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¿Están preparados los edificios de España para soportar un terremoto como el de Siria y Turquía?

Geólogos y arquitectos denuncian que la norma de construcción sismorresistente está pendiente de actualizar y subrayan la importancia de la inspección

Geólogos y arquitectos denuncian que la norma de construcción sismorresistente está pendiente de actualizar y subrayan la importancia de la inspección
Miles de muertos tras un fuerte terremoto en Turquía

Los expertos atribuyen la gran cantidad de muertos en el terremoto registrado en Turquía a la deficiente construcción de un país sísmicamente muy activo. Las imágenes que ya han dado la vuelta al mundo muestran miles de edificios completamente derrumbados y, mientras geólogos y arquitectos insisten en que eso jamás hubiera pasado en países como Japón o incluso EEUU, la pregunta se antoja inevitable: ¿y en España?

La cuestión no es fácil de responder. Entre otras cosas porque, en la historia reciente, nuestro país apenas se ha expuesto a terremotos de una magnitud tan elevada (7,8). El último gran seísmo tuvo lugar en Lorca en el año 2011 y apenas llegó a 5,1. El resultado, sin embargo, fue desolador: aunque solamente hubo 9 fallecidos, 1.800 casas —en una población que ni siquiera llega a 100.000 habitantes— resultaron dañadas hasta el punto de tener que ser derribadas por completo.

La seguridad cuesta dinero

"La norma de construcción sismorresistente se va actualizando a raíz de desgracias como ésta", explica María José Peñalver, decana del Colegio de Arquitectos de Murcia y miembro de la junta directiva del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. Dicho de otra forma: los edificios están preparados para soportar las máximas sacudidas registradas hasta ese momento, pero no más. ¿Por qué? Por una razón meramente económica.

"Si tuviéramos que diseñar carreteras pensando en el mayor tráfico posible, todas serían enormes, ¿no? —plantea Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos—. Pues si tú diseñaras los edificios pensando en el terremoto máximo que se pudiera registrar en el mundo, serían demasiado caros. Por eso, se suelen hacer en base a la sismicidad regional histórica".

En países como Japón, donde suele haber muchos terremotos y muy fuertes, no hay otra opción. "En Tokio, los edificios de gran altura están diseñados con estructuras de acero laminado, de hierro, y con unas cimentaciones que no son fijas, sino que tienen unos nudos a modo de articulaciones que permiten que el edificio se mueva y pueda aguantar muy bien las sacudidas, pero construir así es muy caro —añade Peñalver—. Por eso, en el resto del mundo no se hace de forma sistemática. Todo hay que medirlo en una balanza. A mayor riesgo, mayores exigencias".

Las carencias de España

En el caso de España, los materiales que se usan son mucho mejores que los de Turquía. "La calidad de los hormigones de allí no es la que tenemos nosotros. Y, además, ahora tenemos un eurocódigo recientemente aprobado que exige una calidad en materiales y modelos constructivos y estructurales muy buenos", asegura la decana del Colegio de Arquitectos de Murcia que, sin embargo, coincide con el presidente de los geólogos a la hora de denunciar el retraso del Gobierno de Pedro Sánchez en aprobar la última actualización de la norma sismorresistente.

"Ahora mismo estamos aplicando una norma ya vieja. Hay un borrador aprobado desde julio, pero todavía no se le ha dado el visto bueno, por lo que se está trabajando con un mapa de territorios de riesgo desactualizado", lamenta Manuel Regueiro. Y ése no es el único problema al que nos enfrentamos, advierten los arquitectos, que lamentan que en España haya un parque edificatorio muy antiguo y, por tanto, ajeno a cualquier tipo de normativa sísmica, y que las inspecciones no sean tan rigurosas como debieran. Si esto es ya de por sí grave en cualquier lugar, más si cabe en aquellos puntos con mayor riesgo, como son Andalucía (y especialmente la zona de Granada), Murcia y el sur de la Comunidad Valenciana.

"Hasta hace muy poquito no ha habido cultura de mantenimiento e inspección de edificios y si a eso le sumas ampliaciones e intervenciones sin ningún tipo de control técnico o de manera ilegal, el riesgo es evidente", alerta la decana del Colegio de Arquitectos de Murcia, que recuerda que ésa fue precisamente una de las razones por las que el terremoto de Lorca causó tantos daños materiales.

Aquel episodio demostró que los edificios que habían sido construidos en las últimas décadas y que, por tanto, estaban sujetos a la normativa sismorresistente, aguantaron bien, permitiendo desalojar a los vecinos. No sucedió lo mismo, sin embargo, con los más antiguos o con aquellos que se habían reformado sin control. "Lo primero que se cayeron fueron los anexos, los edificios que se fueron incorporando o transformando a lo a lo largo del tiempo: que si ahora hago una ampliación por aquí, que si ahora hago un agujero en este muro de carga… Y eso, al final, si no pasa nada pues igual no hay problema, pero si hay una sacudida de ese tipo, pasa lo que pasa".

La importancia de las inspecciones

Precisamente por eso, Peñalver hace un llamamiento al Gobierno y a todas las instituciones implicadas para que den la importancia que se merece a las inspecciones: "Las inspecciones de edificios son como los controles rutinarios que nos hacemos en nuestro centro de salud. No dejan de ser una acción preventiva para evitar que una persona sea hospitaliza, sea intervenida o vaya a la UCI. Esto es lo mismo. Los edificios deben tener esa supervisión si queremos evitar una desgracia".

La experta insiste, además, en la importancia de que las administraciones no solo atiendan a la construcción en sí misma, sino a la ordenación del territorio. "Y me refiero al urbanismo, al hecho de que hay que prestar atención a cómo están configurados los edificios unos con otros, porque el que uno más alto esté al lado de otro más pequeño, el que haya una cimentación más superficial al lado de otra más profunda o la misma separación entre edificios o incluso si las calles son más anchas o más estrechas también influye a la hora de ver cómo se comportan ante un movimiento o una sacudida fuerte", advierte.

Las lecciones aprendidas en Lorca

En cualquier caso, la arquitecta reconoce que han sido muchas las lecciones aprendidas tras el terremoto de Lorca. "A raíz de esta desgracia, por ejemplo, se prohíbe el uso de mampostería en seco en construcciones de uso residencial, porque se pudo comprobar que soportó muy mal el terremoto". Desde entonces, también se presta especial importancia a elementos constructivos que no son estructurales, pero que también se cayeron e incluso provocaron alguna víctima mortal. "Estamos hablando de impostas, cornisas, antetechos… Todos esos elementos a los que hasta hace muy poco no se les prestaba mayor importancia", reconoce.

Por otro lado, Peñalver revela que las exigencias en edificios de uso hospitalario se han endurecido en los últimos años: "A fin de cuentas, son los que más tienen que resistir en buenas condiciones para poder alojar y atender a la gente herida y, en este sentido, la experiencia vivida en 2011 nos ha hecho reflexionar mucho". No en vano, a raíz de tal episodio, se creó un grupo de trabajo formado por profesionales de todas las ramas que están en contacto y formación permanente: "Es muy importante que todos sepamos cómo actuar y, de hecho, hemos realizado simulacros en coordinación con la UME (Unidad Militar de Emergencias) para seguir aprendiendo y no olvidar nunca lo que se pudo vivir en Lorca".

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