
Existen numerosos problemas de salud alrededor del mundo que afectan a las personas pero no son valorados socialmente. Un ejemplo es el lipedema que, a pesar de ser identificado en la década de 1940, no fue reconocido como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta el año 2018. Pero, ¿Qué es el lipedema? Hay que saber que el lipedema es una enfermedad crónica que se da casi exclusivamente entre las mujeres y que consiste en la acumulación anormal de tejido adiposo subcutáneo especialmente en las piernas, aunque en ocasiones también se produce en los brazos. Esta enfermedad, por sus características, suele confundirse con la obesidad, lo que hace que se prescriba como único tratamiento un cambio en el estilo de vida, sin embargo, el lipedema va mucho más allá y no se soluciona perdiendo peso.
Es evidente que este trastorno se distingue por la desproporción corporal entre el tronco y las extremidades. Pero no solo eso sino que, además de la acumulación de grasa, el lipedema se acompaña de dolor y sensibilidad al tacto, tendencia a la formación de hematomas y, en muchos casos, problemas de movilidad debido al peso y volumen excesivo de las extremidades afectadas. Hay que saber que el lipedema tiene un origen todavía desconocido y suele comenzar en la pubertad, además puede intensificarse tras los cambios hormonales que se sufren por el embarazo o la menopausia. Según los últimos estudios médicos, aproximadamente un 10% de la población femenina mundial desarrolla lipedema.
Pero, ¿Cuáles son los síntomas? ¿Cómo aparecen? Generalmente, los síntomas aparecen primero en el tronco inferior, que presentará un volumen aumentado respecto al resto del cuerpo, igual en lado izquierdo y derecho. Otra característica clínica común es que en el tobillo se observe el llamado signo de cuff o almohadilla del lipedema. Además de la sensación de pesadez, el lipedema se acompaña del desarrollo de hipersensibilidad o dolor al tacto. En muchas ocasiones presenta, además, la aparición con facilidad de hematomas debido a un aumento de la fragilidad capilar. Pero no solo eso sino que el aumento de volumen del tejido adiposo, que ocasiona dolor al tacto, al caminar o al hacer ejercicio, empeora progresivamente con el paso del tiempo, dando lugar a un daño permanente e incapacitante en el sistema linfático y circulatorio, que puede derivar en otras patologías aún más complicadas. Pero, ¿Hay grados en esta enfermedad? Si, el lipedema puede ser clasificado se puede clasificar en diferentes grados, según la afectación:
- Grado I: La superficie de la piel es regular, aunque blanda, pero se pueden palpar pequeños nódulos de grasa.
- Grado II: La superficie de la piel es irregular, además de dura, por el aumento de la estructura nodular.
- Grado III: La superficie de la piel es adiposa, sobre todo en caderas y tobillos, donde abundan nódulos de distinto tamaño.
Síntomas de lipedema
La sintomatología clínica evoluciona negativamente hasta que los síntomas son claros y manifiestos. Esto provoca que los lipedemas de grado I puedan pasar desapercibidos, mientras que en los de grado III es totalmente perceptible. Los síntomas más habituales son:
- Aumento de volumen localizado en la zona afectada, generalmente en miembros inferiores aunque también en miembros superiores y el resto del cuerpo.
- Sensación de hinchazón y tumefacción.
- Tejido celular subcutáneo duro al tacto.
- Desproporción de la zona afectada respecto al resto del cuerpo.
- Empeoramiento de los síntomas con la menstruación, el calor y el ejercicio físico. También, a menudo, empeoran al practicar ejercicio, excepto la natación.
- Aparición de la copa de Cuff cuando afecta al tobillo.
- Dolor fuerte al pellizcar la zona.
- Telangiectasias o arañas vasculares, principalmente, en la cara lateral interna del muslo.
- Aumento de la sensibilidad al contacto, presión y frío.
- Disminución de la elasticidad cutánea, así como de la flexión de la rodilla y el tobillo.
- Cambios tróficos en la piel.
¿Cuál es su evolución?
Las células adiposas enfermas de piernas y brazos, van progresivamente aumentando de tamaño dando lugar a una distribución específica de la grasa. Hay que recordar que la característica principal del lipoedema es la desproporción entre piernas o brazos y el resto del cuerpo. Poco a poco, este aumento de volumen de las células adiposas por depósito de grasa, conlleva un aumento de la presión en los tejidos, dando lugar al síntoma más importante del lipedema, que es el dolor.
El dolor en fases iniciales puede ser muy sutil, si bien aumenta con la progresión de la enfermedad. Este dolor en piernas o brazos puede estar presente en reposo y también aumentar al caminar, de hecho, a menudo, se incrementa con el ejercicio. Además, es muy frecuente presentar dolor a la palpación, en especial en lugares como la cara interna de las pantorrillas, y experimentar una sensación continua de pesadez en las piernas. Debido a la fragilidad capilar en pacientes con lipodema, es habitual encontrar una tendencia a la formación de hematomas en las piernas, en muchos casos sin recordar la paciente haber sufrido un traumatismo en dicha zona.
¿Cómo se le puede hacer frente?
El tratamiento más conocido es la cirugía, con técnicas como la liposucción, pues es la única estrategia que consigue eliminar el tejido graso localizado. Pero las intervenciones conservadoras o sin cirugía tienen mucho que ofrecer. Además, debido a su complejidad, su manejo debe ser multidisciplinar, involucrando a muchas áreas de la salud. ¿Cuáles son los puntos clave?
- Rol activo: Es muy importante que sea la paciente quien lidere su tratamiento y gestione su enfermedad. Esto es común a otras dolencias para las que no existe cura, y hace falta introducir hábitos que permitan mejorar sus síntomas y estado de salud a largo plazo.
- Fisioterapia y movimiento: Aunque suela asociarse a una camilla y un abordaje pasivo, la labor del fisioterapeuta va orientada a fomentar la independencia en las personas con lipedema. Por ejemplo, es muy importante educarlas para que sepan qué es, qué no es y qué hábitos resultan beneficiosos. Desde la fisioterapia también se guía a la paciente para introducir actividades en su día a día de manera gradual, y se elaboran pautas de ejercicio adaptadas a sus características.
- Terapia compresiva: Llevar medias de compresión no reducirá el tejido graso ni evitará un aumento de grasa en las piernas si se gana peso. Sin embargo, diferentes estudios han mostrado que la compresión tiene un efecto beneficioso sobre el proceso inflamatorio en el tejido subcutáneo. Este tipo de medias deben ser médicas y prescribirse tras una valoración individual.
- Manejo del peso: Si bien el lipedema es una enfermedad por sí misma, un alto porcentaje de pacientes presenta obesidad. Y a su vez, el lipedema empeora con la ganancia de peso. Por tanto, aunque la pérdida de kilos no es la prioridad en el tratamiento, debe tenerse en cuenta en aquellas pacientes con obesidad o enfermedades graves relacionadas con la misma.
- Nutrición: Es importante que la paciente siga una dieta saludable y conozca el efecto proinflamatorio y antiinflamatorio de los hábitos de alimentación. La figura del nutricionista se revela como fundamental para guiar en la elección de alimentos como parte de un estilo de vida saludable.

