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Iglesias, Errejón y Montero lloran a Toni Negri, el filósofo que justificaba la supresión del otro

Fue un "maestro malvado", apóstol de la violencia, enemigo de la democracia representativa y de la civilización ilustrada basada en la paz y la justicia de los intercambios libres en sistema de mercado y de elecciones políticas libres.

Fue un "maestro malvado", apóstol de la violencia, enemigo de la democracia representativa y de la civilización ilustrada basada en la paz y la justicia de los intercambios libres en sistema de mercado y de elecciones políticas libres.
Antonio Negri | Wikipedia

Ha fallecido Antonio Negri y las redes de la ultraizquierda se han llenado de cantos de alabanza al pensador italiano. Negri fue uno de los más destacados intelectuales durante los años de plomo de las bandas terroristas marxistas que asolaron Europa en los años 60 y 70, de las Brigadas Rojas a la Baader-Meinhof pasando por ETA. Negri defendió que la nueva revolución de extrema izquierda debería pasar por una alianza entre los antiguos proletarios y los nuevos estudiantes. Todos ellos unidos por la violencia como la que Marx reivindica al final del Manifiesto comunista. Precisamente en su obra Marx después de Marx escribía Negri

"La violencia proletaria es un elemento esencial de la dinámica comunista. Suprimir la violencia de este proceso sólo puede entregarlo al capital. La violencia es una primera, inmediata y vigorosa afirmación de la necesidad del comunismo".

Sus admiradores en la ultraizquierda se refieren a él como "cattivo maestro", mal profesor o maestro malvado. Pretenden ser irónicos. Pero, como Heidegger en la derecha, fue literalmente un "cattivo maestro" en cuanto que apóstol de la violencia, enemigo de la democracia representativa y de la civilización ilustrada basada en la paz y la justicia de los intercambios libres en sistema de mercado y de elecciones políticas libres.

Irene Montero lo celebra como "uno de los exponentes más notables del marxismo y el comunismo herético". Si por herético se refiere a la apología de la violencia, debería ser más un comunista ortodoxo. Errejón habla de "un militante que hacía un trabajo intelectual, un intelectual que ponía el cuerpo". Aunque más bien ponía el cuerpo de los demás, como evidencia que predicase la violencia política y fuese condenado por dirigir grupos de extrema izquierda al estilo de los que se organizaban como "Autonomia operaia organizzata". La condena fue de 30 años que luego, tras fugarse a Francia (en la tierra de Sartre y Foucault justificaban más fácilmente el terrorismo aplaudido en la rive gauche), fueron reducidos a 12. Zapatero o Sánchez los habrían indultado. "Uno di noi" habrían dicho.

Líder de la organización de extrema izquierda Potere operaio

Como en el caso del nazi Heidegger es innegable su talla intelectual del comunista Negri. No al mismo nivel que el del alemán, pero sí muy influyente en nuestro entorno hispanoamericano. Se pueden apreciar restos de su retórica oscura y churrigueresca en Errejón cuando perora sobre "núcleos irradiantes" y "sectores aliados laterales". Aunque afortunadamente el político español de ultraizquierda ha cambiado las armas revolucionarias para la liberación de los pueblos por los sueldos funcionariales dentro del aparato burocrático capitalista y burgués. Gran especialista en Baruch Spinoza, Negri tuvo un renacer intelectual con su bestseller Imperio, coescrito con su colega estadounidense Michael Hardt (2002).

Activista desde muy joven en el ámbito de la Juventud de Acción Católica, fue expulsado de la organización cristiana enfrentado a los más tradicionalistas preconciliares. Transitó hacia el socialismo, pero rápidamente se radicalizó en la revista Quaderni Rossi, obrerista y revolucionaria, partidaria del sindicalismo más agresivo. Frente a los reformistas (como el también filósofo Massimo Cacciari), Negri quería una ruptura total con el sistema democrático y capitalista. En La forma-Estado (Akal, 2003) defenderá que

"La democracia es un término decrépito y puramente mistificador"

Desde su posición como profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de Padua, convertida como la Complutense actualmente en una secta de adoctrinamiento y sectarismo alejado de los principios académicos clásicos, Negri se convirtió en el líder de la extrema izquierda encarnada en la organización Potere operaio a través de la fascinación que ejercía sobre sus estudiantes siguiendo el modelo de mentor carismático que ejerce de guía espiritual y mesías utópico. Errejón lo describe como "el cattivo maestro que nos inflamó la imaginación, que nos hizo pensar en todas sus etapas", que lo mismo serviría para el flautista de Hamelín que para Adolf Hitler. Negri comenzó aquí a extender el sujeto revolucionario del proletariado al "obrero social", una categoría que engloba a todos los que se consideran vulnerables dentro del sistema liberal democrático-capitalista. En primer lugar, fueron los estudiantes; en los últimos tiempos han tratado de meter dentro de la clase revolucionaria a mujeres, negros, musulmanes, gays… encontrándose, claro, con que muchas mujeres, negros, musulmanes, gays… se niegan a ser manipulados e instrumentalizados siendo reducidos a una categoría tan abstracta como simplista.

Justifica la supresión del otro

Hasta aquí, el habitual discurso maníaco-paranoico de la ultraizquierda marxista, entre el odio social y la intolerancia política. El problema es que Negri defendió una lucha frontal contra el Estado y sus representantes, supuestas marionetas todas ellas del malvado capitalismo, del presidente de la República a los sindicatos oficiales. Donde la palabra "lucha" hay que interpretarse literalmente y con medios armados. En su retorcida retórica justifica la supresión del otro, la exclusión del adversario, el antagonismo como ley política. Recordemos que en la dialéctica marxista, la superación es sinónimo de aniquilación.

"El capital fijo se opone como enemigo a la subjetividad de los trabajadores. La tensión está en el nivel máximo, se vuelve la base teórica de una lucha en la que cada uno de los adversarios suprime al otro. La contradicción, que al principio sólo aparece como posibilidad, ha mostrado su realidad, hasta el punto de transformarse en antagonismo. Los términos del antagonismo, endurecidos por la expectativa de la violencia, poseen en adelante, como su base, la exclusión del adversario."

Se suele repetir el cliché de que las ideas no delinquen. Gente que no ha leído Cómo hacer cosas con palabras de John Austin. Porque las palabras y las ideas de Negri condujeron a que los discípulos de Autonomía operaia (AO) protagonizasen agresiones, saqueos, intimidaciones (lo que Pablo Iglesias llevaría a la práctica contra Rosa Díaz en la "Complu" bajo la forma de "escrache") y demás atentados contra las personas y sus propiedades en nombre de la "expropiacón proletaria" (recuerden a Hugo Chávez y su paseo expropiatorio).

En 1979, el juez Pietro Calogero, que había incriminado a los terroristas neofascitas de Franco Fredda, hizo detener a la cúpula intelectual de AO, entre ellos Toni Negri por conspirar a través de una insurrección armada contra el Estado. El politólogo huyó a la Francia de Mitterrand, de donde retornó en 1997, cumpliendo lo que le quedaba de condena en semilibertad. Había sido recibido con los abrazos abiertos por Francesco Cossiga, que se había opuesto a la ilegalización de Herri Batasuna en España y mostrado complicidad hacia ETA.

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La vuelta de Negri a Italia coincidió con un renacer de la ultraizquierda en una faceta combativa, aunque con la violencia disminuida (pero no del todo eliminada). Se convirtió en un referente de los movimientos antiglobalización y en 2000 publicó el citado Imperio, una obra muy estimable en la que analiza cómo los factores de poder se han internacionalizado más allá, y por debajo, de las naciones y las organizaciones de cara al público. Esa tesis, que el siglo xxi va a ser el siglo de imperios más bien que de naciones-estado, sí que se la compro. Desafía al liberalismo, que como ideología es la gran defensora de la globalización, a pensar formas de evitar que la misma la parasiten evoluciones no deseadas hacia la formación de grandes poderes autoritarios, como está sucediendo. La pregunta que se hacía Negri interpela en especial a los liberales: como controlar los nuevos poderes que tratan de dominar directamente la naturaleza humana para hacerla servir a sus intereses espurios, así como abrir nuevas posibilidades a las fuerzas de liberación individuales y colectivas.

Su última gran obra es una autobiografía en tres tomos, una especie de autoficción que aspira a la autojustificación. En cualquier caso, Negri queda como un referente de un "cattivo maestro" tanto para sus discípulos como para sus adversarios intelectuales. También como una advertencia de la delgada línea roja que suele separar a la civilización de la barbarie y las letras de las armas.

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