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Agapito Maestre

Te protegerán mis alas

Obra maestra de Antonio Cuadri. Su mensaje es nítido: Dios está presente en la vida pública. Y si no lo está, repito, debería estarlo.

Pixabay/CC/652234

Es el título de una extraordinaria película de Antonio Cuadri. El estreno es el día 14 de noviembre en el cine Paz de Madrid. Está llamada a ocupar un lugar preferente entre las creaciones artísticas preocupadas por la vida espiritual. Por la religión, o sea, por Cristo. Por el Dios de España. La resurrección de la vida del espíritu a través de la vida religiosa, especialmente la cristiana, empieza a ser algo más que un fenómeno coyuntural o pasajero de la industria cultural. Es ya una tendencia artística. Está por todas partes. Se toca. Solo los necios cierran los ojos y se tapan los oídos ante lo evidente. Allá ellos.

Esa corriente artística y religiosa se llevará por delante, si es que ya no está dando sus últimas bocanadas, a «instituciones» que antaño fueron respetables y, de un modo u otro, estuvieron vinculadas a la Conferencia Episcopal Española y cosas similares. ¡Conferencia Episcopal! ¡Ja! Pobres. Y más pobres de espíritu son aún quienes invitan a Illa, el jefe político de Cataluña, a «dialogar», con el presidente de la Conferencia Episcopal, y se atreven a comparar esa paparruchada con el diálogo que tuvieron en su tiempo Benedicto XVI y Habermas… Si se pudiera levantar don Ángel Herrera Oria de su tumba y viera cómo están dilapidando su herencia, la creación de ciudadanos cristianos en una España moderna, estoy convencido de que regresaría a escape a su retiro. ¡Qué vergüenza!

Pero no nos perdamos. Volvamos a lo importante: a la película de Cuadri y a su entorno, a los ciudadanos que no esconden su creencia ni en tabernáculos privados ni en comunidades cerradas. Hay una renovación, una recuperación, en fin, una resurrección de Dios en la vida pública. Está presente hasta en el Festival de San Sebastián, ese que jamás condenó a los criminales de ETA; sí, hasta ese personal, después de reconocer el año pasado la grandeza de la tauromaquia premiando la película de Serra, Tardes de soledad, ahora ha tenido que premiar una película de temática religiosa, católica; este mismo film está siendo exhibido por un círculo cultural de Madrid, un círculo más anacrónico que el comunismo de Nicolás Maduro y Pedro Sánchez, el Círculo de Bellas Artes. ¡Bienvenidos al club! Los muchachotes del Bellas Artes promocionan a precio reducido, en una de sus dependencias, la película Los domingos, de Alauda Ruiz de Azuaga… Pronto, antes de lo que muchos sospechan, este tipo de ámbitos pseudo-culturales al servicio de los políticos más corruptos de España podrían cambiar… Ya están cambiando.

Y es que lo sagrado, ay, lo genuinamente sagrado, el Dios católico, el Dios más racional de toda la historia de la humanidad, está inundando los espacios tradicionales de la superstición, la superchería y la estafa «modelnista» sin que se enteren sus administradores. Ya sé, ya sé, algunos dirán que películas, como las de Cuadri, Alauda Ruiz de Azuaga, o la titulada Solo Javier de Josepmaria Anglès, una narración de una experiencia espiritual de renuncias y desapegos hasta la conversión al cristianismo de un joven madrileño, son cosas pasajeras. Algunos incluso serán más duros y considerarán que esta «vuelta a la religión» resulta más barata que la factura de un psiquiatra. Es posible. Pero no dejan de ser signos esperanzadores, como también lo son la no desaparición de las minorías, las inmensas minorías, que han defendido contra viento y marea sus creencias y verdades sencillas del cristianismo. Tampoco se han extinguido los núcleos minoritarios que han mostrado y estudiado con diligencia la complejidad de la teología católica. Y es que, como nos enseña la filosofía más agnóstica española, ser católico no es fácil…, se exigen seres racionales, muy racionales, que hagan pasar por su conciencia lo que «dicta» la fe. Ser católico, sin duda alguna, parece que es mucho más complejo que la simple secularización de los grandes ideales cristianos, que no otra cosa es la «modelnidad» de las pobres universidades españolas, y de las agencias culturales de todas las Comunidades Autónomas y, por supuesto, de eso que llaman Ministerio de Cultura. Son, en efecto, esas personas que tienen la voluntad firme de ser cristianos, e intentan mostrarlo en sus creaciones artísticas y literarias, las que están cambiando el panorama cultural. La complejidad cultural del cristianismo, o mejor dicho, la presencia del Dios cristiano, Jesucristo, en la vida pública es una genuina Epifanía. Artística y cultural. Lo que fue expulsado de mala manera del espacio público, Dios, está imponiéndose con la sencilla afirmación de sus propios oficios de directores de cine, cantantes, actores y creadores de todos los géneros… Como diría el clásico, Dios aprieta, sí, pero no ahoga. La jerarquía eclesiástica española, que tanto ha contribuido a expulsar a Dios de la vida pública con su colaboración con la casta política española, también está siendo llamada a capítulo por esta resurrección cultural y genuinamente religiosa (sic) de Dios en el arte.

Los «modelnistas» españoles, más islámicos que Erdogan el turco, aún no se han enterado, pero su única salvación vendrá por el Dios más racional de la historia de la filosofía: un Dios hecho hombre. Huelga, pues ahora, la pregunta: ¿Es Jesucristo Dios? Lo importante es la coincidencia entre la mayoría de los filósofos españoles, unos ateos y otros creyentes, acerca de que sólo el Dios del catolicismo puede frenar tanta estulticia, puerilidad y decadencia cultural. Buñuel y Bueno, por poner el ejemplo de un cineasta de peso y un gran filósofo materialista, coinciden: «Son ateos gracias a Dios»… Esos genios de sus destinos sabían bien lo que decían. Aprovéchense, pues, del «revival» cristiano en medio de la calle. Un nuevo espíritu religioso nos hace libres. Conviértanlo en algo necesario. Sean verdaderos ascetas, estoicos de verdad, hagan de la virtud, de esta nueva que traen artistas como Cuadri y otros, una necesidad. Lo otro, lo trillado, hacer de la necesidad virtud es demasiado fácil… Perseveren en la lectura y relectura de Baltasar Gracián y sus discípulos Schopenhauer y Nietzsche. No tengan miedo de ser llamados ascetas. Hagan, como el poeta Juan Ramón Jiménez, de la virtud necesidad. Persistan en ser mejores, los mejores en su oficio, al ser posible con la ayuda de Dios. Y no es ironía.

Dicen que solo en EE.UU. se fundan nuevos monasterios religiosos. Imítese en Europa. Dicen que Trump reza con su Gobierno antes de comenzar sus reuniones políticas. Imítese en Europa. Sí, sí, háganse una necesidad de la virtud. O se reza al Dios cristiano o los que rezan al otro, a Alá, nos hará desaparecer de la faz de la tierra. Por eso, y sólo por eso, no puedo dejar de ver como una necesidad grandiosa, que está barriendo las puerilidades de un grosero materialismo, los jóvenes artistas, como la cantante Rosalía, que hacen de las tradiciones cristianas materia y espíritu de su arte. ¡Maravilloso vídeo el de Rosalia-Berhain fest! Obra maestra. «Ternura para crear». Dios, lo Absoluto, el Jorismós, lo Separado, lo Absolutamente extraño a nosotros está también entrañado en el hombre. Y si no está, tendría que estarlo. Dios es necesario. Esa es la gran expresión del vídeo de Rosalía.

Y ese es también el espíritu de Te protegerán mis alas, obra maestra de Antonio Cuadri. Su mensaje es nítido: Dios está presente en la vida pública. Y si no lo está, repito, debería estarlo. Dios está en Togo y en España. En todas partes. Fue la clave de los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, silenciado durante unos años por un aficionado fanático del Boca Juniors o cómo se diga, y hoy es continuado por artistas como Cuadri. El cristiano vive, sí, en el mundo sin ser del mundo. Es fácil hallar en España, en la España de aquí y ahora, música de corte religioso, pintura sobrenatural, poesía religiosa, narrativa sobre los nuevos santos de la Iglesia, ensayos sobre el fracaso y el esplendor de Dios en el mundo… Y también hay un gran cine cristiano para todos los públicos: la película de Cuadri es su mejor representante. Basada en una novela, como todas las novelas, mitad ficción y otra parte realidad, escrita por un salesiano, esta película es, repito, para todos los públicos. La grandeza de esta obra de arte no es otra que poner en su sitio a Dios, la idea del Dios cristiano, en la sociedad española actual.

El pretexto es sencillo: lleva España a Togo a través de una comunidad de salesianos españoles y trae Togo a España. El resto es un asunto menor al lado de este bello pensamiento. Sí, toda la estética del film está al servicio de un cristianismo sencillo, o sea del cristianismo. Dios lo es todo. Lo otro, lo que hacen los hombres, es relevante, pero no tanto como lo que hace Dios… Menor es que un salesiano andaluz ofrezca su vida por crear una ciudad para dar cobijo y formación a niños peor que abandonados, condenados al sacrificio por su nacimiento, o mejor dicho, por haber muerto su madre durante su nacimiento… Menor es que la labor social de la comunidad salesiana en Togo, uno de los países más pobres del mundo, sea perseguida por los tiranos de turno… Menor es que un hombre, un cura salesiano español, se atreva a adoptar a tres niños de la calle, de Togo, y consiga para ellos la nacionalidad española… Menor es la peripecia de quien da su vida por la dignidad de los otros… Menor, sí, es todo eso comparado con la inspiración principal del director de la película: lo Santo.

¡Lo Santo! Sí. Lo Santo es una categoría que sólo y exclusivamente se da en la esfera religiosa. Sí, como nos enseñó el gran Rudolph Otto, «Santo» es más que bueno. Este más es lo numinoso. ¿Qué es lo numinoso? No lo sé con claridad, pero, si esto fuera una crítica de la película, que no lo es, porque es, simplemente, una sencilla recomendación para salir de la modorra intelectual en la que nos tiene sumida la casta política española, no dudaría en volver a ver Te protegerán mis alas.

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