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¿Es verdad que los chupitos son digestivos?

Los chupitos digestivos son un clásico tras una comilona pero, ¿Es cierto que funcionan? ¿Hay alternativas sin alcohol?

Los chupitos digestivos son un clásico tras una comilona pero, ¿Es cierto que funcionan? ¿Hay alternativas sin alcohol?
tequila, lima, sal | Pixabay/CC/Lk_Drak

Hacer una gran comida con la familia, amigos, compañeros de trabajo... y no terminarla con un chupito es casi sacrilegio. Es un ritual, tanto que la tradición culinaria española dicta que hay que tomar un chupito de licor de hierbas, una crema de orujo, un pacharán o incluso un gin-tonic tras una gran comilona. Pero, ¿Cómo se ha llegado a ese punto? Sencillamente porque se ha hecho creer que tienen propiedades digestivas, de hecho, a estos chupitos se les conoce también como digestivos porque la creencia popular apunta que pueden servir para que se asimilen mejor los alimentos. Es evidente que las vacaciones son el momento perfecto para este tipo de comilonas, además, como los chupitos están fresquitos.... con el calor "entran solos" y, para más inri, en muchos restaurantes lo ofrecen como invitación tras el postre. Desde el famoso limoncello en Italia hasta el pacharán en España, estas bebidas alcohólicas se disfrutan comúnmente bajo la creencia de que ayudan a la digestión. Sin embargo, ¿Qué tan cierto es este mito? ¿Realmente los chupitos después de comer facilitan la digestión o es simplemente una práctica social sin fundamentos científicos?

El chupito digestivo es una costumbre muy arraigada en España ya que siempre se ha tenido una cultura muy fuertemente vinculada al consumo de alcohol, de hecho, cualquier excusa es buena para tomar un trago. Además, durante muchos años se ha intentado vender el mensaje del "consumo moderado". por esto, se puede pensar que detrás del "chupito digestivo" existen intereses comerciales por parte de la industria del alcohol para difundir estos mitos y financiar estudios sesgados sobre las supuestas propiedades saludables del alcohol.

Hay que recordar que el alcohol tiene un efecto a nivel neuronal que hace que se procese la información y se reaccione mucho más lentamente de lo habitual. Pero no solo eso y es que, a nivel digestivo, irrita el estómago y ralentiza los músculos que se encargan de hacer la digestión, pudiendo llegar a provocar una gastritis en los casos más graves. Entonces, ¿Por qué está tan extendido el mito? Cierto es que existen algunos trabajos científicos que sostienen que cantidades bajas de alcohol pueden relacionarse con una mejora de la digestión debido a que se produce una dilatación de los vasos sanguíneos. Aunque hay que recalcar que este mensaje puede ser peligroso, ya que se sabe que no existe cantidad de consumo de alcohol segura debido a que es neurotóxico y se relaciona con el cáncer y enfermedades cardiovasculares, incluso en cantidad pequeñas.

Origen de la tradición

En Europa, por ejemplo, el consumo de 'digestivos' se remonta a la antigüedad, hay que recordar que ya los romanos y griegos antiguos solían beber vino especiado tras sus banquetes. Posteriormente, en la Edad Media, la destilación de alcohol permitió la creación de licores más fuertes, que rápidamente se convirtieron en un remate habitual después de las comidas. Las bebidas digestivas son diversas y se presentan en diferentes formas según la cultura. Las más habituales son:

  • Pacharán: endrinas maceradas en un anisado, que suele aromatizarse con una rama de canela y algún grano de café.
  • Licor de hierbas: macerado de hierbas, que suele incluir romero, albahaca, menta, tomillo, hierbabuena y canela, en orujo.
  • Grappa: un aguardiente de orujo de uva italiano.
  • Orujo: bebida alcohólica destilada procedente del hollejo de uva, también llamado aguardiente.
  • Jägermeister: licor de hierbas alemán.
  • Sake: en Japón, el sake a veces se consume después de las comidas.

Lo que dice la ciencia del chupito digestivo

La ciencia ha investigado los efectos del alcohol en la digestión y los resultados son contundentes respecto a los mitos instaurados. El alcohol tras una comida copiosa estimula el ácido gástrico, sin embargo, esto no necesariamente significa una mejora en la digestión. El motivo es que, en exceso, el ácido gástrico puede causar irritación en el revestimiento del estómago y contribuir a problemas digestivos como la gastritis.

Además, el alcohol puede contribuir a la relajación del músculo liso en el tracto gastrointestinal, pero esto no siempre es beneficioso. De hecho, esta relajación puede ralentizar el vaciado gástrico, lo que en realidad podría retrasar la digestión y causar una sensación de pesadez.

Pero además, tiene un impacto en la motilidad intestinal. Diferentes estudios han demostrado que el alcohol puede afectar la motilidad intestinal de diversas maneras, dependiendo de la cantidad consumida y la susceptibilidad individual. En pequeñas cantidades, puede tener un efecto relajante, pero en mayores cantidades, puede causar disfunción y alterar el proceso digestivo normal.

Los diferentes ingredientes herbales de algunos digestivos tienen propiedades carminativas, es decir, que alivian la flatulencia, y digestivas. Sin embargo, la cantidad de estas hierbas en los chupitos puede no ser suficiente para producir un efecto significativo y cualquier beneficio podría ser contrarrestado por los efectos del alcohol.

Además, hay estudios que sugieren que los componentes amargos en estos licores pueden estimular la secreción de ácido gástrico y enzimas digestivas. Sin embargo, el alcohol en sí mismo tiene efectos mixtos sobre el sistema digestivo. El motivo es que, en pequeñas cantidades, puede relajar los músculos del estómago y mejorar el flujo sanguíneo, lo que podría favorecer la digestión, pero el consumo excesivo de alcohol puede irritar el revestimiento del estómago y causar problemas digestivos como acidez y gastritis.

Es importante tener en cuenta que la percepción de los chupitos como digestivos también está influenciada por factores culturales y psicológicos. La costumbre de tomar un licor después de la cena puede crear una sensación de ritual y relajación que podría contribuir subjetivamente a una mejor digestión.

Cómo afecta el alcohol a la digestión

El alcohol es una molécula pequeña, neutra, soluble en agua, por eso, al beberlo, se absorbe desde el estómago y por todo el tracto digestivo. Es cierto que las bebidas con alta graduación reducen las secreciones gástricas e intestinales, lo que dificulta la digestión, pero el alcohol también afecta a la absorción de nutrientes en el intestino e interfiere con la actividad de enzimas que ayudan a digerir determinados nutrientes, como ocurre con la lactasa. Los efectos a dosis bajas del alcohol no es que sean buenos, pero sí que pueden ser rápidamente revertidos. Sin embargo, en mayor o menor medida, las posibles consecuencias de su consumo son:

  • Trastornos en la movilidad esofágica. Si la movilidad no es la correcta, se dificulta el correcto sentido y funcionalidad de la digestión.
  • Gastritis, o lo que es lo mismo, inflamación del revestimiento de las paredes del estómago.
  • Trastornos del vaciado gástrico y diarreas.

Riesgos del consumo de chupitos después de comer

Aunque un chupito ocasional después de una comida no suele ser perjudicial, existen algunos riesgos asociados al consumo regular de alcohol como digestivo.

  • Dependencia del alcohol: el consumo habitual de alcohol, incluso en pequeñas cantidades, puede llevar a la dependencia y otros problemas de salud relacionados con el alcohol. Además, el exceso de ácido gástrico provocado por el alcohol puede causar irritación y daño en el estómago y el esófago, contribuyendo a condiciones como la gastritis y la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
  • Calorías vacías: el alcohol aporta calorías sin proporcionar nutrientes, lo que puede contribuir al aumento de peso y a problemas de salud asociados con la obesidad.

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