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La levitación insólita, por testificada, del fraile volador San José de Cupertino

"La elevación espontánea" es un fenómeno presente en los éxtasis, tanto divinos como diabólicos.

"La elevación espontánea" es un fenómeno presente en los éxtasis, tanto divinos como diabólicos.
San José de Cupertino levitando. | Wikipedia

Para los descreídos, que siempre han, hemos, sido muchos y variados, cualquier fenómeno no ajustado a las leyes conocidas de la ciencia aceptada en cada momento y a las explicaciones racionales, es sospechoso. A veces es la ciencia misma la que da un pase de pecho y corona una faena de siglos, pero no como se esperaba. Por ejemplo, el vuelo. Se creía que el hombre podría volar si conseguía que su artefacto interpuesto pesara menos que el aire. Pero no fue así sino al revés y por otras causas.

Tras numerosos intentos con los globos de gas que suben, bajan y el viento hace desplazarse, que no volar, la solución del problema del vuelo estuvo en los aviones, mucho más pesados, con toneladas de combustible, de materiales metálicos o plásticos y de pasajeros. Leonardo no hubiera imaginado tal solución a pesar de que las aves, más pesadas que el aire, podían volar combinándolo hábilmente con la fuerza y orientación de sus alas.

Calcinados este verano de tórridas acometidas, achicharrados además por un verano político africano en demasiados sentidos, bueno será buscar alguna sorpresa que nos reconforte ante tanta inmisericordia. Por eso, la levitación, algo que puede ser increíble para los creyentes en la Ley de la Gravedad (que nadie sabe lo que es realmente, aunque podamos medirla) e incluso para los olvidados clásicos griegos, para los que el lugar natural de los cuerpos humanos es el suelo, puede tener su aquel.

La levitación, "la elevación espontánea, mantenimiento o desplazamiento en el aire del cuerpo humano sin apoyo alguno y sin causa natural visible" [I], es un fenómeno presente en los éxtasis, tanto divinos como diabólicos (véase entre éstos el de Simón el Mago [II], por ejemplo). Hay muchos cuadros que se hicieron eco de este fenómeno. Entre otros, Zurbarán pintó la levitación de san Francisco, Goya pintó el éxtasis de San Antonio Abad y bocetó la levitación de sus brujas.

"Se han dado multitud de casos en las vidas de los santos. Los principales son los de San Francisco de Asís, Santa Catalina de Sena, San Felipe Neri, San Pedro de Alcántara, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Francisco Javier, Santo Tomás de Villanueva, San Pablo de la Cruz y, sobre todo, San José de Cupertino, que es, sin disputa, el primero de todos en esta manifestación extraordinaria de lo sobrenatural. En su proceso de canonización se registran más de setenta casos de levitación ocurridos sólo en la villa de Cupertino o sus alrededores; el número total fue muchísimo mayor." [III]

Sobre el santo italiano, se han escrito muchísimos libros, hay comics e incluso se produjo una películas, bien famosa, en 1962. Fue protagonizada por Maximiliam Schell y Ricardo Montalbán y llevó por título en castellano El hombre que no quería ser santo.

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Lourdes o en el despacho del hipnotizador

Aldous Huxley, que no era ágrafo en ciencia, en su Filosofía perenne, idea que tomó prestada del gran Gottfried Wilhelm Leibniz, dijo que hay "ocurrencias tales como la curación por la fe y la levitación". Y añadió que eran "ocurrencias supranormalmente extrañas, mas, sin embargo, apoyadas por montones de testimonios que es difícil descontar completamente. Ignoramos cómo la fe cura enfermedades (sea en Lourdes o en el despacho del hipnotizador) o cómo San José de Cupertino pudo prescindir de las leyes de la gravitación." O sea, que lo creía posible.

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Comic sobre San José de Cupertino

¿A qué testimonios se refería? Y ahí es donde comienza la estupefacción porque uno de los que se asegura fueron a observar el vuelo del franciscano de Cupertino fue el propio Leibniz, un pensador plural, matemático, científico y filósofo de reconocido prestigio internacional que pleiteó con Isaac Newton por la invención del cálculo infinitesimal. Precisamente es su notación la que conservamos hasta el día de hoy.

En la famosa Encyclopedia of the Unexplained; Magic, Occultism and Parapsychology, reunida por Richard Cavendish y publicada en Nueva York, McGraw-Hill, 1974, se decía que "Parece que es posible, contra la ley de la gravitación, permanecer suspendido en el aire, como ocurre en el caso de la levitación, en virtud de la cual una persona se eleva en el aire y flota por encima del nivel del suelo....El caso de San José de Cupertino (que murió en 1663) es el mejor confirmado en la literatura cristiana".

Y añade:

"Sus levitaciones fueron presenciadas por toda una hueste de personajes eminentes, reyes, prelados y profesores, entre ellos el filósofo Leibniz. El duque de Brunswick, protestante, quedó tan impresionado con el milagro que vieron sus ojos que se convirtió al catolicismo romano".

Pensar que el gran Leibniz, uno de los eruditos enciclopédicos y sabios más reconocidos y sobre cuya obra nuestro Ortega defendió su tesis doctoral (La idea de principio en Leibniz), hubiera presenciado uno de los episodios del "fraile volador" italiano, deja perplejo a cualquiera. Cuando repiten tal afirmación los autores de vidas de los santos e incluso teólogos muy respetados, es natural que se sienta curiosidad por si el pensador dejó constancia de aquella experiencia. Pero el silencio de Leibniz – nada hemos encontrado sobre el asunto en sus obras - respecto al insólito acontecimiento hacía sospechar.

La presencia de Leibniz

La presencia de Leibniz en los vuelos antigravitatorios del fraile italiano fue destacada por algunos autores desde 1975, pero ninguno de ellos aportaba referencia de sus fuentes. Un artículo de publicado por Bob Rickard, en Fortean Times, El mundo de los fenómenos extraños,
número 403 de 2021, desangeló con precisión la tesis de que tan relevante testigo hubiera podido estar presente.

Desde luego, Leibniz tuvo que conocer dicho vuelo porque sirvió a la Casa de Brunswick - Hannover como historiador, consejero político y como bibliotecario de la Biblioteca Ducal. Precisamente uno de esos duques, Juan (o Enrique) Federico de Brunswick presenció uno de los vuelos del santo en Asís en 1651.

Pero Leibniz nació en 1646 y sólo tenía cinco años. Ni siquiera estaba al servicio del duque, a quien se dice en muchas biografías acríticas que acompañó en el viaje. Es más, cuando murió el santo en 1663, el pensador sólo tenía 17 años. Tampoco entonces parece posible su asistencia. Lástima que los hechos estropeen una gran historia.

Leibniz sabía, naturalmente, que la levitación implicaba la suspensión de la ley de la gravedad pero siempre desconfió del carácter misterioso de la gravitación newtoniana. En sus escritos filosóficos, guarda distancias cuando dice: "Puede al menos saberse, de antemano, sobre la base de las leyes subalternas de la naturaleza, que si la ley de la gravedad no es suspendida por milagro, se efectúa la caída.." La gravedad no era para el filósofo "esencial a la materia". [IV]

Sin embargo, hubo muchos otros testimonios relevantes que certificaron las evoluciones aéreas del santo volador. Hasta tal punto fueron importantes y numerosos los testigos que incluso hoy, agosto de 2023, muy pocos dudan de que aquellos vuelos extáticos tuvieran lugar. Ni la investigación de la Iglesia, necesaria para la canonización del santo, ni la Inquisición italiana, que lo persiguió, pudieron echar abajo las evidencias y, tras más de cien años de pesquisas, fue elevado a los altares en 1767.

Su abogado del diablo fue nada menos que el después Papa, Benedicto XIV. Su proceso de beatificación se desarrolló en ocho procesos en distintos lugares: dos en Nardo (1664-1666), tres en Asís (1666-1669), uno en Roma y dos en Ósimo (1664-1668). Se presentaron 115 testigos eclesiásticos o religiosos a declarar, más 60 seglares.

Algunos de los que afirmaron presenciar el milagro antigravitatorio, eran muy relevantes. Ya hemos citado el caso del tercer hijo del duque de Sajonia, Juan Federico de Brunswick, protestante y protector de Leibniz hasta 1679, del que se afirmó que, tras ver volar al santo, se convirtió al catolicismo, tomo el cordón de San Francisco y fue amigo del fraile hasta su muerte.

Cuenta el padre Ángel Peña, en su biografía del franciscano, que, durante una estancia en Roma, lo presentaron personalmente al Papa Urbano VIII y "en el momento de besarle los pies, al considerar que el Papa era el Vicario de Cristo, se elevó por los aires y así estuvo hasta que el padre general lo llamó a volver en sí".

El cardenal Lauria manifestó:

"Yo lo he visto muchas veces en vuelos extáticos. Hay algunos cardenales y gente de Italia y de fuera de Italia que lo han visto también. El Papa Inocencio XI lo vio en éxtasis en Asís (antes de ser Papa)".

No podía faltar España, entonces bien presente en Italia, a este prodigio. Se lee en los Archivos Secretos del Vaticano que "el jueves 7 de junio de 1646 vino de Roma a Asís el almirante de Castilla, virrey de Nápoles, Juan Alfonso Enríquez de Cabrera. Quería ver al siervo de Dios y el Superior lo llevó a su celda."

Allí fue testigo de un éxtasis y luego, en la Iglesia, vio cómo "se elevó hasta el altar y de allí al cuadro de la Virgen, y de allí regresó al altar, estando largo rato en éxtasis. Al volver en sí, sin hablar con nadie, se regresó a su celda como avergonzado y las señoras quedaron muy edificadas[1]. Fue un ascenso de 20 metros de altura. Se ha escrito que del fenómeno envió un informe a Felipe IV, que no he logrado encontrar en una búsqueda no exhaustiva. Arrobamiento llamó a su vuelo Adolfo Bioy Casares.

Archivo Secreto Vaticano

Muchos de los testimonios sobre su vida y sus circunstancias sorprendentes son conocidos por los tres libros de diarios escritos por su amigo y confidente, el abad Rosmi (I tre Diari dell´abate Rosmi su san Giuseppe da Copertino). Otra fuente esencial es el citado Archivo Secreto Vaticano de la Sagrada Congregación de Ritos en los Nºs 2037-2045. Y, desde luego, el Processo per la beatificazione e canonizzazione del servo di Dio fra Giuseppe da Copertino, publicado por Panico Editore, Galatina, 2004 [V].

Además de levitar, San José de Cupertino, el "boquiabierta" de la infancia y el más torpe de los frailes (por eso es patrono de los estudiantes, de los aviadores y de los cosmonautas), tenía otros dones como el de la bilocación – estar en más de un lugar al mismo tiempo -, y emanar una fragancia peculiar conocida como "perfume sobrenatural". Valga lo antedicho para mostrar lo insólito de la figura de este santo del que dijo el papa san Juan Pablo II que "está espiritualmente cerca de los hombres de nuestro tiempo"… "aun siendo ignorante de lengua y cojo de caligrafía" y que, sin embargo, superó las pruebas para ser fraile franciscano.

A pesar del descreimiento animoso, no es sencillo ignorar que algo tuvieron que ver tantos testigos. Tampoco es para extrañarse que los "vuelos extáticos" hayan sido aprovechados por la literatura. Véase, por ejemplo, Gabriel García Márquez. Es más, es que en la actual coyuntura del conocimiento científico, con la levitación magnética en alza y la cuántica rodando, ¿quién se atreve a negar que fuera posible, de algún modo, el vuelo del San José de Cupertino? Insólito, si, pero…


[I] Teología de la perfección cristiana, Royo Marín, Fr. Antonio – BAC, pág. 857

[II] Simón el Mago desafió a San Pedro, al que quiso sobornar, con una levitación mágica que, desbaratada por la oración, fue causa de su caída y muerte.

[III] Id. pág. 857

[IV] Escritos Filosóficos, edición de Ezequiel de Olaso, ed. Charcas, Buenos Aires, 1982, pág. 333, 633. En su Teodicea, "Discurso sobre la conformidad de la fe con la razón", 3, dice: "Dios puede, haciendo un milagro, dispensar a las criaturas de las leyes que les ha prescrito, y producir en las mismas lo que su naturaleza no consiente".

[V] Todas las fuentes son utilizadas y citadas por el Padre Peña.

En Cultura

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