
El tétanos es una enfermedad causada por la bacteria Clostridium tetani, que se encuentra en el suelo, el polvo y las heces de algunos animales. Esta bacteria produce esporas que pueden entrar en el cuerpo humano a través de heridas abiertas. Una vez en el cuerpo, las esporas pueden liberar una toxina llamada tetanospasmina, que afecta el sistema nervioso y causa espasmos musculares intensos y dolorosos, además de rigidez en varias partes del cuerpo.
También puede afectar a la capacidad de respirar y tragar. Se trata de una enfermedad potencialmente mortal, que, según algunas fuentes, causa más de un millón de muertes anuales cada año. Gran parte ellas suceden en países en vías de desarrollo, mientras que, en la actualidad, se detectan pocos casos en los países occidentalizados.0
Es importante recordar que las bacterias crecen mejor cuando no están cerca del oxígeno. Cuanto más profunda y estrecha sea la herida, menos oxígeno habrá a su alrededor, por lo que es más probable que se produzca el tétanos. Por ejemplo, la bacteria puede crecer en una herida punzante de un clavo sucio. Si bien hay que tener en cuenta que el tétanos no es una enfermedad contagiosa entre humanos, sino que uno puede enfermar únicamente por el contacto con las esporas.
¿Cuáles son sus síntomas?
Al inicio, se producen, localizados en la zona de la herida, contracturas y tirantez muscular, incluso en reposo. De forma precoz, aparece también afectación de la musculatura de la mandíbula, lo que imposibilita abrir totalmente la boca. En estas fases también puede aparecer afectación de la musculatura de la espalda, dorsal y lumbar y producirse opistótonos o arqueamiento de la espalda.
A continuación, se padecen debilidad general y espasmos intensos, que producen contracciones súbitas, fuertes y dolorosas a diferentes grupos musculares. Esto se conoce como tetania y puede causar fracturas y desgarros. Con frecuencia, sufren espasmos los músculos de la garganta, lo que dificulta deglución. También pueden verse afectados el tórax y los músculos abdominales. Además, si el tétanos afecta a la musculatura cervical, puede darse rigidez en la nuca.
Cuando los afectados son los músculos faciales, se produce la conocida como risa sardónica: la cara se queda como congelada en una sonrisa con las cejas levantadas. Otros músculos afectados con frecuencia son los del aparato urinario, lo que a veces causa retención de orina. También la respiración puede verse dificultada, debido a los espasmos en los músculos de la laringe, del tórax, los costados y el diafragma. Puede llegar a desarrollarse una coloración azul e, incluso, sufrir asfixia. Además, la falta de oxígeno durante los espasmos puede llegar a provocar también daño cerebral y puede aparecer neumonías o paro respiratorio.
Dado que la toxina afecta a la parte del sistema nervioso que regula los procesos internos corporales, pueden darse también síntomas como irritabilidad, inquietud, sudoración, fiebre alta, hipertensión difícil de controlar, aceleración de la frecuencia cardiaca y arritmia. En los casos más graves, estos pueden producir insuficiencia o un paro cardiaco.
¿Cómo y cuándo se contagia?
El tétanos no puede contagiarse de una persona a otra. Como se ha dicho anteriormente, el agente causante es una bacteria llamada Clostridium tetani, que se halla con frecuencia en el suelo, el polvo doméstico y en las heces y el tubo intestinal de los animales y el ser humano. Allí, este microorganismo puede permanecer inactivo durante muchos años, pero sin dejar de ser infeccioso. Sin embargo, para que penetre en el cuerpo humano y produzca la infección, es necesaria una alteración en la piel o en las mucosas, si bien es cierto que, según algunas fuentes, de un 15% a un 30% de casos esa "puerta de entrada" para el germen puede pasar desapercibida. Las vías habituales por las que esta bacteria puede introducirse en el organismo son:
- Heridas contaminadas con tierra, heces, estiércol o algún cuerpo extraño. El riesgo es mayor si existe necrosis en la herida. Por ejemplo, laceraciones, quemaduras, heridas punzantes...
- Pinchazos en la piel con agujas sin esterilizar: al inyectarse drogas ilegales, tatuarse o perforarse para hacerse piercings.
- Mordeduras de animales.
- Fracturas abiertas.
- La utilización de material no esterilizado en el cuidado del cordón umbilical tras el nacimiento o cuando este tiene lugar en lugares con poca higiene puede provocar tétanos neonatal en hijos de madres no inmunizadas.
- Heridas uterinas por partos, interrupción voluntaria de embarazo, legrados.
- Quemaduras.
- Úlceras en la piel por mala circulación sanguínea.
- Broncoaspiración: existe riesgo si se aspiran tierra o heces contaminadas.
Prevención del tétanos
El tétanos puede prevenirse mediante la inmunización con las vacunas, que están incluidas en todo el mundo en los programas de vacunación sistemática y se administran durante los contactos de atención prenatal. Si bien es cierto que, para una protección de por vida, la OMS recomienda la administración de 6 dosis, 3 dosis primarias más 3 de refuerzo. La serie primaria debe comenzar con la primera dosis a las 6 semanas de edad, y las posteriores a intervalos mínimos de 4 semanas.
Las 3 dosis de refuerzo se deben administrar preferiblemente durante el segundo año de vida (12-23 meses), a los 4-7 años y a los 9-15. Lo ideal es que haya un intervalo de al menos 4 años entre las dosis de refuerzo. También hay que saber que existen muchos tipos de vacunas utilizadas para proteger contra el tétanos.
Además, el tétanos neonatal se puede prevenir inmunizando a las mujeres en edad reproductiva con VCTT, ya sea durante el embarazo o fuera de él. Además, también pueden prevenir el tétanos las buenas prácticas médicas, como el parto limpio y el cuidado del cordón umbilical durante el parto, o el cuidado adecuado de la herida en los procedimientos quirúrgicos y dentales. Tanto es así que, en países cuyos programas nacionales han mantenido una alta cobertura vacunal durante varias décadas, las tasas de incidencia del tétanos son muy bajas.

