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Sánchez responde a la obesidad infantil con un nuevo plan de 4 euros por niño y mucha propaganda

Uno de cada tres niños sufre exceso de peso y Sanidad responde con un plan publicitario, sin atacar el precio de la comida ni las causas reales.

El Ministerio de Sanidad ha publicado el que califica como el informe "más completo hasta la fecha" sobre obesidad infantil en España. El estudio, basado en datos clínicos de más de 237.000 menores de entre 0 y 14 años registrados en la Base de Datos de Atención Primaria (BDCAP), revela que las cifras de obesidad y sobrepeso apenas han cambiado desde 2013.

Niños de 12 y 14 años presentan tasas preocupantes: un 8–9 % sufre obesidad y alrededor del 20 % padece sobrepeso. Lo que el Gobierno describe como "cierta estabilidad" es, en realidad, una cronificación del problema. Las cifras siguen disparadas tras el repunte postpandemia, y no hay mejora estructural alguna. Pese a ello, el Ministerio de Sanidad intenta presentar el informe como un logro técnico y lanza, en paralelo, el programa estrella del año: "Tardes con Plan".

Un plan de ocio con 112 millones... que toca a 13 euros por niño

Este programa —dotado con 112.668.476 euros— pretende promover hábitos de vida saludables en niños y adolescentes mediante actividades fuera del horario escolar. Está cofinanciado por el Fondo Social Europeo Plus, con 78 millones procedentes de Bruselas, es decir, el gobierno de Sánchez financia el programa con 34 millones, es decir, 4 euros por niños.

Pero ¿a cuántos menores llegará este plan? El Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (2022-2030), donde se enmarca esta iniciativa, está dirigido a toda la población menor de edad: 8.060.403 niños y adolescentes entre 0 y 18 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Si el programa pretendiera alcanzar a todos, la inversión sería de apenas 13,97 euros por menor.

Incluso si el Ministerio logra involucrar a medio millón de niños —lo que sería ambicioso y no sería para todos—, el gasto ascendería solo a unos 225 euros por niño, muy lejos del coste real que implica revertir los factores que fomentan la obesidad estructural.

Más allá de las cifras, el plan se limita a actividades de ocio: meriendas, juegos, talleres de descanso y emociones. ¿Es ese el nivel de ambición del Gobierno frente a una epidemia de salud pública que arrastra, según nos dicen, enfermedades cardiovasculares, trastornos mentales, hipertensión o hígado graso desde la infancia?

Ignorar lo evidente: la comida saludable es un lujo

El informe reconoce que los niños con menos recursos tienen más probabilidades de padecer obesidad, pero evita enfrentarse al núcleo del problema: la comida sana es cara. No hay una sola línea sobre el precio de los alimentos ni una mención al impacto de la inflación alimentaria.

Desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa en 2018, los precios han subido un 21,3 % y en el caso de los alimentos esta subida ha sido del 38% . A esto se suma un aumento de más de 140.000 millones en cotizaciones e impuestos, que ha estrangulado aún más la economía de las familias.

Con el sueldo menguante y el carro más caro que nunca, ¿cómo se supone que deben comer mejor quienes apenas llegan a fin de mes?

El informe menciona los "determinantes sociales de la salud", pero lo hace con lenguaje eufemístico. Habla de "cultura obesogénica", "entornos alimentarios" y "discriminación estructural".

Palabras huecas y, algunas inexistentes en la RAE, cuando no se plantea nada concreto: ni reducción del IVA de productos frescos como frutas y verduras, ni refuerzo de los comedores escolares.

Diagnóstico clínico sin terapia política

La segunda parte del informe es demoledora si atendemos a los datos que facilita el Ministerio y las conclusiones a las que llega.

Según este informe de Mónica García, la obesidad infantil no es solo una cuestión estética: se asocia con mayor prevalencia de depresión, ansiedad, trastornos del desarrollo, hipertensión, hígado graso, alteraciones menstruales, asma y un uso hasta un 60 % mayor de medicamentos. A partir de los 12 años, los adolescentes con obesidad visitan más el médico, se medican más y acumulan más patologías crónicas.

Y sin embargo, pese a este diagnóstico contundente, el Gobierno no plantea ninguna acción concreta dentro del sistema sanitario o educativo. Todo se delega a entidades del tercer sector —ONGs, asociaciones— que competirán en una convocatoria abierta para ejecutar el plan "Tardes con Plan".

Es decir: Sanidad externaliza su respuesta ante una crisis sanitaria para que el dinero vaya a ONGs y asociaciones.

¿Qué falta? Todo lo que incomoda políticamente

Este informe podría haber sido el pilar de una estrategia ambiciosa: revisar fiscalmente los alimentos, blindar los comedores escolares, crear ayudas directas a la compra saludable, legislar contra la publicidad dirigida a menores, imponer un etiquetado más estricto, o coordinar políticas entre Sanidad, Agricultura y Educación. Pero nada de eso aparece.

Maquillaje institucional ante una emergencia real

La obesidad infantil es una emergencia sanitaria de primer orden. Afecta ya a uno de cada tres niños españoles y condiciona la salud futura del país.

Lo que hace el Gobierno es ofrecer maquillaje institucional: recopilar datos que ya se conocían, redactar un informe con tono académico, anunciar un plan mediático de bajo impacto real... y evitar a toda costa tocar el núcleo económico del problema.

La infancia obesa, o con la palabra inventada de Mónica García, obesogénica, necesita actividades de tarde, pero principalmente lo que necesita es que comer bien no sea un privilegio. Mientras eso no ocurra, 13 euros por niño no cambiarán nada.

Ana Hernández es Doctora en Química Orgánica, especializada en Química Médica y Biología, con más de veinte años de experiencia como investigadora tanto en España como en el extranjero. Es autora de múltiples publicaciones científicas y patentes.

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