Enero no es triste por casualidad: de la falta de vitamina D a la presión de los nuevos propósitos
Factores como el fin de las fiestas, la falta de luz y la presión económica marcan el inicio del calendario. Analizamos si es un mito publicitario.
Enero tiene mala fama porque, tras el ritmo intenso de las fiestas navideñas, cargadas de reuniones familiares, celebraciones y una rutina alterada, llega el primer mes del año como un brusco regreso a la realidad. La vuelta al trabajo o a los estudios, el final de las vacaciones y la necesidad de reajustarse a la normalidad generan una sensación de bajón emocional que muchos identifican como tristeza. Lo peor son los primeros días del año, justo la vuelta a la rutina tras los días de descanso...
Pero además, a este cambio de ritmo se suma un factor físico importante: la falta de luz solar. A nadie se le escapa que, en pleno invierno, los días son más cortos y el sol aparece con menos intensidad, lo que puede afectar a la producción de vitamina D. Esta carencia influye en el funcionamiento del sistema nervioso y en el estado de ánimo. Además, los excesos típicos de las Navidades, como las comidas copiosas, los dulces, el alcohol o el tabaco, también pasan factura al organismo, incrementando la sensación de cansancio y desmotivación.
Otro elemento clave es la presión psicológica asociada a los propósitos de Año Nuevo. El motivo es que enero suele presentarse como el mes del cambio, de las metas ambiciosas y de la versión ideal de uno mismo. Sin embargo, en muchos casos se plantean objetivos poco realistas que, al no cumplirse rápidamente, generan frustración, culpa y sensación de fracaso, añadiendo un peso emocional innecesario.
El mito del ‘Blue Monday’
Buena parte de la fama de enero como mes triste se debe al llamado "Blue Monday", conocido como el tercer lunes del mes. No obstante, este concepto, lejos de tener una base científica sólida, nació en 2005 como parte de una campaña publicitaria. Si es cierto que, en su origen, se apoyaba en una fórmula pseudocientífica que mezclaba variables como el clima, las deudas navideñas, el tiempo transcurrido desde las vacaciones y la falta de motivación.
Aunque la fórmula carece de validez científica, el mensaje caló en la sociedad porque conectaba con sensaciones reales. No obstante, algunos expertos coinciden en que no existe un día universalmente más triste ni un mes condenado emocionalmente. Se trata más bien de una construcción social que amplifica factores comunes que afectan al estado de ánimo de muchas personas.
La cuesta de enero y el impacto económico
Junto al componente emocional aparece el factor económico. Enero es también el mes de las rebajas y del ajuste financiero tras los gastos de diciembre. La llamada "cuesta de enero" refleja el impacto de facturas, deudas y gastos acumulados durante las fiestas. Si es cierto que esta presión económica puede generar angustia, estrés y ansiedad, reforzando la percepción negativa del mes.
El consumo, además, actúa como un alivio momentáneo. Comprar puede generar una sensación temporal de control o satisfacción, pero no resuelve el malestar de fondo, lo que explica por qué enero se percibe como un periodo especialmente vulnerable desde el punto de vista emocional.
¿Es realmente el mes más triste?
La percepción de enero no es universal ya que depende del contexto geográfico, social y personal. En el hemisferio sur, por ejemplo, enero coincide con el verano, las vacaciones y el buen tiempo, lo que cambia por completo su carga emocional. Incluso en el hemisferio norte, muchas personas viven enero como una oportunidad de orden, introspección y nuevos comienzos.
Desde un punto de vista psicológico, enero no es una condena emocional, sino un mes de transición. La clave está en identificar qué factores concretos afectan a cada persona y no dejar que se acumulen hasta generar un malestar prolongado.
Cómo afrontar enero con otra mirada
Combatir la tristeza emocional en enero pasa por pequeñas acciones cotidianas. Mantener una rutina agradable, incorporar ejercicio físico, exponerse a la luz solar siempre que sea posible y cuidar la alimentación ayudan a mejorar el estado de ánimo. También es importante fijar metas alcanzables y a corto plazo, evitando la autoexigencia excesiva.
La conexión emocional juega un papel fundamental. Mantener el contacto con amigos, familiares o profesionales de la salud mental puede marcar una diferencia notable. Enero no tiene por qué ser un mes gris: puede convertirse en una etapa de reajuste, aprendizaje y construcción de hábitos que sienten las bases de un año más equilibrado y consciente.
Lo más popular
-
El blanqueo de Plus Ultra implica al régimen de Maduro: se nutría de fondos contra la pobreza -
Sablazo histórico: Hacienda supera los 300.000 millones de recaudación -
JUCIL estalla contra Pilar Alegría tras el alud de Panticosa: "Qué poca vergüenza" -
Predicen una nevada histórica en la Comunidad Valenciana -
El relojero de la Puerta del Sol: "Si el reloj se para en las Campanadas no habría solución"
Ver los comentarios Ocultar los comentarios