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La OMS omitió un estudio clave para poder clasificar el glifosato como cancerígeno

Se descubre la razón de una decisión única entre los organismos internacionales; los demás no han encontrado relación alguna con el cáncer.

Se descubre la razón de una decisión única entre los organismos internacionales; los demás no han encontrado relación alguna con el cáncer.
Pulverización de glifosato en un campo. | Pixabay/CC/1737576

El glifosato es un herbicida que apareció en el mercado a mediados de los años 70 y ha sido objeto de numerosas campañas ecologistas en su contra, principalmente por ser Monsanto la empresa líder en su producción bajo la marca RoundUp y porque existen varios cultivos transgénicos (soja, maíz, algodón, etc.) cuya modificación consiste precisamente en hacerlos resistentes a este herbicida, cuyo uso resulta más económico y menos peligroso para la salud que otros pesticidas.

Diversos organismos medioambientales, entre ellos el estadounidense y el europeo, han avalado su uso. Pero en 2015, la Organización Mundial de la Salud calificó al glifosato como un producto "probablemente cancerígeno", dando alas a las peticiones de los ecologistas para prohibir su uso y a varias demandas contra Monsanto por su comercialización. Sin embargo, otros organismos internacionales no han apoyado a la OMS. En 2016 la FAO, la división alimentaria de la ONU, consideró improbable que este herbicida causara cáncer a través de la comida. Este mismo año, la Agencia Europea de Productos Químicos concluyó "que las pruebas científicas disponibles no cumplen los criterios para clasificar el glifosato como cancerígeno, mutágeno o tóxico para la reproducción".

¿Acaso estas agencias están menos preocupadas por la salud y quieren que nos muramos todos de cáncer? No parece probable. Quizá lo que deba examinarse con más atención sea la decisión discordante de la OMS. Eso es lo que ha hecho la agencia Reuters, concluyendo que el científico que dirigía el grupo que tomó la decisión de clasificarlo como cancerígeno tenía acceso a nuevos datos que no mostraban ninguna relación entre glifosato y cáncer, pero prefirió no comunicarlos y la agencia no los tuvo en cuenta.

Aaron Blair conocía bien esos datos en la reunión que tomó la polémica decisión porque había formado parte de la investigación. También reconoce que, de haberlos tenido en cuenta, seguramente la conclusión de la OMS hubiera sido distinta. Pero decidió no hablar de ellos en la reunión porque aún no se habían publicado pese a tener dos años de antigüedad en aquel entonces. La razón por la que no se publicaron, según Blair, es que se trataba de demasiada información para un sólo artículo científico. Monsanto lo acusa de ocultarla.

El estudio en cuestión resultaba especialmente pertinente porque se trataba de un análisis epidemiológico que examinaba la exposición humana real al herbicida, mientras que las investigaciones utilizadas por la OMS se trataba en su mayoría del clásico análisis consistente en atiborrar a ratones de laboratorio del producto en cuestión. Reuters consultó con dos expertos que no encontraron ninguna "razón científica aparente" para no haber publicado los datos. La Organización Mundial de la Salud, por su parte, indicó a la agencia que no tiene ningún plan de reclasificar al glifosato a pesar de estas evidencias.

Tan sólo un par de semanas después de la publicación de esta investigación por parte de la agencia Reuters, el Gobierno de California decidió clasificar el glifosato en su lista oficial de productos cancerígenos. Monsanto ha recurrido la decisión.

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