
Este perfil profesional tan especializado como desconocido ha cobrado visibilidad gracias a Noelia StGeorge (@noeliastgeorge), quien trabaja como laundress en residencias de altísimo nivel y lo comparte desde dentro en su cuenta de Instagram. A través de sus publicaciones, explica con detalle en qué consiste su trabajo y por qué es una de las profesiones más valoradas —y discretas— entre las grandes fortunas del mundo.
En el corazón de las residencias más lujosas del mundo, hay un perfil profesional tan especializado como desconocido: la laundress. Esta figura, presente únicamente en los hogares de las familias de alto poder adquisitivo, combina conocimientos de alta costura, técnicas de conservación textil y habilidades organizativas al más alto nivel. No es simplemente una persona que lava y plancha: es una auténtica experta en el cuidado del lujo.
El trabajo de una laundress no se limita a mantener la ropa limpia. Su tarea consiste en lograr que cada prenda luzca como recién salida de una boutique de lujo. Desde vestidos de alta costura hasta prendas básicas de lino o algodón, todo debe conservar su forma, color y textura como el primer día.
Esto implica dominar cada fase del tratamiento textil: desde clasificar adecuadamente la ropa, identificar el método de limpieza adecuado (lavado a mano, limpieza en seco o planchado directo) hasta saber cuándo una prenda debe enviarse a un especialista. "Que la ropa siempre esté como recién salida de la boutique de lujo, impoluta", resume StGeorge.
Tejidos nobles
Seda, encaje, lino, organza… Cada tejido requiere un trato específico, y la laundress debe conocer a fondo cómo limpiarlos, secarlos, plancharlos y guardarlos. Cualquier error puede significar la pérdida de una prenda de altísimo valor. Además del tratamiento en lavandería, hay un profundo conocimiento técnico detrás de cómo doblar, colgar y almacenar según las necesidades del tejido.
El planchado es, probablemente, la parte más subestimada del trabajo. Pero en el contexto del lujo, es una disciplina milimétrica. "Un buen planchado sigue las piezas del patrón con el que está estructurada una prenda. Un buen planchado no deja rastro, pero te cambia el volumen de la prenda", explica la profesional. Saber cuándo usar vapor, a qué temperatura y con qué técnica puede marcar la diferencia entre una prenda arrugada y una perfectamente estructurada.
La organización del vestidor es otro de los pilares de esta profesión. Aquí no se trata solo de colocar camisetas y pantalones por colores: el armario debe estar listo para responder a las necesidades del propietario en cualquier momento.
Eso implica rotar prendas por temporada, mantenerlas limpias y listas para usarse, gestionar pequeños arreglos, enviar piezas al sastre o al tinte y garantizar que cada objeto está siempre en su lugar exacto. En palabras de la profesional: "Que los armarios estén súper bien organizados y cada cosa siempre donde su dueño la espera encontrar".
Aunque cualquiera podría, en teoría, aprender las técnicas, lo que marca la diferencia es la pasión por el detalle y el cuidado. "Es cierto que si lo disfrutas de verdad, la ropa y los armarios parecen otros. Y sus dueños lo notan y lo aprecian", afirma la laundress.
