
La ansiedad es el problema de la salud mental que más afecta a la población mundial afectando a un 6,7% de la sociedad y siendo esta más frecuente en mujeres que en hombres —un 8,8% en mujeres y un 4,5% en hombres—, según ha informado el Ministerio de Sanidad. Por ello, muchas personas se preguntan cómo detectar si tienen este trastorno de la salud mental o si su situación de malestar emocional y psicológico proviene del estrés, por lo que en este reportaje te contamos las pautas para saber si sufres este problema y cómo gestionarlo.
Según ha explicado la experta Silvia Vidal, psicóloga forense y sanitaria especializada en el tratamiento de la ansiedad y del estrés conocida como @queridaneurona en redes sociales a Infosalus, la ansiedad es una reacción fisiológica que tiene nuestro cuerpo cuando ve una posible amenaza. "Entonces, no tiene mucha lógica que queramos eliminarla si no sabemos qué tipo de peligro detectamos. Es una reacción fisiológica del cuerpo, y buena porque nos avisa de una amenaza", ha advertido.
Por ello, debemos analizar las causas que nos pueden estar provocando esa sensación de peligro que nuestro cuerpo ha percibido. Así, la experta distingue dos tipos de ansiedad: la adaptativa y la desadaptativa. La primera sería aquel tipo de ansiedad que nos advierte de un peligro cercano y nos prepara para afrontarlo de forma que estemos alerta como "un examen, una cita o una entrevista" o, más en el día a día, cuando creamos un paso de cebra y "corremos si vemos un coche rápido". "Ese tipo de ansiedad nos protege", ha destacado.
Sin embargo, la ansiedad desadaptativa se refiere a un tipo de peligro "que nos ahoga y nos limita" por aparecer cuando no debería, como "cuando estás en el sofá de casa y de repente sientes que está en absoluto peligro". La ansiedad se convierte en un trastorno cuando la ansiedad, como reacción fisiológica natural, no te protege ni alerta de peligros, sino que constantemente te machaca y se convierte en desadaptativa, que puede desencadenar situaciones dolorosas como un duelo, discusiones en familia, o cualquier otro conflicto; ausencia de amistades y de una red de apoyo; la falta de autocuidado; la autoexigencia y el perfeccionismo.
Cómo detectarla
Existen cuatro tipo de efectos que la ansiedad puede provocar en tu cuerpo y que puedes detectar. Los primeros son los cognitivos, es decir, los relacionados con el pensamiento. Estos se manifiestan en personas que no pueden parar de pensar en algún tema con preocupación como los pensamientos intrusivos que les hacen sentir confusas como la evaluación negativa de los demás, la reducción de la capacidad para centrarse o la anticipación de todo lo malo que pueda ocurrir.
Otros de los efectos que puedes sufrir son aquellos que sentimos en el cuerpo, los fisiológicos, que se dan cuando se te activa el cuerpo y sentimos taquicardias; respiración entrecortada; tics nerviosos como el temblor en los ojos; sensación de agotamiento; boca seca; bruxismo; tensión muscular; dolor de cuerpo; temblores; hormigueo; y problemas gastrointestinales, como el dolor tripa, las náuseas, los mareos, el comer mucho, o el dolor en el pecho.
El tercer grupo de efectos que puede tener la ansiedad en las personas son los emocionales, como sentirnos irritados, sentir la necesidad de saltar a la mínima en una discusión, asustarse a la mínima controversia, sufrir nervios, alterarse, tener impaciencia, y luego con apatía, "porque estás cansada de tener tantos síntomas que al final el cuerpo dice que aquí se queda".
Por último, el cuarto espectro de síntomas son aquellos que tienen que ver con la conducta o el comportamiento, con las acciones que la persona afectada puede que no haya detectado pero que sean evidentes para los demás. Estas, por ejemplo, pueden ser morderse las uñas, la sensación de inquietud y de mover las piernas, el tocarse las manos, arrancarse los pellejos de los dedos, morderse el labio, pensar en comer algo a cada poco rato o dar vueltas en la cama.
Cómo gestionarla
"Sí podemos aprender a gestionar la ansiedad, y a vivir sin esa ansiedad que nos limita, pero esta ansiedad adaptativa que se activa ante un peligro es innata. Gracias a ella hemos sobrevivido como especie, entonces ésta que se activa en situaciones importante es inevitable; si bien si se vuelve desadaptativa se puede aprender a gestionar, y gracias a la terapia, por ejemplo, a reducir sus síntomas e incluso a desactivarla", ha destacado Silvia Vidal, que ha ofrecido 5 pautas para controlar la ansiedad.
- Detectar qué te sucede, si tienes ansiedad o estrés; para 10 minutos al día y mírate hacia adentro y adivina qué es lo que te preocupa. La diferencia entre la ansiedad y el estrés es que la primera está relacionada con el miedo, mientras que la segunda con la sensación de no llegar y no tener tiempo para nada, por lo que es necesario detectar el causante del problema.
- Revisar las tareas de autocuidado emocional, cómo te cuidas emocionalmente, y si sientes las emociones, si no las reprimes y escuchas a tu cuerpo.
- Aprende a relacionarte con tus pensamientos porque no es lo que pensamos el problema, sino cómo nos relacionamos con ellos; y para esto puede ser útil escribir en un papel todo lo que piensas antes de dormir.
- En el caso concreto de la ansiedad más alta entrenar el foco de atención, y emplear la técnica de la hoja y el río: "Pon tus pensamientos en una hoja e imagina que lo dejas encima de un río, suelta la hoja y visualiza como se aleja la hoja con los pensamientos encima, visualÍzalos y no te critiques, ni juzgues".
- Revisar tu lenguaje interior y tu exigencia, trabajar la autocompasión y ver qué tipo de lenguaje interno estás teniendo, si te críticas por errores o si intentas tratarte con compasión y aprender de ellos.