
"Orwellismo ha llegado a significar, gracias a la inmensa popularidad de 1984, la manipulación y el falseamiento de la realidad por un régimen totalitario (...). Pero hay otra forma de orwellismo en lo que se refiere a la guerra de España, y es el rapto del Orwell maduro por el joven, del liberal por el rojo, del anticomunista que recordamos por el comunista que intentamos olvidar". Antes de labrar su prestigio, gracias a sus críticas audaces contra los totalitarismos, George Orwell luchó en la guerra civil española. Lo hizo "sirviendo en algo llamado POUM", movido por sus ideas comunistas. Y fruto de aquella experiencia acabó publicando un libro titulado Homenaje a Cataluña. Federico Jiménez Losantos, en su Memoria del comunismo (La Esfera de Los Libros), le dedica un capítulo, precisamente, al escritor británico, y a las falsas ideas acerca de la guerra que ayudó a difundir en aquellos años de juventud.
Porque aunque a Orwell, comenta Jiménez Losantos, "le molesta disimular lo políticamente inconveniente" de las acciones de los republicanos durante el conflicto, y aunque demuestra poseer un espíritu crítico, que fue probablemente el que le ayudó a renegar, tiempo después, de todas esas ideas, también es cierto que forma parte de un grupo de extranjeros que "no dejan de escribir sobre un país del que lo desconocen todo", y al que se aproximó siempre desde la perspectiva de un bando, sin demostrar nunca querer profundizar en la del otro. Acomodado en esa postura peligrosa escribió su Homenaje, hoy reconocido más por el prestigio que cosechó su autor con otros textos que por su brillantez particular.
De esa manera, Orwell difundió ideas como aquella que dejó escrita: "Franco no era estrictamente comparable a Hitler o Mussolini. Su alzamiento era un motín militar apoyado en la aristocracia y la iglesia, y, sobre todo al principio, era una intentona no tanto de imponer el fascismo como de restaurar el feudalismo", que lo único que consiguieron fue agitar la Leyenda Negra española por Europa. Pero sobre todo contribuyó, con una dialéctica particular, a la salvación ideológica del comunismo, como explica el hecho de que el historiador francés François Furet se atreva a decir: "En el campo republicano, hemos visto, se encuentra, desgajado del tiempo, todo el repertorio del romanticismo revolucionario europeo, Bakunin y Marx, Sorel y Lenin: (...). A ese universo brillante pero fraccionado por la emulación de las ideas y la rivalidad de los hombres, Franco confiere con su golpe de Estado la apariencia de unidad: porque le deja todo el espacio de la democracia, colocado bajo la amenaza de una dictadura militar". O lo que es lo mismo, en palabras del propio Jiménez Losantos, "asumir el protectorado de Stalin sobre el concepto de democracia. (...), cuando contra lo que se revelan los blancos, rusos y españoles, es contra la democracia según Lenin y Stalin, es decir, contra la dictadura comunista".
