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Gusanos de Chernóbil han resistido la radiación sin daños en el genoma

Los gusanos que habitan las ruinas de Chernóbil no han padecido los efectos de la radiación.

Los gusanos que habitan las ruinas de Chernóbil no han padecido los efectos de la radiación.
Vista del reactor número 4 de Chernóbil, el que estalló el 23 de abril de 1986. | EFE

Un estudio de la Universidad de Nueva York ha revelado que gusanos microscópicos que viven en las ruinas de la central nuclear de Chernóbil no presentan cambios en su genoma como consecuencia de la radiación del desastre de 1986.

En los últimos años, los investigadores han descubierto que algunos animales que viven en la zona de exclusión de Chernóbil (la región del norte de Ucrania dentro de un radio de 30 kilómetros alrededor de la central eléctrica) son física y genéticamente diferentes de sus homólogos de otros lugares. Estos gusanos excepcionalmente resistentes no habrían sufrido sin embargo efecto alguno.

El estudio publicado en PNAS lleva el título "¿El repentino cambio ambiental seleccionó especies, o incluso individuos dentro de una especie, que son naturalmente más resistentes a la radiación ionizante?"

Para profundizar en esto, la investigadora principal Sophia Tintori y sus colegas recurrieron a los nematodos, pequeños gusanos con genomas simples y una reproducción rápida, lo que los hace particularmente útiles para comprender fenómenos biológicos básicos.

En colaboración con científicos de Ucrania y colegas estadounidenses, visitaron la Zona de Exclusión de Chernóbil en 2019 para ver si la radiación crónica ha tuvo un impacto detectable sobre las lombrices de la región. Con contadores Geiger en mano para medir los niveles locales de radiación y equipo de protección personal para protegerse contra el polvo radiactivo, recolectaron gusanos de muestras de suelo, frutas podridas y otros materiales orgánicos. Los gusanos se recolectaron en lugares de toda la zona con diferentes cantidades de radiación, desde niveles bajos a la par de la ciudad de Nueva York (insignificantemente radiactivos) hasta sitios con alta radiación a la par del espacio exterior (peligrosos para los humanos, pero no está claro si serían peligrosos para los gusanos).

Después de recolectar muestras en el campo, el equipo las llevó al laboratorio de campo de Mousseau en una antigua casa residencial en Chernóbil, donde separaron cientos de nematodos del suelo o de la fruta. Desde allí, se dirigieron a un hotel de Kiev donde, utilizando microscopios de viaje, aislaron y establecieron cultivos de cada gusano. De vuelta en el laboratorio de la Universidad de Nueva York, los investigadores continuaron estudiando los gusanos, parte de lo cual implicó congelarlos.

Centraron sus análisis en 15 gusanos de una especie de nematodo llamada Oscheius tipulae, que se ha utilizado en estudios genéticos y evolutivos. Secuenciaron los genomas de los 15 gusanos O. tipulae de Chernóbil y los compararon con los genomas de cinco O. tipulae de otras partes del mundo.

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que, utilizando varios análisis diferentes, no pudieron detectar ninguna señal de daño por radiación en los genomas de los gusanos de Chernóbil.

"Esto no significa que Chernóbil sea seguro; más bien significa que los nematodos son animales realmente resistentes y pueden soportar condiciones extremas", señala Tintori. "Tampoco sabemos cuánto tiempo estuvo cada uno de los gusanos que recolectamos en la Zona, por lo que no podemos estar seguros exactamente qué nivel de exposición recibieron cada gusano y sus ancestros durante las últimas cuatro décadas".

Los resultados dan a los investigadores pistas sobre cómo la reparación del ADN puede variar de un individuo a otro y, a pesar de la simplicidad genética de O. tipulae, podrían conducir a una mejor comprensión de la variación natural en los humanos.

"Ahora que sabemos qué cepas de O. tipulae son más sensibles o más tolerantes al daño del ADN, podemos utilizar estas cepas para estudiar por qué diferentes individuos tienen más probabilidades que otros de sufrir los efectos de los carcinógenos", explica la investigadora.

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