
El día en el que Instagram se reconcilie con los pezones otro mundo más amable será posible. La ironía es que uno puede enseñar un glúteo pero no un pecho íntegro. O sea, el pecho sí, pero el pezón no. Así son las cosas. Si sacas un pezón, Instagram borra tu foto; pero no se censura el cartel de la película de Almodóvar Madres Paralelas. Ese no, porque es un pezón artístico, y el arte y la presunta pornografía podría llevarse bien. Pero el pezón de una influencer es pornografía presunta. Y, ojo: ¡hablamos de pezones femeninos!
Chiara Ferragni se ha atrevido con un top totalmente transparente y, ante la duda -aunque el dicho diga que ‘la más tetuda’-, no: ella escondió su pechito lolitero detrás de unas "pezoneras" doradas en forma de monedas, que a saber cómo se sujeta aquello (porque el sudor y el calor no debe de ayudar mucho). Y, aunque se ve todo, el pezón no.
Visto el resto, el pezón se puede presuponer: ¿Qué más nos da la forma del pezón, su grosor y su color? ¿Si pasa frío o está hundido? ¿Qué más no da? Su objetivo es que el mundo entienda que un pezón es otra parte del cuerpo más. Es como un codo, un diente o un ojo: debe enseñarse. ¿O es que llevamos coderas para Instagram?
Ironías aparte. No es la primera polémica de la italiana en cuanto a pezones se trata. Todo esto viene de lejos, porque en la Mostra de Venecia se le bajó el escoté del vestido y enseñó al planeta entero un piercing en un pezón. Algo que, con todos mis respetos, me parece una aberración. Más abominable incluso que el desastre gratuito que le hice a mi ombligo en un acto de rebeldía con 15 años y sin permiso de mis padres. Me lo pillaron a la semana. Y, al año, se me infectó. Hoy tengo una cicatriz. La cicatriz de la estupidez, la imprudencia y las modas. Pero, en un pezón, lo podemos permitir. Tiene fines reivindicativos y casi solidarios.
Ahora el turno es para las "pezoneras" -o pezoneres, sin ofender géneros- . Las de Chiara fueron en color oro, debajo de un total look de Schiaparelli, marca que intenta recobrar fuerza gracias a su director artístico Daniel Roseberry. Claro que si la embajadora de Shiaparelli es Lady Gaga, cosas como las de mi adorada Chiara son perfectamente entendibles. El surrealismo se ha convertido en el sello de la marca y la extravagancia, más. Recordemos el polémico vestido de Bella Hadid en Cannes este año: apareció con un vestido negro ajustado y sus pechos estaban cubiertos por un enorme collar de latón dorado con forma de árbol bronquial.
Ahora el mundo está dividido: están los que piensan que debemos normalizar el pezón y así desexualizar a la mujer, además de desestigmatizar la lactancia en público (es que todo este debate viene en un mismo pack); o, por contra, seguir ocultando los pezones dado que es obsceno enseñarlos.
En un cuerpo de talla 36 y un pecho pequeño, como el de Chiara, se ve todo más fácil; más agradable, digamos. Ahora bien: pongamos que todas las mujeres (todas, todas: piensen en todas las que conozcan, las guapas, las feas, las bajitas, las altas, las jóvenes, las mayores. todas, insisto) que caminan por las calles, que asisten a su trabajo, que van al supermercado o al gimnasio… todas ellas, con los pezones al aire. ¿Se lo imaginan? No hay más preguntas. Siempre nos quedarán los emojis para tapar agujeros y pezones, y alguna que otra deuda moral.
