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Katy Mikhailova

Tratado sobre el no-protocolo en Nochebuena

Hace mucho tiempo que se ha perdido la esencia de la Navidad, y si algo nos permite la moda es liberarnos, desinhibirnos, expresarnos. También en Navidad.

Hace mucho tiempo que se ha perdido la esencia de la Navidad, y si algo nos permite la moda es liberarnos, desinhibirnos, expresarnos. También en Navidad.
Cena de Navidad. | Gtres

Se acerca la Nochebuena y suena más que los villancicos la tan manida frase "con esto del covid" (una conjunción de palabras socorridas y terroríficas) más de uno aprovecha para escaquearse de los compromisos sociales y familiares. Es la excusa perfecta, la indulgencia plena de la vida social. A los que no nos queda otra que seguir abrazándola (la vida social) aunque sea a base de codazos y con ginebra, ese protocolo del que divagaba la semana pasada y la vestimenta ya son dos aspectos que provocan dolor de cabeza a más de uno.

Para ello, decidí documentarme y leer (a ver qué escriben los "expertos de moda") sobre los errores en el vestuario para una cena navideña de trabajo. En medio de tal búsqueda, di con un artículo, publicado esta semana por un diario nacional, en el que un consultor y experto en moda nos deleitaba con sus sabios consejos. Evitar las minifaldas, los escotes, el brilli-brilli, usar colores neutros y elegantes (¿alguien sabe qué es un "color elegante"?), cuales "tips" de supervivencia. Socorridos y manidos. También recomendaban no beber demasiado alcohol y no "irse" el primero ni tampoco el último. No especifican si la comida de Navidad de trabajo es la de KPMG o Marco Aldany. De ser lo segundo, quizás la minifalda y el escote no iba tan desencaminado, y estoy segura de que es hasta normal. Pero miren, para los hombres el traje siempre es un acierto (oscuro, por favor. Y sin zapatos marrones). Y para las mujeres, cualquier blusa, pantalón o vestido negro es siempre apostar a caballo ganador. Pero también vale el riesgo. La moda es eso: riesgo y hallazgo. Diversión también.

Me explico: conforme avanzaba con mi lectura, me parecía increíble que hayamos llegado al punto de narrar con semejante seriedad y rigor unas normas de comportamiento y vestimenta, con tanta caspa y un planteamiento tan arcaico, tratándose de fiestas sociales y familiares, que no tiene otro fin que el de que nos divirtamos. Seamos libres y elegantes.

Hace mucho tiempo que se ha perdido la esencia de la Navidad, los valores como la unión, la familia, la solidaridad, la generosidad, la gratitud… y si algo nos permite la moda es liberarnos, desinhibirnos, expresarnos. Ya en más de una ocasión he citado la célebre frase de Enrique Loewe de que la verdadera moda no es ir a la moda y es, en suma, un grito de libertad, como para que nos venga el imbécil de turno a decirnos cómo vestir y cómo sonreír estas fiestas. Y para los ateos y negacionistas, ¡feliz Nada!

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