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EN EL MONASTERIO DE POBLET

Encuentran dos cabezas en el sepulcro de Jaime I El Conquistador

El equipo que trabaja en la identificación de los restos del Príncipe de Viana se ha encontrado con una sorpresa: en la tumba del Monasterio de Poblet en la que descansa el cadáver de Jaime I El Conquistador, rey de Aragón y Cataluña, hay un solo cuerpo, pero le acompañan dos cabezas. La historia de cómo pudieron llegar hasta allí ambos cráneos es un cúmulo de anécdotas digno de una novela de aventuras.

L.D.- La momia del monarca (Montpelier, 1208-Valencia, 1276), enterrado en Poblet, tiene dos cabezas, según han confirmado los investigadores que trabajan en la identificación de los restos del Príncipe de Viana. Al parecer, los dos cráneos habrían sido introducidos en la sepultura en 1837, como consecuencia de los acontecimientos producidos durante la desamortización de Mendizábal.

Durante ese año, las tumbas del monasterio tarraconense fueron profanadas, y los restos de los monarcas, religiosos y nobles que descansaban en ellas, dispersados. Fue la posterior unión de estos restos lo que provocó el extraño cambio.

Tras los sucesos de 1837, el párroco de l´Espluga de Francolí recogió los huesos en sacos, y los guardó en la sacristía todos mezclados. Unos años más tarde, en 1844, se creó la Comisión de Monumentos de la provincia de Tarragona, y se le encomendó a este organismo la recuperación de los restos de los monarcas.

El Rey más alto

Según el cronista de la época, Desclot, Jaime I El Conquistador era “un palmo más alto que los altos de su tiempo”. Por esa razón, la identificación de su cuerpo entre todos los restos que se guardaban no fue difícil. Además el cadáver conservaba el vestido del Cister, la orden a la que pertenecía el monarca en el momento de su muerte.

Pero la identificación de la cabeza no fue tan fácil: como el rey de Aragón y Cataluña había fallecido, según la “Crónica del rei En Jaume”, debido a la herida de una flecha en la sien durante el asedio a Valencia, se escogió de entre todos los cráneos uno que presentaba una cicatriz en la cabeza. Una vez recompuesto el cadáver, los restos del monarca fueron depositados en la catedral de Tarragona, donde se construyó una tumba especial para ellos.

Tras la reconstrucción de Poblet, se decidió que los restos de los Reyes de la Corona de Aragón fueran trasladados allí de nuevo. Fue entonces cuando los expertos volvieron a ver la momia de Jaime I, percatándose de que la cicatriz del cráneo era demasiado grande como para haber sido producida por una flecha que tuvo además que atravesar una armadura.

Rebuscaron entre los otros cráneos, y dieron con uno que presentaba características similares: una herida en la sien, aunque esta vez, de menor tamaño. Sin embargo no se atrevieron a cambiarlas, por lo que colocaron las dos cabezas, que han permanecido allí hasta hoy. Ahora habrá que determinar, mediante la prueba del ADN, cuál de ellas es la auténtica.

Éste no ha sido sin embargo el único descubrimiento: los expertos que estudian los restos de Poblet han averiguado además que el cuerpo que creían perteneció en su día al Príncipe de Viana podría ser en realidad el de un monje del Monasterio.

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