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Zoé Valdés

¿De qué va el debate?

Que no me hablen más de debates sobre religión y sobre situaciones sociales. El debate es sobre la libertad de expresión, sobre libertades.

Tras la masacre en Charlie Hebdo y en el mercado judío en París, después de las manifestaciones de unión entre todos los franceses y partidos políticos, han comenzado los debates televisivos sobre los suburbios, las religiones y sus libertades, o sea, la libertad de religión. Pero, francamente, ¿de qué va el debate? ¿Tan pronto olvidamos a los que han sido vilmente asesinados por defender y representar la libertad de expresión, y la libertad tout court?

Los debates sobre la infancia y las situaciones familiares de los criminales, a mi juicio, están fuera de lugar. Cuando veo a un imán defendiendo el repudio a las caricaturas y enarbolando su derecho a no estar de acuerdo porque esos dibujos hieren al profeta me retuerzo de vergüenza. En pleno siglo veintiuno no podemos seguir aceptando ese género de discurso. Porque la vida de unos hombres y mujeres y su libertad es mucho más importante que lo que pueda enervar a cualquier profeta de la religión que sea. De lo que se trata es de condenar el crimen, y no de seguir condenando la libertad de expresión en nombre del fanatismo y del oscurantismo.

En cuanto a la justificación, tan obvia, de que los asesinos tuvieron infancias desfavorecidas y esa es la causa por la que se convirtieron en yihadistas, tampoco puedo aceptarla. Muchos franceses viven en Francia en situaciones peores y hasta ahora ninguno de ellos ha decidido convertirse en un asesino. Los hermanos Kouachi, los asesinos de Charlie Hebdo, ni siquiera vivieron en los suburbios, residían en el barrio 10, eso sí, eran huérfanos. Bueno, conozco a unos cuantos huérfanos que en lugar de devenir criminales hicieron brillantes carreras de doctores, de abogados, y ahí están felices con sus vidas de éxito.

Lo que estos fanáticos no dicen y no admiten es la gran culpabilidad que ellos tienen, al no condenar como se debe estos actos, al sostener un discurso violento en contra de la libertad de expresión. Charlie Hebdo fue perseguido por estos fanáticos islamistas, perseguido en justicia, y perseguido y amenazado hasta la muerte. ¿Quiénes tienen la culpa original? Los que han sostenido durante todos estos años una posición de odio en contra del trabajo de los caricaturistas, y ese odio lo inocularon a través de sus oraciones en las mentes de estos jóvenes fanatizados y enloquecidos por el dinero. Porque el dinero juega un papel importante. Muchos de esos muchachos que hoy parten a Siria a hacer la yihad, y que se entrenan incluso en los parques de París, se van con la promesa de que serán bien remunerados y recibirán recompensas, si no ellos al menos sus familiares.

Entonces, que no me hablen más de debates sobre religión y sobre situaciones sociales, que no es ni el momento ni el lugar. El debate es sobre la libertad de expresión, sobre libertades. El debate es sobre la paz y los derechos humanos.

En cuanto al papa Francisco y la cuchareta amarga que metió en este debate cuando dijo que al que le insultan a la madre está en el derecho de responder con un porrazo, pues vamos, será mejor que este señor se calle de una vez, porque a lo que está incitando es a los criminales a seguir asesinando. Y que se entere de una vez de que el humor no es un insulto. Insulto es el oscurantismo religioso.

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