
La hipomanía es un estado emocional que se caracteriza por un aumento anormal del estado de ánimo, la energía y la actividad, pero que no alcanza la intensidad de una manía completa. Aunque puede parecer un estado de euforia o productividad, la hipomanía es un síntoma clave del trastorno bipolar tipo II y puede tener consecuencias significativas en la vida de quienes la experimentan.
A diferencia de la manía, que puede interferir gravemente con la vida diaria y requerir hospitalización, la hipomanía es más leve, pero no por ello menos importante.
Síntomas de la hipomanía
Según expertos en psicología y psiquiatría, los síntomas de la hipomanía incluyen un estado de ánimo elevado o irritable, aumento de la autoestima, disminución de la necesidad de dormir, habla en exceso, fuga de ideas, distracción fácil, aumento de la actividad dirigida a objetivos –ya sea social, laboral o sexual— y participación en actividades que pueden tener consecuencias negativas, como gastos excesivos o conductas imprudentes.
A diferencia de la manía, en la hipomanía estos síntomas no son lo suficientemente graves como para causar un deterioro significativo en el funcionamiento social o laboral, ni suelen requerir hospitalización. Sin embargo, pueden ser lo suficientemente disruptivos como para afectar las relaciones personales y la toma de decisiones.
Diferencias entre hipomanía y manía
La principal diferencia entre la hipomanía y la manía radica en la intensidad y el impacto en la vida diaria. Mientras que la manía puede llevar a comportamientos de grandes riesgos, como gastar grandes sumas de dinero o involucrarse en actividades peligrosas, la hipomanía suele manifestarse de manera más sutil. Por ejemplo, una persona en estado hipomaníaco puede sentirse más sociable, creativa o productiva, pero sin llegar a perder el control por completo.
Sin embargo, esto no significa que la hipomanía sea inofensiva. Las personas que experimentan hipomanía pueden tomar decisiones impulsivas que, aunque no parezcan graves en el momento, pueden tener consecuencias a largo plazo, como problemas financieros o conflictos en las relaciones personales.
Causas y factores de riesgo
La hipomanía está estrechamente relacionada con el trastorno bipolar tipo II, aunque también puede aparecer en otros contextos, como en el trastorno ciclotímico o como efecto secundario de ciertos medicamentos. Los factores de riesgo incluyen antecedentes familiares de trastornos del estado de ánimo, estrés crónico, falta de sueño y el consumo de sustancias estimulantes.
Además, la hipomanía puede ser desencadenada por eventos estresantes o cambios significativos en la vida, como la pérdida de un ser querido, un cambio de trabajo o incluso un viaje emocionante. Por ello, es importante prestar atención a los cambios en el estado de ánimo, especialmente si se tienen antecedentes de trastornos afectivos.
Tratamiento y manejo de la hipomanía
El tratamiento de la hipomanía suele incluir una combinación de terapia psicológica y medicación. Los estabilizadores del estado de ánimo, como el litio o los antiepilépticos, son comúnmente recetados para prevenir episodios hipomaníacos. Además, la terapia cognitivo-conductual –TCC— puede ser útil para ayudar a las personas a identificar y manejar los desencadenantes de la hipomanía.
Es fundamental que las personas que experimentan hipomanía aprendan a reconocer los primeros signos de un episodio, como la disminución de la necesidad de dormir o el aumento de la energía, para poder tomar medidas preventivas. Esto puede incluir técnicas de relajación, mantener una rutina de sueño regular y evitar el consumo de sustancias estimulantes.
Consejos para convivir con la hipomanía
Para quienes viven con hipomanía, es importante establecer una red de apoyo sólida que incluya familiares, amigos y profesionales de la salud mental. Algunas estrategias útiles incluyen:
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Mantener un diario del estado de ánimo: anotar los cambios en el estado de ánimo puede ayudar a identificar patrones y desencadenantes.
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Evitar el consumo de alcohol y drogas: estas sustancias pueden exacerbar los síntomas de la hipomanía.
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Establecer una rutina: mantener horarios regulares para dormir, comer y realizar actividades puede ayudar a estabilizar el estado de ánimo.
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Practicar técnicas de relajación: la meditación, el yoga o la respiración profunda pueden ser útiles para manejar el estrés.



