
La mortalidad por todas las causas ha descendido de forma constante desde 1950 en casi todos los grupos de edad y países, según el estudio más completo elaborado hasta la fecha por el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington.
Sin embargo, esta mejora no se ha producido entre los jóvenes y adultos jóvenes, donde se observan repuntes de mortalidad atribuibles a suicidios, sobredosis y consumo de alcohol, especialmente en los países desarrollados.
En el caso de España, las tasas siguen siendo de las más bajas de Europa Occidental, aunque los datos del INE muestran un aumento sostenido de las muertes por causas externas en menores de 40 años.
Un cambio de patrón en la salud global
El estudio, presentado en la Cumbre Mundial de la Salud celebrada en Berlín y publicado en The Lancet, forma parte del proyecto Carga Global de Enfermedad (GBD 2023) y analiza datos de 204 países y 660 regiones desde 1990 hasta 2023. A pesar del crecimiento y envejecimiento de la población, la tasa mundial de mortalidad ajustada por edad ha caído un 67% desde 1950. La esperanza de vida global ha recuperado los niveles previos a la pandemia, situándose en 76,3 años para las mujeres y 71,5 para los hombres.
Pero esta evolución positiva no se extiende a todos los grupos. El informe destaca un aumento de la mortalidad en personas de entre 15 y 39 años, especialmente en América del Norte de altos ingresos y Europa del Este, debido a causas evitables: suicidio, sobredosis de drogas y consumo excesivo de alcohol.
España: estabilidad en la esperanza de vida, pero más riesgo en jóvenes
En el caso de España, los datos de GBD 2023 confirman que el país mantiene uno de los índices más bajos de mortalidad juvenil en Europa, gracias a una menor prevalencia de consumo de opiáceos y una red asistencial sólida. En 2023, la esperanza de vida fue de 86 años para las mujeres y 80,4 para los hombres, cifras similares a las de 2019, antes de la pandemia.
Aunque la tasa bruta de mortalidad en España se mantiene entre las más bajas de Europa Occidental, el repunte en estas causas preocupa a los expertos. Además, los datos reflejan una tendencia al alza en los trastornos mentales, intentos autolíticos y consumo de sustancias en adolescentes y adultos jóvenes.
Las enfermedades no transmisibles, principal causa de muerte
En términos generales, el estudio revela que las enfermedades no transmisibles (ENT), como las cardiovasculares, el ictus o la diabetes, representan casi dos tercios de la mortalidad mundial. Desde 1990, la carga de enfermedades infecciosas ha descendido, mientras que las ENT aumentan incluso en países con menos recursos.
En España, esta transición epidemiológica ya es evidente: la cardiopatía isquémica, el cáncer y el ictus lideran las causas de muerte. Pero entre los jóvenes, los principales factores de riesgo son otros: el IMC elevado, el consumo de tabaco y alcohol, los accidentes laborales y las conductas sexuales de riesgo.
Las cifras del INE también confirman que, en menores de 40 años, las muertes por causas evitables representan más del 70% del total.
Factores de riesgo: la mitad de las muertes podrían evitarse
Casi la mitad de las muertes y discapacidades en el mundo están relacionadas con factores de riesgo modificables, según el GBD. Entre los diez principales se incluyen la hipertensión, el tabaquismo, la glucosa elevada en sangre o la obesidad.
El informe también subraya las desigualdades geográficas: mientras que la edad media de fallecimiento en los países de altos ingresos alcanza los 80 años en mujeres y 74 en hombres, en África subsahariana apenas supera los 37 años para las mujeres y 34 para los hombres.
Los autores del estudio señalan que esta evolución desigual de la mortalidad mundial exige reforzar las políticas de prevención dirigidas a los grupos de menor edad, donde predominan las causas evitables. Tanto el IHME como los datos del INE coinciden en que la salud mental, los hábitos de consumo y la seguridad vial se han convertido en los principales retos sanitarios para la población joven en los países de ingresos altos.



