Seguro que las políticas de contraseñas, cada una exigiendo una longitud distinta, caracteres alfanuméricos, signos, números y un sinfín de caprichosidades del responsable de seguridad de turno, te traen de cabeza. Todo esto va a terminar muy pronto, con la llegada del DNI digital europeo. Pero no es oro todo lo que reluce.
La Unión Europea ha impulsado el DNI electrónico europeo o sistema de reconocimiento electrónico de identidades (eIDAS) con la promesa de simplificar nuestras vidas digitales. Un único documento de identidad válido en todos los Estados Miembros, que puede llevarse en el móvil o en una tarjeta inteligente, que permitirá identificarse, firmar documentos y realizar trámites sin la necesidad de múltiples contraseñas. Además, contará con protocolos de seguridad avanzados, lo que asegura la protección de los datos personales, o al menos así lo aseguran.
Sin embargo, bajo esta aparente comodidad, subyace una nada desdeñable amenaza a nuestra privacidad. El eIDAS no solo centraliza toda nuestra identidad digital en un solo medio, sino que convierte el dispositivo móvil en un elemento clave de identificación. Esto implica que, en caso de pérdida o robo del dispositivo, no solo se comprometería el acceso a nuestras cuentas personales, sino que también quedaría expuesta nuestra identidad completa. El ladrón podría suplantar nuestra identidad prácticamente en todos los ámbitos cotidianos.
Además, este DNI digital abre la puerta al control masivo de la ciudadanía. El hecho de que toda la información de identidad esté centralizada y sea accesible de manera instantánea facilita la creación de perfiles completos sobre nuestros hábitos, movimientos y decisiones. ¿Estamos dispuestos a entregar este poder al Estado o incluso a empresas privadas que gestionen tales datos?
Además, para usar el DNI digital europeo es necesario instalar la app del monedero digital de la UE, que integrará el DNI europeo con el euro digital, lo que supone un caballo de troya muy eficaz para facilitar el despliegue de esta criptomoneda controlada por el BCE.
Como efecto secundario, aunque el eIDAS promete mayor seguridad contra fraudes y la eliminación de las contraseñas, podría tener el efecto contrario. Esto es porque, una vez se desarrollen las interfaces con el monedero digital europeo, la mayoría de webs solicitarán un simple clic en tu móvil para acceder, en vez del correo electrónico y la contraseña del sitio, como ocurre actualmente. Esto, que resulta muchísimo más cómodo, también significa que tu DNI estará circulando por muchísimos sitios en Internet, en ocasiones de forma totalmente opaca respecto de la seguridad que la web de turno está aplicando sobre este dato tan sensible. La suplantación de identidad y el fraude estarán a la vuelta de la esquina, por mera probabilidad.
Parece que, una vez más, las instituciones europeas van a su propio ritmo y viven en su propio universo, que tiende cada vez a estar más alejado de la realidad que vive la ciudadanía. Y no se puede olvidar que los sistemas perfectos en teoría pueden derivar en abusos en la práctica. La pregunta que surge es: ¿realmente necesitamos esta digitalización extrema o estamos caminando hacia un futuro donde la libertad individual queda supeditada a la eficiencia tecnológica? ¿De verdad nos conviene tenerlo todo a un clic?
Históricamente se ha dicho que las personas tienden a ceder parte de su libertad en favor de su seguridad. Ahora parece que ambos parámetros vitales —libertad y seguridad— se van a ver mermados a cambio de comodidad. Deberíamos preguntarnos si deberíamos continuar con la idea de construir una sociedad orientada a la comodidad, que en su máxima expresión se convierte en vagancia, boludencia u holgazanería, según prefiramos denominarlo, o, por contra, debiéramos primar más el desarrollo humano de la persona y los valores que desde hacer milenios nos han diferenciado del resto de los animales: la espiritualidad, la intelectualidad, la razón, el amor, la solidaridad y muchos más. Quizás estemos alcanzando ya el momento de demandar una segunda era de la Ilustración. O quizás mejor nos dejamos llevar y a ver qué pasa.
En cualquier caso, recuerda que para ti el DNI digital será un paso hacia adelante siempre que te preguntes cuándo y para qué estás haciendo el siguiente clic. No regales clics de manera gratuita, a menos que estés dispuesto a ir perdiendo poco a poco tu sitio en este planeta.
Antonio Flores Galea tiene dos ingenierías superiores de Telecomunicación y en Electrónica por la Universidad de Sevilla y es MBA por la escuela de negocios IESE. Es profesor de Inteligencia Artificial y Big Data en la Universidad Francisco de Vitoria.

