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El 88% del textil español no se recicla: la doble moral del reciclaje de ropa

El reciclaje textil acumula normas y titulares verdes, pero la ropa sigue acabando en vertederos, incineradoras o exportada a África.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha destinado 30,5 millones de euros a 37 proyectos del sector textil, moda y calzado, dentro del PERTE de Economía Circular.

Pese al anuncio, los datos oficiales muestran que el 88% de los residuos textiles en España siguen terminando en vertederos o incineradoras, mientras las iniciativas financiadas apenas ofrecen garantías sobre su impacto ambiental real.

El reciclaje textil, lejos de ser una realidad

El 15 de septiembre de 2025, el Ministerio anunció la adjudicación de 30,5 millones de euros en ayudas, dirigidas a proyectos relacionados con la reutilización, reciclaje y digitalización del sector textil. Entre las iniciativas seleccionadas figuran plataformas digitales de segunda mano, tintes vegetales, hilos regenerados a partir de residuos como sacos de café o líneas de tratamiento para calzado.

La cofinanciación pública oscila entre el 15% y el 60%, en función del tipo de actuación y del tamaño de la empresa promotora. Sin embargo, el propio comunicado oficial reconoce que estos proyectos no incluyen objetivos medibles en términos de volumen de residuos evitados ni mecanismos para comprobar su trazabilidad.

Consumo al alza, recogida mínima

El contexto no es favorable. Según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), el consumo de textiles en Europa pasó de 17 kg por persona en 2019 a 19 kg en 2022. En España, el Ministerio cifra en 900.000 toneladas los residuos textiles generados anualmente, equivalentes a unos 20 kg por habitante. De ellos, solo un 12% se recoge de forma separada, mientras el resto se incinera o se deposita en vertederos.

El problema no es solo de volumen, sino la complejidad del reciclaje: muchas prendas están compuestas por mezclas de fibras y aditivos que dificultan su tratamiento. Además, el modelo de "moda rápida" ha multiplicado la producción de ropa de baja calidad y escasa durabilidad. La Fundación Ellen MacArthur estima que menos del 1% de la ropa usada vuelve a convertirse en ropa y que el 73% se quema o se entierra.

El Real Decreto: objetivos ambiciosos, dudas prácticas

El 23 de junio de 2025, el Gobierno aprobó el proyecto de Real Decreto sobre textiles y calzado, que establece objetivos de recogida y reutilización para la próxima década. Las metas incluyen:

  • 50% de recogida separada en 2030,
  • 70% en 2035,
  • 20% de preparación para la reutilización en 2030,
  • 35% en 2035.

Además, se prohíbe la destrucción de ropa no vendida y se exige que la recogida cubra todo el territorio, sin limitarse a zonas rentables.

El decreto establece también la responsabilidad ampliada del productor (RAP): serán las empresas las encargadas de financiar la recogida y el tratamiento de sus productos al final de su vida útil. Esto supone, en la práctica, un aumento de costes que podría trasladarse al consumidor, ya sea mediante subidas de precios o nuevas tasas.

La exportación no es reciclaje

Una parte significativa de los textiles recogidos no se recicla ni reutiliza en España. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, el 46% de los textiles usados exportados por la UE se envía a África, y de ellos, más de la mitad acaba vertido o abandonado. Otros destinos frecuentes son Pakistán, India o Emiratos Árabes Unidos.

El propio Ministerio reconoce esta práctica en su web oficial, donde enumera los destinos habituales de la ropa usada: tiendas, mercados, venta al por mayor, exportaciones y donaciones. En la práctica, esto significa que buena parte de la "reutilización solidaria" consiste en trasladar residuos a países con infraestructuras de gestión muy limitadas.

  • 50% de recogida separada en 2030,
  • 70% en 2035,
  • 20% de preparación para la reutilización en 2030,
  • 35% en 2035.

Además, se prohíbe la destrucción de ropa no vendida y se exige que la recogida cubra todo el territorio, sin limitarse a zonas rentables.

El decreto establece también la responsabilidad ampliada del productor (RAP): serán las empresas las encargadas de financiar la recogida y el tratamiento de sus productos al final de su vida útil. Esto supone, en la práctica, un aumento de costes que podría trasladarse al consumidor, ya sea mediante subidas de precios o nuevas tasas.

La exportación no es reciclaje

Una parte significativa de los textiles recogidos no se recicla ni reutiliza en España. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, el 46% de los textiles usados exportados por la UE se envía a África, y de ellos, más de la mitad acaba vertido o abandonado. Otros destinos frecuentes son Pakistán, India o Emiratos Árabes Unidos.

El propio Ministerio reconoce esta práctica en su web oficial, donde enumera los destinos habituales de la ropa usada: tiendas, mercados, venta al por mayor, exportaciones y donaciones. En la práctica, esto significa que buena parte de la "reutilización solidaria" consiste en trasladar residuos a países con infraestructuras de gestión muy limitadas.

Ana Hernández es Doctora en Química Orgánica, especializada en Química Médica y Biología, con más de veinte años de experiencia como investigadora tanto en España como en el extranjero. Es autora de múltiples publicaciones científicas y patentes.

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