
La psoriasis es una enfermedad que puede afectar a la piel de distintas partes del cuerpo y presentar distintas formas, aunque todas tienen elementos en común como el enrojecimiento de la piel, la aparición de placas escamosas o la descamación e inflamación. Es además una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque no tiene cura definitiva, se puede manejar eficazmente con tratamientos médicos y cambios en el estilo de vida.
Más concretamente, la psoriasis es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmunológico ataca erróneamente a las células sanas de la piel. Esto provoca un proceso de renovación celular anormal en el que las células de la piel se multiplican a un ritmo acelerado y se acumulan en la superficie, formando las características placas escamosas. No obstante, la causa exacta de la psoriasis no se comprende del todo, pero se cree que la genética y factores ambientales desempeñan un papel importante en su desarrollo. Pero también hay que tener en cuenta que esta afección suele presentarse en ciclos, con brotes que duran algunas semanas o meses y luego disminuyen. Los factores desencadenantes comunes en las personas con predisposición genética a la psoriasis incluyen infecciones, cortes o quemaduras y determinados medicamentos.
Signos y síntomas más frecuentes
- Manchas rojas en la piel cubiertas con escamas gruesas y blanquecinas o plateadas.
- Piel seca y agrietada que puede llegar a sangrar.
- Picor, ardor y/o dolor.
- Uñas engrosadas, piqueteadas o acanaladas.
- Articulaciones inflamadas y rígidas.
- Erupciones irregulares cuyo aspecto varía mucho de persona a persona, desde unos pocos puntos de escamas similares a la caspa hasta erupciones importantes en gran parte del cuerpo.
- Erupciones que varían en color y tienden a ser de tonos violáceos con escamas grises en pieles morenas o negras, o de tonos rosados o rojizos con escamas plateadas en pieles blancas
Tipos de psoriasis
- Psoriasis en placas. El tipo de psoriasis más común, la psoriasis en placas, produce manchas secas y elevadas en la piel (placas) que provocan picazón y están cubiertas de escamas. Suelen aparecer en los codos, las rodillas, la región lumbar y el cuero cabelludo. Las manchas pueden ser de distintos colores, según el tono de piel. La piel afectada puede curarse con cambios de color temporales (hiperpigmentación posinflamatoria), en especial en pieles morenas o negras.
- Psoriasis en las uñas. La psoriasis puede afectar las uñas de las manos y de los pies y provocar hendiduras, crecimiento anormal y cambios de color. Las uñas psoriásicas pueden aflojarse y separarse del lecho ungueal (onicólisis). La forma grave de la enfermedad puede hacer que la uña se caiga.
- Psoriasis en gotas. La psoriasis en gotas afecta principalmente a niños y adultos jóvenes. En general, se desencadena por una infección bacteriana, como la amigdalitis estreptocócica. Se presenta como pequeñas áreas escamosas en forma de gota en el tronco, los brazos o las piernas.
- Psoriasis inversa. La psoriasis inversa afecta principalmente los pliegues de la piel en la ingle, los glúteos y las mamas. Provoca manchas lisas de piel inflamada que empeoran con la fricción y la sudoración. Las infecciones micóticas pueden desencadenar este tipo de psoriasis.
- Psoriasis pustulosa. La psoriasis pustulosa, un tipo poco frecuente, provoca ampollas claramente definidas y llenas de pus. Puede presentarse en forma de manchas extendidas o en áreas pequeñas de la palma de las manos o la planta de los pies.
- Psoriasis eritrodérmica. La psoriasis eritrodérmica, que es el tipo menos común de psoriasis, puede abarcar todo el cuerpo con una erupción con descamación, que puede provocar picazón o ardor intensos. Puede ser pasajera (aguda) o prolongada (crónica).
Causas de los brotes
No se conoce por completo la causa y el origen de esta enfermedad pero se cree que la psoriasis es un problema del sistema inmunitario que hace que las células de la piel crezcan a un ritmo más rápido de lo normal. En el tipo más frecuente de psoriasis, conocido como psoriasis de placas, esta rápida renovación de las células da lugar a manchas escamosas y secas. Además, los investigadores creen que tanto la genética como los factores ambientales juegan un papel. La afección no es contagiosa.
¿Existen factores de riesgo?
Aunque la psoriasis no es una enfermedad hereditaria, sí es frecuente que las personas que la sufren cuenten con antecedentes familiares de psoriasis. En concreto, una tercera parte de los pacientes tiene familiares directos con esta dolencia. Es decir, la predisposición genética es uno de los factores que participan en la aparición y desarrollo de esta dolencia. Además, existen otros factores de riesgo:
- Infecciones. La psoriasis en gotas aparece con frecuencia poco tiempo después de una faringitis por estreptococo.
- Sufrir estrés emocional o tensión psicológica. La psoriasis suele empeorar en épocas de mayor estrés y mejorar en vacaciones.
- Tabaco. No solo aumenta el riesgo de psoriasis, sino que también puede aumentar la gravedad de la enfermedad. El tabaco también puede desempeñar un papel en el desarrollo inicial de la enfermedad.
- Cambios en el clima que resecan la piel.
- Tomar ciertos medicamentos. Por ejemplo, beta-bloqueantes o sales de litio.
- Golpes o traumatismos. Algunos pacientes desarrollan lesiones de psoriasis en zonas de la piel en las que han sufrido algún trauma o rascado con anterioridad.
- Algunos estudios relacionan también la psoriasis con una alimentación rica en la ingesta de un ácido graso llamado ácido araquidónico (AA), presente en alimentos como la carne de vacuno, el cerdo, el pollo, los huevos, la leche de vaca, los cacahuetes, los lácteos y la mantequilla, entre otros.
¿Cómo se trata la psoriasis?
Aunque todos los tratamientos de la psoriasis son efectivos para la mayoría de los pacientes, ninguno lo es para todo el mundo, ya que la respuesta a cada tratamiento varía de una persona a otra y del tipo de enfermedad que sufra. Además, hay que saber que solo excepcionalmente la psoriasis se cura de manera permanente, pero lo habitual es que sea recurrente y crónica.
El tratamiento, enfocado al control de los síntomas y la prevención de infecciones secundarias, depende de factores como la gravedad de la enfermedad, el tamaño de las placas, el tipo de psoriasis y la reacción del paciente ante ciertos tratamientos. De acuerdo a los anteriores factores, el tratamiento puede ser:
- Tratamiento tópico: aplicado directamente en la piel o el cuero cabelludo en forma de lociones, ungüentos, cremas y champús. Se utilizan sobre todo corticoides tópicos, sustancias derivadas de la vitamina D, retinoides tópicos, breas y alquitranes, ácido salicílico y urea. Su objetivo es reducir la inflamación y el reemplazo celular, reducir la actividad del sistema inmunitario, descamar la piel y destapar los poros y suavizar la piel.
- Fototerapia: En casos de psoriasis más extensa, se utiliza la exposición a la radiación ultravioleta UVB, bien sea natural, producida por el sol, o bien artificial. También existe un tratamiento llamado PUVA, que combina el uso de la luz ultravioleta con un medicamento que sensibiliza la piel a la luz.
- Tratamiento sistémico: En casos graves de psoriasis, el especialista puede prescribir medicamentos como retinoides sistémicos o inmunosupresores, que inhiben el sistema inmune. Normalmente, no se usan antibióticos para el tratamiento de la psoriasis, a menos que se sospeche una infección bacteriana.
- Terapia combinada: Combina los tres tratamientos anteriores, los que se aplican en la piel, la fototerapia y los tratamientos sistémicos. Puede dar mejores resultados, además de que permite muchas veces usar una dosis más baja de cada tipo de terapia.

