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La amistad se enfría a partir de los 30: "Hacen falta 200 horas para una conexión íntima"

Desde la Universidad de Leeds, Josh Firth sugiere un patrón común de aislamiento en especies por salud o conflictos.

Desde la Universidad de Leeds, Josh Firth sugiere un patrón común de aislamiento en especies por salud o conflictos.
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, hace unos días, en una reunión de la ejecutiva de Podemos. | Archivo

Las verdaderas amistades suponen pilares fundamentales en la vida personal de cada uno. Ya sea para celebrar momentos de felicidad o para llorar en etapas más complicadas, siempre es mejor hacerlo en compañía de las personas que se consideran como parte de la familia. Sin embargo, la amistad se va deteriorando si no se cuida día a día y el paso del tiempo es uno de sus principales enemigos.

Numerosos psicólogos e investigadores de las relaciones humanas han llegado a la conclusión de que, cuanto más mayor se es, más complicado resulta forjar nuevas amistades y mantener las que ya se tenían, y varios de ellos apuntan a una principal razón de este enfriamiento.

Una encuesta que realizó Sigma Dos para Yo Dona en julio de 2024 quiso demostrar que los españoles tenían, en general, pocos amigos considerados verdaderos. De ella se extrajeron conclusiones muy interesantes, que muestran esta escasez de amistad en edades avanzadas. Según los resultados, cerca del 50% de los encuestados de entre 16 y 29 años afirmaron tener cinco o más amigos verdaderos. Sin embargo, esta cifra descendió hasta menos del 29% entre los encuestados mayores de 65 años.

¿Cuál es la razón de este deterioro?

Jeffrey Hall, profesor de Comunicación de la Universidad de Kansas, sostiene que la principal razón de este descenso de las relaciones de amistad a partir de los 30 años es la falta de tiempo, factor que considera tan importante como la afinidad. Según Hall, hacen falta unas 90 horas de interacción estrecha y "tiempo de calidad" para que un conocido se convierta en un amigo y al menos 200 para que pueda llegar a considerarse una amistad íntima. Por ello, las responsabilidades de cualquier adulto que trabaja y tiene que cuidar de sus hijos se interponen frontalmente con la búsqueda o el mantenimiento de amigos.

A su vez, un estudio realizado por las universidades de Oxford y Aalto, en Finlandia, aseguró tras realizar más de 3,5 millones de llamadas que las amistades empiezan a perderse a partir de los 25 años.

Kunal Bhattacharya, uno de los coordinadores de la investigación, declaró que la falta del tiempo provocada por las responsabilidades resulta clave en este deterioro: "Se trata de un punto de inflexión vital decisivo, ya que, en torno a esa edad, la mayoría de las personas se asoman a las responsabilidades y compromisos de la vida adulta y se ven obligados a reevaluar de manera drástica sus prioridades, optando, en la mayoría de los casos, por la pareja, la familia y el trabajo en detrimento de la amistad".

Esta podría no ser la única razón del deterioro de las relaciones sociales con el paso del tiempo. Para la psicóloga sanitaria Cristina Berzosa, la amistad se concibe como algo más sencillo y flexible en la niñez y la adolescencia; no obstante, con la edad las personas se van volviendo más exigentes y selectivas. Sin embargo, esta segunda hipótesis también tiene cierta relación con la que trata sobre la falta de tiempo ya que podría ser precisamente esta falta de tiempo la que provocase que no cualquier persona sea suficiente para gastarlo con ella.

Los animales también lo experimentan

Además, esta tendencia podría no ser exclusiva solo de los seres humanos. En la revista científica Philosophical Transactions of the Royal Society fueron publicadas 16 investigaciones diferentes que estudiaban cómo diferentes especies animales se volvían menos sociales según iban entrando en edades más avanzadas. Sin embargo, en estos casos sus motivos son muy diferentes.

La razón principal de este aislamiento de los animales en edades adultas es la intención de evitar enfrentamientos físicos y de alejarse de posibles infecciones. No obstante, Josh Firth, catedrático de la Facultad de Biología de la Universidad de Leeds en Inglaterra y editor del número de la revista científica, aseguró que estos comportamientos antisociales podrían esperarse también en el ser humano. Para ejemplificar su argumento, Firth utilizó la crisis sanitaria del covid-19 en la que, toda la población, pero especialmente las personas de edad avanzada, trataron de evitar los contactos sociales por motivos de salud.

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