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Katy Mikhailova

De glamour en época de guerra y de gordas en la playa

A las gordas nunca se las había permitido asistir a la playa sin sentir ninguna clase de resquemor o incomodidad. Gracias, Irene Montero.

A las gordas nunca se las había permitido asistir a la playa sin sentir ninguna clase de resquemor o incomodidad. Gracias, Irene Montero.
Nyome Nicholas - Williams | Instagram

Gordos y gordas han existido desde siempre. Gordes no. Esto es más nuevo. Pero a los gordos y a las gordas nunca se nos había permitido, -oficialmente, campaña mediante-, asistir a la playa sin sentir ninguna clase de resquemor o incomodidad. Gracias, Irene Montero, por recordarnos que nosotras también tenemos derecho a bañarnos en el mar con la celulitis al aire. Nunca hubo un problema o reivindicación de esto. Lo que no me parece ético es discriminar la barriga cervecera o directamente a todos esos fofisanos que tanto han nutrido nuestras playas durante lustros. La panza de la felicidad ha pasado a mejor vida. Y el feminismo nuevamente hace de las suyas: excluir. Excluir a hombres y a las que encajan en los "cánones de belleza" -un concepto, por cierto, casi tan obsoleto como platónico e indefinible-.

Qué pensarán, entonces, y cómo se sentirán los guapos, guapas, guapes, metrosexuales, vigoréxicos, vigoréxicas y "vigoréxiqxs". Si acaso no se encontrarán discriminados. Y si no rozará este tipo de campañas la violencia visual, ninguneando a las que pueden presumir de "90-60-90"; me pregunto también si no será ahora un delito tener la talla 36 ó 38. "Las de las piernas largas y musculosas: no". "Las que tienen glúteos compactos: ustedes tampoco". "Las de pechos armoniosos y levantados: fuera". Qué caro va a salir estar buena. Y que mala prensa va a tener. Una va a estar buena y va a parecer una delincuente, una antisistema. Y por supuesto, va a tener que pedir perdón.

Y aunque ya Botero lo predijo, leo que podría haber costado unos 84.000 euros la bromita de la ministra. Ya ni me adentraré en el debate de si es o no saludable la imagen que se promueve en tan bella estampa, porque de eso ya Adriana Abenia sabe mucho. Abenia da lecciones de gordofobia, y sube el pan. Oiga: el pan blanco, nada de "sin gluten" ni integral. Blanco, blanco. El que engorda. El de toda la vida. Para ir dignos a la playa.

Hablando de blanqueamientos, para blanqueamiento el de Vogue con la Guerra de Ucrania. Cómo normalizar una guerra. No sé cómo interpretan ustedes que el presidente de un país en guerra -que arrastra más de 5.000 civiles muertos, entre ellos más de 300 niños- pose con su señora para una portada de la edición americana de Vogue. ¡Toma ya! Con polvos incluido; en la cara, hasta donde sepamos. Con un atrezzo-escenario para la Primera Dama de Ucrania que deja a más de uno de piedra. Vean, si dudan, las imágenes del makingoff:

Así se hizo la producción de Olena Zelenskaya en Vogue: amor en tiempos de guerra. De aquí a poco publicarán algo del tipo de "10 cosas que debes saber para estar guapa en un tiroteo" o "cuando veas este vestido militar no querrás quitártelo en las trincheras". Ya si frivoliza el mismo presidente de Ucrania, acompañémosle.

Muy poco gusto. Ninguna ética y tiempos desafortunados. Disparo aquí, disparo allá. Uno, el de la genial Leibovitz con cámara; y los otros, los que caigan. Y, mientras a Olena la repeinan y la recolocan para el shooting, los ucranianos siguen anclados en uno de los peores momentos de la historia del país. Penuria, hambrunas, enfermedades y auténtico debacle económico que Europa debe sostener. Pero no se preocupen que el presidente tiene la solución: Zelensky desde su Instagram sugiere la compra de la colección solidaria de Balenciaga. Sudaderas por 200 euros cuya recaudación se va a destinar íntegramente a ayudar a Ucrania. No sé si estamos ante una genialidad o nos estamos volviendo locos.

Me da hasta pereza analizar las polémicas vacaciones de Juanma Castaño, con novia incluida, en Tanzania: el periodista sube un post para contar en tono de humor que tuvieron que pedir más agua para que su compañera se lavara el pelo. Sí: en un país caracterizado por escasez de agua. Tal fue el revuelo que ha tenido que borrar el post y otros tantos. Es lo que tiene ser famoso y compartir hasta lo que se defeca. Hagan como "los narcos" y no suban sus excentricidades. -Ironía aparte-. Que en boca cerrada no entran moscas, pero sí gordas. Gracias, Irene.

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