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¿Qué es el SIBO? ¿Cuándo se produce?

El cuerpo humano tiene bacterias y un desequilibrio puede provocar síntomas gastrointestinales inespecíficos. Cada vez hay más gente con SIBO ¿Qué es?

El cuerpo humano tiene bacterias y un desequilibrio puede provocar síntomas gastrointestinales inespecíficos. Cada vez hay más gente con SIBO ¿Qué es?
dolor de estómago, hombre, vaqueros | Pixabay/CC/derneuemann

La palabra SIBO hace referencia a las siglas en inglés, Small Intestinal Bacterial Overgrowth, lo que quiere decir: sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado. Este se define como un síndrome ocasionado por un crecimiento excesivo de bacterias presentes en el intestino delgado. Sin embargo, a pesar de que se tiende a usar el término SIBO de manera general, lo cierto es que no siempre se trata de bacterias, sino que a veces el sobrecrecimiento puede ser de otro tipo de microorganismos como arqueas u hongos, y en algunos casos es más una disbiosis.

Por tanto, el SIBO es una afección gastrointestinal en la cual bacterias que normalmente se encuentran en el intestino delgado proliferan en cantidades anormales, causando una serie de síntomas incómodos y problemas de salud. Hay que tener en cuenta que el intestino delgado es una parte esencial del sistema digestivo ya que es donde se absorben los nutrientes de los alimentos. En condiciones normales, el intestino delgado alberga una cantidad limitada de bacterias, pero cuando estas bacterias se multiplican excesivamente, se produce el SIBO.

No hay que olvidar que se suele también llamar SIBO al sobrecrecimiento de otros microorganismos llamados arqueas y técnicamente este término es erróneo para definir el sobrecrecimiento por arqueas, ya que cuando existe un crecimiento excesivo de éstas, el gas dominante que se produce a nivel del intestino delgado es el metano, el cual altera de forma significativa la motilidad intestinal, lo que genera estreñimiento. Por ello, el término científico correcto para referirse a un sobrecrecimiento de este tipo, no es SIBO, es IMO o sobrecrecimiento intestinal de metanogénicas. Al igual que puede existir un sobrecrecimiento de ciertos hongos y uno se debería de referir en ese caso a un SIFO. Pero no se queda ahí ya que muchas veces, los síntomas que presenta un SIBO pueden ser derivados no de un sobrecrecimiento sino de una disbiosis, es decir, un desequilibrio entre los organismos presentes: disbiosis sin sobrecrecimiento, incluso parasitosis.

No obstante, tener bacterias en el organismo no siempre es malo, sobre todo si están en el estómago o el intestino, pero el problema viene cuando hay un crecimiento excesivo de estas bacterias que pueden llegar a dañar desde el punto de vista digestivo. Pueden dañar porque, como consecuencia de este aumento de bacterias, se produce una incapacidad o alteración por parte del intestino de hacer su trabajo y, a su vez, esta presencia va a generar un daño en la propia piel del intestino, así como alterar la capacidad de absorber los nutrientes.

¿Por qué aparece el SIBO?

Las causas subyacentes del SIBO son diversas. Puede ser el resultado de problemas de motilidad intestinal, donde las contracciones que mueven los alimentos a través del sistema digestivo se ven afectadas, lo que permite que las bacterias se queden atrapadas en el intestino delgado. Las condiciones médicas como la enfermedad de Crohn, la diabetes, el hipotiroidismo y la enfermedad celíaca también pueden aumentar el riesgo de SIBO, ya que afectan la función normal del sistema digestivo.

Además, el uso excesivo de antibióticos que pueden alterar el equilibrio bacteriano natural en el intestino, así como las cirugías abdominales previas, también pueden predisponer a alguien al SIBO. Incluso las personas con problemas inmunológicos o que tienen problemas con la acidez estomacal pueden ser más propensas a desarrollar esta afección.

Esto es porque el SIBO lo causa un aumento de microorganismos a nivel del intestino delgado. El intestino delgado, gracias a los movimientos peristáltico, la presencia de ácido del estómago, la bilis y a su separación del colon mediante una válvula, llamada válvula ileocecal, suele tener un número bajo de bacterias. Cuando uno de estos mecanismos de control falla aumenta el número de bacterias y con ello el de la producción de gas. Además, se produce la inflamación de las vellosidades del intestino delgado que puede producir una malabsorción de nutrientes que a su vez favorece el desarrollo de más bacterias. Por tanto, en cuanto a los factores que pueden influir en la aparición de SIBO, los más habituales son:

  • Problemas estructurales dentro y alrededor del intestino delgado
  • La toma de antibióticos de forma recurrente
  • El consumo elevado de alcohol
  • La baja producción de ácido en el estómago a causa de la toma de medicamentos como el omeprazol o el nexium
  • Algunas enfermedades gástricas como la gastritis crónica
  • Alteraciones en la motilidad intestinal
  • Cirugías del aparato digestivo
  • Complicaciones de la cirugía abdominal, incluido el bypass gástrico y la gastrectomía

No obstante, aunque no hay datos específicos sobre la prevalencia del SIBO, se estima que afecta aproximadamente al 6-15% de la población general. Además, en pacientes con enfermedades subyacentes como la enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celiaca o pacientes que se han sometido a cirugía gastrointestinal, la prevalencia puede elevarse hasta el 70%.

Síntomas del SIBO

Los síntomas del SIBO pueden incluir, pero no están limitados, a náuseas, hinchazón, flatulencia, distensión abdominal, calambres abdominales, dolor abdominal, diarrea y /o estreñimiento. En casos extremos, los signos pueden incluir esteatorrea, pérdida de peso, anemia, deficiencias en vitaminas liposolubles, y/o inflamación de la mucosa del intestino delgado.

Hay que destacar que la evidencia sugiere que el dolor, la hinchazón y la distensión abdominal, los gases, la flatulencia y la diarrea son los síntomas más comunes descritos en pacientes con SIBO y prevalentes en más de dos tercios de ellos. En casos severos, pueden ocurrir deficiencias nutricionales que incluyen vitamina B12, vitamina D y hierro, pero en la mayoría de los casos, estas son sutiles o indetectables. Además, algunos pacientes también pueden manifestar fatiga y falta de concentración. Sin embargo, ningún síntoma por sí solo es específico de SIBO.

Es importante destacar también que los síntomas a menudo se disfrazan de otros diagnósticos como SII, diarrea funcional, dispepsia funcional o hinchazón. Esto se debe en parte a la variada presentación de los pacientes con SIBO y al número de factores de riesgo subyacentes que pueden conducir al desarrollo de SIBO. Por ello, se debe prestar atención no solo al perfil de los síntomas de un paciente, sino también a los factores de riesgo para SIBO y cualquier antecedente de intentos previos de tratar otras afecciones subyacentes.

¿A qué personas afecta más el SIBO?

Al igual que no hay datos de prevalencia, tampoco existe un patrón establecido que coincida con todas las personas que tienen SIBO, por lo que no hay un perfil. Lo que sí existen son ciertos factores que podrían favorecer el que una persona tenga o sea más predisponente a padecer SIBO. Algunos son:

  • Personas que lleven una alimentación rica en grasas saturadas, aceites refinados, refrescos, alimentos ultraprocesados con base de harinas blancas y refinadas así como ricas en azúcares.
  • Consumo de antibióticos de forma recurrente.
  • Fallos de funcionamiento en el CMM (complejo migratorio motor).
  • Personas con tendencia al estreñimiento o con un movimiento peristáltico lento.
  • Intervenciones quirúrgicas en el intestino delgado.

Complicaciones

  • Mala absorción de grasas, carbohidratos y proteínas. Las sales biliares, que normalmente se necesitan para digerir las grasas, se descomponen por el exceso de bacterias en el intestino delgado, lo que genera una digestión incompleta de las grasas y diarrea. Los productos bacterianos también pueden dañar el revestimiento mucoso del intestino delgado, lo que genera una menor absorción de carbohidratos y proteínas.
  • Las bacterias pueden competir por los alimentos disponibles. Y los compuestos producidos por la descomposición bacteriana de los alimentos estancados también pueden desencadenar diarrea. Juntos, estos efectos del sobrecrecimiento bacteriano dan lugar a diarrea, malnutrición y pérdida de peso.
  • Deficiencia de vitaminas. Como resultado de la absorción incompleta de las grasas, el cuerpo no puede absorber completamente las vitaminas liposolubles A, D, E y K. Las bacterias del intestino delgado sintetizan y utilizan la vitamina B-12, que es esencial para el funcionamiento normal del sistema nervioso y la producción de células sanguíneas y ADN.
  • El crecimiento excesivo de las bacterias puede dar lugar a una deficiencia de B-12 que puede provocar debilidad, fatiga, hormigueo y entumecimiento en las manos y los pies y, en casos avanzados, confusión mental. El daño al sistema nervioso central resultante de la deficiencia de B-12 puede ser irreversible.
  • Huesos debilitados (osteoporosis). Con el tiempo, el daño al intestino producido por un crecimiento bacteriano anormal provoca una absorción deficiente de calcio y, a la larga, puede derivar en enfermedades óseas, como la osteoporosis.
  • Cálculos renales. La absorción deficiente de calcio también puede provocar, tarde o temprano, cálculos renales.

¿Cómo se trata el SIBO?¿tiene cura?

Si la prueba sale positiva, es necesario tomar antibióticos específicos que debe prescribir un médico, además de seguir una dieta baja en carbohidratos de cadena corta. No obstante, se trata de un protocolo dietético muy concreto que debe ser supervisado y detallado por un profesional de la nutrición. Este protocolo se debe basar en la retirada o disminución del consumo de ciertos alimentos o grupos de alimentos de forma temporal para ayudar a la persona a mejorar sus síntomas y conseguir así un confort y calidad de vida mayor del que tenía antes.

Cuando se ha realizado esta combinación (antibióticos y dieta), lo recomendable es repetirse misma prueba para valorar el resultado de la misma. Tras el tratamiento con antibióticos es fundamental que se restaure toda la microbiota intestinal, así como la mucosa para lo que se pueden tomar probióticos.

¿Se puede prevenir el SIBO?

En cuanto a su prevención, no se puede garantizar a ninguna persona que tenga un intestino delgado que no vaya a desarrollar SIBO en algún momento de su vida, lo que sí se sabe es que hay factores predisponentes que sí pueden ser evitados. Por ello, la mejor forma de prevenir el SIBO es:

  • Disminuir el uso de fármacos que ralentizan el tránsito intestinal como las benzodiacepinas o los opiáceos o de aquello que disminuyen la acidez gástrica como el Omeprazol.
  • El control estricto de enfermedades que puede ralentizar el tránsito intestinal como la diabetes.
  • El uso de medicamentos procinéticos en pacientes seleccionados con tránsito intestinal lento puede ser de ayuda.
  • El tratamiento preventivo con ciclos de antibióticos en pacientes con varios episodios al año de SIBO y con algún defecto anatómico como cirugías previas o divertículos de intestino delgado puede utilizarse.

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