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Medicina personalizada: de la fórmula magistral de botica a los fármacos de la IA

Gracias a la tecnología digital, la medicina personalizada ofrece oportunidades prometedoras en campos como la cardiología o la neurología.

Mi madre sufrió una enfermedad del colon durante muchas décadas. Yo, desde que era niño y hasta que terminé la carrera universitaria, veía cómo mis padres iban a la farmacia de Don Antonio a por una fórmula magistral y llegaban a casa con el medicamento en forma de un líquido metido en botes de cristal color caramelo, sin etiqueta, en cajas de cartón. Se escuchaba el tintineo del cristal al chocar unos botes con otros, hasta que los guardaban en un armario del cuarto de baño.

Era un ritual periódico, que se repetía no recuerdo si cada mes o cada quince días. El motivo es que mi madre, que tras una seria operación para extraerle el intestino grueso pudo decir por fin adiós al suplicio, era intolerante al único tratamiento comercial existente, que casi se la llevó al otro barrio en menos de veinticuatro horas. Así, hubo que acudir al remedio tradicional, una fórmula específicamente diseñada para ella por Don Antonio, experto en fórmulas magistrales, de los pocos que quedan.

Y es que, desde la era del desarrollismo, lo industrial ha vendido mucho y lo artesanal poco. Unos pocos se hicieron multimillonarios gracias a sus multinacionales industriales, entre ellas, claro, las farmacéuticas. En virtud de ello, también se industrializaron los sistemas sanitarios de todo el mundo: un diagnóstico, un tratamiento. El mismo enfoque para todos los pacientes. Si dos personas presentan la misma enfermedad, se les administra el mismo fármaco o terapia, sin considerar más que los síntomas y el historial clínico básico. Y el mismo libro para todos los estudiantes de medicina, que podría resumirse en una frase: "sigue las instrucciones del prospecto".

Sin embargo, cada cuerpo humano es único. Nuestros genes, hábitos, entorno y antecedentes familiares influyen no solo en la forma en que enfermamos, sino también en cómo sanamos. En este escenario, está más que demostrado que el modelo tradicional, el industrial diseñado por los farma-millonarios, a veces funciona y a veces no. Y como estamos ahora en la era de las minorías, donde lo de "que se haga lo que decida la mayoría" está bien pero, ojo, hay que gastar un extra de dinero en las minorías, ha surgido un renacer de la medicina tradicional, artesanal, personalizada.

Bueno, artesanal no. La medicina personalizada, que busca adaptar la prevención, el diagnóstico y el tratamiento a las características singulares de cada persona, utiliza los avances en genómica y al análisis de biomarcadores, haciendo uso del big data y la inteligencia artificial, para identificar riesgos, afinar diagnósticos y, sobre todo, elegir el tratamiento más seguro y eficaz para cada paciente, ajustando la composición y la dosis en cada caso.

Medicina personalizada

Para que la medicina personalizada sea una realidad, es indispensable recopilar y analizar ingentes volúmenes de datos de cada paciente. Ello exige nuevas infraestructuras tecnológicas, una formación continua del personal sanitario y, sobre todo, acciones que permitan digitalizar cuanta más información sea posible de cada uno de nosotros. Una pandemia, que casualmente pasaba por aquí, ayudó muchísimo en esto. También es necesario un marco robusto de protección de datos que garantice la privacidad y la seguridad de la información clínica.

En definitiva, gracias a la tecnología digital, la medicina personalizada ofrece oportunidades prometedoras en campos como la cardiología, la neurología, la oncología y la psiquiatría, e incluso en el abordaje de enfermedades raras, como la de mi madre. También podría desempeñar un papel crucial en la medicina preventiva, al identificar riesgos antes de que las enfermedades se manifiesten clínicamente. Además, la medicina personalizada no solo mejora la eficacia de los tratamientos, sino que también reduce los efectos secundarios y evita intervenciones innecesarias, contribuyendo así a un sistema sanitario más sostenible o, como dicen en mi pueblo, más barato.

A veces me pregunto si con la IA, la genética y el big data no estamos dando un paso atrás y volviendo a los tintineantes botes de cristal que escuchaba de niño entrar en casa. Pero cuando me toca visitar una startup por cualquier rincón de Europa y ver lo que están haciendo en medicina personalizada, el vuelo de regreso me lo paso siempre reflexionando, con una buena música de fondo sonando en mis auriculares y una copa de vino en la mano, que estamos retrocediendo un paso para tomar impulso y dar un gran salto adelante, con los medios de hoy, hacia una medicina y una sociedad más humana.

Antonio Flores Galea tiene dos ingenierías superiores de Telecomunicación y en Electrónica por la Universidad de Sevilla y es MBA por la escuela de negocios IESE. Es profesor de Inteligencia Artificial y Big Data en la Universidad Francisco de Vitoria.

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