
Al hablar de personajes históricos en Disney, es imposible no hablar de Campanilla, y no es otra que la pequeña hada que vivía en Nunca Jamás y que ayudaba a salir airoso a Peter Pan de sus innumerables aventuras. Un personaje femenino, fuerte y con carácter, frente a las vulnerables princesas que copaban entonces los cuentos, que saltó a la gran pantalla en 1953. Sin embargo, además de la luz de su fortaleza, independencia, valentía o arrojo, la personalidad de Campanilla también tenía sus sombras. Pero, ¿Cómo puede esta personalidad trasladarse a la vida real? Precisamente es esta dualidad en la que se basa el llamado Síndrome de Campanilla, que habla sobre cómo puede afectar a la vida y a las relaciones sociales y de pareja tener rasgos como los del hada. Pero hay que recordar que el Síndrome de Campanilla es un término no oficial que se refiere a una teoría sobre el comportamiento humano.
No hay que olvidar que la psicología y el cine han evolucionado de forma paralela y se vienen influyendo mutuamente desde hace muchos años. Tanto es así que muchos de los comportamientos que se han visto en la gran pantalla han sido estudiados por los expertos para definir a diferentes grupos de la población. Desde el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, el de Rapunzel o el de Benjamin Button, hay una película de Disney que ha destacado por dar juego a psicólogos y terapeutas: Peter Pan.
El Síndrome de Campanilla no podía escapar a estos estudios, por ello, se sabe que una mujer Campanilla es aquella que destaca especialmente en su trabajo siendo una profesional exitosa, con tendencia al perfeccionismo extremo. Además, se las define como personas muy luchadoras, constantes y con un gran carisma y seducción. No solo en el terreno afectivo, sino en hacer que todo el mundo caiga rendido a sus encantos, en el ámbito que sea. Sin embargo, sin desmerecer ese triunfo social y profesional, se les atribuyen problemas con el control de la ira, los celos y de la capacidad emocional. Así, no llegarían a vincularse estrechamente con nadie al 100%, ni en lo amistoso ni en lo sentimental, pero sí son muy posesivas. Hay que recordar que en las películas, Campanilla lucha contra todos y contra todo, pero también contra ella misma y con miedo a la soledad pero no al peligro.
Psicológicamente hablando, no está de más saber que la personalidad Campanilla suele formarse en la infancia, y está basada en la represión emocional, la autoexigencia y la inmadurez. En algún momento aprendieron a dejarse a sí mismas a un lado (a nivel afectivo) y a cumplir con las expectativas que su familia esperaba de ellas. Es más que evidente que todo el mundo conoce la historia de Peter Pan y en más de una ocasión uno se ha sentido comprendido por él: no todo el mundo quiere hacerse mayor. El motivo es que cuesta aceptar las obligaciones de la edad adulta y se intenta resistirse al paso de los años. Más allá del protagonista, que quiere ser eternamente joven, hay quienes nunca terminaron de fijarse en la personalidad de su compañera.
La famosa hada, con aspecto frágil, pero fuerte a la vez, refleja la personalidad de muchas de las mujeres de hoy en día y que, además, puede llegar a perjudicar en las relaciones amorosas que desarrollen a lo largo de su vida. Este síndrome afecta a todas aquellas que han convertido su falta de amor y reconocimiento en ira durante la infancia.
Qué es el Síndrome de Campanilla
Campanilla es la gran protagonista de Peter Pan. Su carácter y espontaneidad conquistó a todos los espectadores y por ello, se convirtió en el personaje principal de algunas películas de Disney. A pesar de todo el amor que se originó alrededor de la pequeña hada mágica, lo cierto es que muchos de sus comportamientos pasaron desapercibidos. No hay que olvidar que esta hada mágica a menudo desempeñaba conductas tóxicas como querer controlar a Peter Pan, tratar de perjudicar a Wendy movida por los celos y llevar a cabo comportamientos manipuladores para conseguir lo que quería. Tanto es así que Campanilla, pasa al imaginario colectivo como la alegoría de los celos, que es capaz de traicionar a su fiel compañero únicamente porque no le dedica atención.
Esto es algo que puede verse en la personalidad de algunas personas y, aunque no hay evidencia científica que respalde el síndrome de campanilla, algunos psicólogos han empleado el término para describir a personas, especialmente mujeres, que pueden ser extremadamente celosas o posesivas en sus relaciones interpersonales, especialmente románticas. Esa parte celosa hace cosas insospechadas y termina por ser muy posesiva con la otra persona. El motivo es que tienen claro lo que quieren y va a por ello sin importarle las consecuencias, lo que a veces supone estrategias manipuladoras y retorcidas. Por tanto, el Síndrome de Campanilla define a muchas mujeres exitosas y perfeccionistas, que buscan que todo el mundo caiga rendido ante sus pies, sin embargo, tienen falta de implicación en las relaciones. Esa especie de lucha constante contra todo, termina volviéndose hacia una misma haciendo que el autocuidado no esté entre sus prioridades y no sepa gestionar sus sentimientos.
Como tantas muchas otras conductas que se desarrollan en la adolescencia, el síndrome de campanilla tiene relación con la infancia. Quienes lo padecen, es posible que tengan algún trauma proveniente de los primeros años, como la ausencia de amor. Por ello, buscan conseguir, a través de una especie de seducción y manipulación, lo que no han conseguido cuando eran más pequeñas. Pero además, es posible que hayan sido educadas para dar siempre lo mejor de sí mismas, por lo que tienen las expectativas muy altas.
Nunca hay que olvidar que, en general, la falta de implicación, la inseguridad, los celos y la posesión pueden interferir directamente en las relaciones de pareja. Y aunque no se den en gran medida, son comportamientos muy habituales, ya no solo en mujeres, sino en muchos hombres de la actualidad. Esto es porque, al final, Peter Pan y centenares de películas han normalizado conductas tóxicas de las que puede que uno no sea consciente, pero pueden perjudicar el futuro. Pero, ¿Cómo identificar el Síndrome de Campanilla? Las personas que se cree que tienen el Síndrome de Campanilla a menudo exhiben una serie de características comunes que incluyen:
- Celos intensos: Las personas con el Síndrome de Campanilla pueden sentir una gran cantidad de celos hacia su pareja, amigos o incluso objetos materiales como la ropa o los dispositivos electrónicos. De hecho, los celos pueden ser tan intensos que puedan interferir en la relación amorosa y hacer que la persona se sienta ansiosa, deprimida o cabreada.
- Comportamiento posesivo: Estas personas a menudo sienten la necesidad de controlar a las personas y los objetos que consideran importantes para ellos. Puede llegar a extremos para asegurarse de que nadie más tenga acceso a estas cosas, y pueden sentirse amenazados o inseguros cuando alguien más se acerca a ellos.
- Búsqueda constante de atención: Las personas con el Síndrome de Campanilla pueden necesitar una atención constante y sentirse abandonadas o rechazadas si no la reciben. De hecho, pueden actuar de manera infantil o inmadura para llamar la atención de los demás y sentirse incómodas o enfadadas si no se les presta suficiente atención.
- Inseguridad: A menudo estas personas tienen una baja autoestima y pueden sentirse inseguras acerca de su lugar en el mundo. Por ello pueden necesitar constantemente la validación de los demás y sentirse incómodas o enfadadas si no la reciben.
- Búsqueda de emociones fuertes: Las personas con el Síndrome de Campanilla a menudo buscan emociones fuertes y pueden tener dificultades para encontrar la felicidad o la satisfacción en las cosas más simples de la vida. Por ello, pueden estar constantemente buscando nuevas experiencias o una emoción que los haga sentir vivos.
¿Qué factores llevan a experimentar el Síndrome de Campanilla?
Este tipo de personalidad suele labrarse durante la infancia y normalmente suele estar basada en la represión emocional y la autoexigencia. Suele darse en mujeres que en algún momento de su infancia tuvieron la necesidad de dejarse a sí mismas de lado a nivel afectivo para cumplir con las expectativas que su familia esperaba de ellas. Esto es, por ejemplo, la idea y exigencia de triunfar en el mundo laboral y en la sociedad sin necesitar de nada ni nadie. También se trata de mujeres fuertes y con mucha personalidad, pero cuyo ego puede ser en ocasiones demasiado frágil. Tampoco quieren mostrarse tristes ni pedir nada, solo exigir y sentirse satisfechas.
Pero la realidad, es que detrás de esa personalidad arrolladora y envidiable a menudo se esconde un exceso de responsabilidad y autoexigencia que en ocasiones puede llegara ser devastador para quien lo sufre, normalmente, se trata de personas que no contaron con todo el afecto que deberían en la infancia y que se han visto obligadas a tomar el control de sus emociones a una edad demasiado temprana. Mujeres increíbles, perfeccionistas, inspiradoras e independientes, pero que en el fondo esconden también una gran necesidad de recibir amor, de reconciliarse con su yo más infantil y de aceptar que tener necesidades afectivas de otra persona no las hace necesariamente dependientes de nadie.
Características en la relación de pareja
- Evitación del compromiso: Tienen miedo al compromiso que una relación seria requiere, prefiriendo mantener una dinámica más casual o superficial para evitar las responsabilidades que vienen con un compromiso más profundo.
- Dependencia emocional o financiera: Pueden depender de su pareja para tomar decisiones importantes o incluso para el apoyo económico, sin buscar desarrollar una autonomía personal.
- Idealización de la libertad personal: Valorizan extremadamente su independencia al punto de no querer hacer ajustes o compromisos que cualquier relación seria demanda.
- Inmadurez emocional: Exhiben dificultades para manejar conflictos de manera constructiva, pudiendo recurrir a berrinches o retirarse en lugar de enfrentar y resolver problemas.
- Dificultades para planificar un futuro conjunto: Su enfoque está más en el presente inmediato y en la gratificación instantánea, lo que les hace esquivos a la hora de hacer planes a largo plazo con su pareja.