
Un equipo de investigadores de la Universidad de Kobe (Japón) ha encontrado evidencias de que las personas optimistas comparten una forma común de imaginar el futuro, mientras que los pesimistas lo hacen de manera singular y más impredecible. El hallazgo, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se basa en una idea tomada de Tolstói: al igual que las familias felices se parecen, los optimistas también lo hacen a nivel cerebral. Este patrón compartido podría ser la clave de su mayor capacidad para conectar socialmente y mantener una actitud resiliente ante la vida.
Anna Karénina y la teoría del pensamiento alineado
La investigación parte de una hipótesis inspirada en el principio de Anna Karénina, la famosa frase que abre la novela de Tolstói: "Todas las familias felices se parecen; cada familia infeliz lo es a su manera". Aplicada al ámbito neurocientífico, esta idea sugiere que los cerebros de las personas con rasgos positivos —como el optimismo— tienden a funcionar de forma parecida, mientras que quienes tienen rasgos negativos —como el pesimismo— muestran un funcionamiento más diverso e individual.
Para comprobarlo, el equipo liderado por el psicólogo Kuniaki Yanagisawa diseñó dos estudios con 87 adultos sanos, a quienes se les pidió que imaginaran distintos eventos futuros —positivos, neutros y negativos— mientras se registraba su actividad cerebral mediante resonancia magnética funcional (fMRI). Los investigadores analizaron cómo reaccionaban las mismas zonas del cerebro ante los mismos escenarios, dependiendo del grado de optimismo de cada participante.
Un futuro común en los cerebros optimistas
Los resultados mostraron que, al pensar en el futuro, las personas con altos niveles de optimismo activaban patrones neuronales casi idénticos entre sí, especialmente en una región clave para el pensamiento introspectivo y emocional: la corteza prefrontal medial (MPFC). En cambio, los pesimistas presentaban patrones mucho más variables, lo que sugiere que cada uno imagina el futuro a su manera.
Este fenómeno se interpretó a través del modelo "AnnaK", desarrollado por el equipo japonés, y que fue más eficaz para explicar la similitud neuronal entre optimistas que otros modelos comparativos. La agrupación observada en los datos sugiere que compartir una visión positiva del futuro podría estar literalmente impresa en la actividad cerebral.
Procesar lo malo con distancia, lo bueno con claridad
Además de esa "sintonía cerebral", los optimistas también mostraron una mayor diferenciación entre escenarios positivos y negativos en sus representaciones neuronales. Esto no significa que ignoren lo negativo, sino que lo procesan de forma más abstracta y distante, lo que ayuda a reducir su impacto emocional. Por el contrario, los eventos positivos son imaginados con más detalle y concreción, reforzando su peso emocional.
Esta estructura cognitiva diferenciada se detectó gracias a una técnica de reducción dimensional (INDSCAL) que permitió mapear las representaciones mentales en función de la valencia emocional y del enfoque (si se imaginaban a sí mismos o a su pareja). Los optimistas tendían a centrarse más en la dimensión emocional que en la referencial, lo que refuerza su capacidad de priorizar lo positivo sin ignorar lo demás.
¿Nacemos optimistas o lo aprendemos?
Una de las preguntas que abre este estudio es si la convergencia cerebral entre optimistas es innata o aprendida. Los autores plantean que podría surgir tanto de predisposiciones biológicas como del entorno social, el aprendizaje o el tipo de interacciones personales. Estudios previos ya habían vinculado el optimismo con mayores redes sociales, mejor satisfacción en las relaciones y más apoyo percibido.
De hecho, se ha observado que las personas con rasgos positivos como el optimismo o la autoestima elevada tienden a interpretar la realidad de forma parecida, lo que sugiere la existencia de un modelo cognitivo compartido. Esta similitud podría ser clave no solo en la forma de pensar, sino también en cómo se entienden y conectan los individuos entre sí.
