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Así es la miel de hace 2.500 años hallada en un santuario griego

Un nuevo análisis químico ha identificado compuestos de miel y cera de abejas en un frasco descubierto en Italia en 1954.

Un nuevo análisis químico ha identificado compuestos de miel y cera de abejas en un frasco descubierto en Italia en 1954.
Restos de miel en una vasija de hace 2.500 años | ACS

Un equipo internacional de investigadores ha logrado confirmar, mediante técnicas analíticas modernas, que un residuo pegajoso hallado en una vasija de bronce en un santuario griego subterráneo de la antigua ciudad de Paestum, en Italia, contiene compuestos que corresponden a miel de hace unos 2.500 años. El estudio, publicado en la revista Journal of the American Chemical Society, respalda la hipótesis planteada hace décadas por los arqueólogos que excavaron el yacimiento en 1954.

El hallazgo original y su contexto histórico

La vasija fue descubierta en un santuario griego subterráneo datado hacia el 520 a.C., ubicado en Paestum, al sur de Italia. En su interior se encontró una sustancia densa y pegajosa cuya apariencia llevó a los arqueólogos a pensar que podría tratarse de miel depositada como ofrenda religiosa, una práctica habitual en la Grecia antigua.

Durante más de tres décadas, distintos equipos analizaron el residuo sin lograr confirmar su naturaleza. Las conclusiones anteriores sugerían que podría tratarse de una grasa animal o vegetal contaminada con polen e insectos. Sin embargo, el nuevo análisis ha permitido establecer una correspondencia directa con productos apícolas, lo que refuerza la teoría original.

Un análisis con técnicas moleculares actuales

El nuevo estudio ha sido realizado por un equipo dirigido por Luciana da Costa Carvalho y James McCullagh, con motivo de una exposición en el Museo Ashmolean del Reino Unido. Las muestras del residuo se sometieron a un análisis detallado mediante técnicas modernas de espectrometría y cromatografía, centradas en la huella molecular del material.

Los investigadores identificaron varios indicios compatibles con la presencia de miel:

  • Composición química casi idéntica a la de la cera de abejas y miel actuales, aunque con un nivel de acidez superior, coherente con la degradación por el paso del tiempo.

  • Una estructura molecular más compleja que la de cera degradada por calor, lo que indica la posible presencia de miel u otros productos apícolas.

  • Detección de azúcares hexosa, característicos de la miel, en concentraciones elevadas en zonas donde el residuo contactaba con el cobre del recipiente.

  • Identificación de proteínas propias de la jalea real, como las que secretan las abejas melíferas occidentales (Apis mellifera).

Implicaciones del estudio para la arqueología y la ciencia

Este análisis no solo permite identificar el contenido original del recipiente, sino que aporta datos sobre cómo se transforma la miel con el tiempo en entornos cerrados y en contacto con metales. Estas transformaciones químicas abren nuevas vías de investigación sobre la actividad microbiana antigua y su posible aplicación en otros campos.

Según da Costa Carvalho, los residuos arqueológicos "son ecosistemas químicos complejos" que pueden proporcionar información sobre prácticas culturales antiguas, pero también sobre procesos de degradación molecular relevantes para la ciencia actual.

Aunque los investigadores no descartan que el residuo contenga también otros subproductos de la colmena, los resultados confirman que la miel fue muy probablemente depositada en el santuario como ofrenda ritual, preservándose durante siglos en condiciones excepcionales.

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