológica, una mezcla irresistible.
La siguiente parada ha de ser Breisach, una ciudad a la orilla del Rin que tiene nada más y nada menos que 4.000 años de historia y que se contempla desde la lejanía porque está subida a una colina en cuyo punto más alto está la catedral de San Esteban, un espectacular templo románico.

Además, la propia colina, que se denomina Münsterberg precisamente por la catedral, ofrece una vista impresionante de los alrededores y, sobre todo, del Rin.
La ciudad es, por cierto, un lugar ideal para recorrer ese río, uno de los más míticos de Europa, ya que desde ella se pueden hacer pequeños cruceros por las aguas disfrutando de la corriente y de las bellezas en sus orillas.
De islas y castillos
Situada en el lago Constanza, ya de por sí un entorno de una belleza impresionante, la isla de Mainau es un destino muy especial para las familias que busquen disfrutar de un día inolvidable en un auténtico paraíso de flores y jardines.

Entre sus principales atracciones están la Casa de las Mariposas, el parque de aventuras y los zoológicos interactivos, que fascinan a los más pequeños de la casa, mientras los padres se relajan en los hermosos jardines.
Además, los niños hasta 12 años tienen entrada gratuita y pueden disfrutar de una búsqueda del tesoro interactiva que es la forma más divertida de conocer y recorrer la isla.
De allí la Ruta nos lleva a uno de sus puntos más espectaculares: el Castillo Hohenzollern que, además de su belleza, tiene el interés de ser el lugar ancestral de una de las familias importantes de la historia de toda Europa.
El actual es el tercero construido en el mismo sitio, lo fue a mediados del siglo XIX y es un edificio impresionante, en un estilo neogótico, muy alemán y, por supuesto, con unas dimensiones impactantes.
La visita es un lujo desde 1952, cuando el entonces propietario, Luis Fernando Príncipe de Prusia, hizo amueblar el castillo con objetos artísticamente valiosos e históricamente relacionados con Prusia y sus reyes, que luego fueron los kaisers del imperio alemán.

Además de pinturas de renombrados pintores, la colección tiene también joyas de oro y plata de los siglos XVII al XIX, incluyendo la impresionante Corona de Guillermo II, de oro y con numerosas piedras preciosas. Para guardarlas, se convirtió la antigua cocina del castillo en una cámara del tesoro.
Pero no es sólo el castillo, es también dónde está: en la cima de una colina, sobrevolando una bellísima región boscosa. No en vano, el Kaiser Guillermo II dijo en su día que: "La vista desde el Castillo de Hohenzollern realmente vale el viaje". ¡Y entonces viajar eran mucho más incómodo que nuestra Ruta Fantástica!
Y hablando de viajes, el nuestro llega a su última etapa: Tubinga –en alemán Tübingen– una bella ciudad universitaria a la orilla del río Neckar que, precisamente, ofrece en ese punto una de sus vistas más hermosas, con sus casas antiguas de fachadas coloridas que se reflejan en la superficie del río.

El Neckar es, además, donde tiene lugar una de las actividades más encantadoras que el viajero puede, y casi debe, experimentar en Tubinga: los paseos en stocherkahn, unas barcas tradicionales de pértiga con las que se puede explorar la ciudad desde el agua, pasando por sus lugares más emblemáticos
La ciudad cuenta con un centro de elegante carácter medieva en el que encontraremos una colegiata de estilo gótico, un castillo –no se pierdan la puerta de la muralla– y la Torre Hölderlin, en la que vivió durante años el poeta romántico y hoy es, como no, un museo dedicado a su memoria.
Además, el día de Corpus Christi de cada año –que este 2025 es el 19 de junio– se celebra el emocionante Stocherkahnrennen: una de las competiciones más divertidas y salvajes de la región en la que los participantes navegan por el río convirtiendo esos botes de madera tradicionales, usados los otros 364 días del año para paseos tranquilos y relajantes, en los vehículos de una carrera tan despiadada como festiva.