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Mapas 3D ayudan a entender el funcionamiento neuronal de los pulpos y sus tentáculos

Los pulpos tienen una especie de cerebro particular en cada tentáculo y esta investigación ha ayudado a entender cómo funciona cada uno de ellos.

Los pulpos tienen una especie de cerebro particular en cada tentáculo y esta investigación ha ayudado a entender cómo funciona cada uno de ellos.
Unsplash/Diane Picchiottino

La fisiología del pulpo es una de las menos habituales que podemos encontrar entre la fauna de nuestro planeta: tienen tres corazones y ocho tentáculos extremadamente sensibles y versátiles. Muchas cuestiones referidas a su funcionamiento neuronal han supuesto un reto para los neurocientíficos y la Universidad Estatal de San Francisco ha realizado una investigación que puede responder a muchas preguntas.

Neurología del pulpo

Cada una de las ocho extremidades del pulpo cuenta con más de 200 ventosas que funcionan de manera absolutamente independiente. A raíz de esto, para muchos científicos resultaba un enigma lograr entender cómo su cerebro era capaz de gestionar y mandar tanta información para conseguir que cada una de estas ventosas funcionase de manera eficaz.

Los pulpos tienen un sistema nervioso similar al de los perros, formado por más de 500 millones de neuronas. Sin embargo, lo que los diferencia de otro tipo de animales vertebrados, es que toda esa capacidad neuronal no se alberga únicamente en su cerebro, sino que se reparte por todo su cuerpo, encontrando gran parte de ella en los brazos. Es decir, podríamos afirmar que los pulpos tienen una especie de médula espinal en cada uno de sus tentáculos, lo que les permite iniciar respuestas desde ellos sin necesidad de consultar al cerebro.

Resultados de la investigación

Los análisis bidimensionales que existían hace unos años sobre las extremidades de los pulpos permitían a los científicos examinar solamente una parte de ellos y resultaba imposible averiguar si la distribución neuronal de esa zona era afín a la del resto del brazo. Sin embargo, Gabrielle Winters-Bostwick, becada en la Universidad Estatal de San Francisco tras realizar su doctorado y Diana Neacsu, estudiante de posgrado, tomaron diferentes muestras a lo largo del brazo del pulpo para crear una reconstrucción en tres dimensiones de su distribución celular.

Esta idea supuso un gran hallazgo cuando se percataron de que las células que se encontraban en la punta del brazo del pulpo eran distintas a las que podíamos observar en la base. Además, de manera paralela, descubrieron que existe una simetría entre la organización de las ventosas y las rafimicaciones nerviosas, apreciando una estrecha relación entre las neuronas del pulpo y los órganos que utiliza para agarrar.

"Esto nos permite comenzar a formular hipótesis y plantear nuevas preguntas pensando cómo se comunican las células entre sí", decía Winters-Bostwick a la revista Current Biology, haciendo referencia a que este descubrimiento supone la primera piedra para construir un castillo alrededor de una nueva manera de observar la neurología de los pulpos.

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