¿Cómo usar estufas de gas de forma segura? Estas son las recomendaciones de la Policía Nacional
El uso de esta fuente de calor en casa conlleva riesgos como fugas o intoxicaciones y es importante apagarlas mientras se duerme, entre otras medidas.
Con la llegada del invierno, las familias recurren a estufas de gas para poder mantener sus hogares calientes. Sin embargo, si no se utiliza correctamente este tipo de calefacción, podría convertirse en un gran problema. En los últimos años, se han registrado múltiples incidentes relacionados con fugas de gas y envenenamientos por monóxido de carbono. Por ello mismo, la Policía Nacional ha subido una publicación a su cuenta de "X" alertando de los principales peligros.
Uno de esos riesgos de las estufas de gas es la posibilidad de fugas. Aunque el gas doméstico está compuesto en su mayoría por butano o propano, sustancias que tienen un olor característico, en ocasiones los escapes pueden no llegar a notarse, especialmente si ocurren en espacios cerrados o poco ventilados. Una chispa, incluso la de un simple interruptor de luz, puede ser suficiente para provocar una explosión devastadora.
Cuando una fuga de gas se detecta a tiempo, las consecuencias pueden minimizarse con una correcta ventilación y el cierre de las llaves de paso. Sin embargo, si el escape pasa desapercibido, el peligro aumenta exponencialmente. La inhalación de gas puede provocar mareos, náuseas y, en casos graves, asfixia.
El problema que supone el monóxido de carbono
Quizás el mayor riesgo asociado al uso de estufas de gas es la producción de monóxido de carbono (CO), un gas incoloro, inodoro e insípido que se genera cuando la combustión no es completa debido a una mala ventilación o un mantenimiento deficiente del aparato. A diferencia de las fugas de gas convencionales, el CO no se percibe y sus efectos pueden ser fatales.
Los síntomas de intoxicación por monóxido de carbono suelen confundirse con los de una gripe: dolor de cabeza, fatiga, mareos y desorientación. Cuando la exposición es prolongada, las personas pueden perder el conocimiento e incluso fallecer en cuestión de minutos sin haber notado nada extraño.
Cada año, cientos de personas en todo el mundo mueren a causa de la intoxicación por monóxido de carbono en sus propios hogares. El riesgo es mayor durante la noche, cuando las personas duermen y no pueden notar los síntomas a tiempo para reaccionar.
Explosiones o incendios
Otro de las grandes amenazas asociadas a las estufas de gas es la de explosiones o incendios provocados por acumulaciones de gas en espacios cerrados. Un descuido, una válvula mal cerrada o un aparato defectuoso pueden ser suficientes para generar una acumulación peligrosa.
A pesar de estos riesgos, muchas personas subestiman los peligros y la familiaridad con el uso de estufas de gas puede llevar a una falsa sensación de seguridad. El gas es una fuente de energía útil y eficiente, pero su uso requiere precaución. Unos detectores de monóxido de carbono, una ventilación adecuada y un mantenimiento periódico son algunas de las medidas que pueden marcar la diferencia entre una calefacción segura y una tragedia.
Para ello, la Policía Nacional recomienda seguir una serie de medidas para evitar incidentes. Entre ellas, apagar las estufas mientras se duerme y prestar atención al color de la llama, que debe ser predominantemente azul; de lo contrario, podría ser una señal de peligro. En caso de detectar olor a gas, no se debe encender la luz, sino ventilar de inmediato abriendo las ventanas, salir de la vivienda y, si es necesario, llamar al 112.
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