Fernando Giráldez, neurocientífico de renombre, ha pasado meses recorriendo los pasillos del Museo del Prado, pero con una perspectiva única: no observa las obras de arte como el público común. En lugar de limitarse a ver los cuadros, Giráldez es capaz de identificar lo que ocurre en el cerebro de los visitantes al contemplarlos.
En su libro ‘Un neurocientífico en el Museo del Prado’, Giráldez explica cómo ciertas obras, como el enigmático Jardín de las Delicias de Hieronymus Bosch, son irresistibles para nuestra mente. El neurocientífico compara a los grandes pintores del museo con ilusionistas, cuyos cuadros juegan con la percepción visual y la mente humana de formas sorprendentes.
Según Giráldez, los artistas no solo crean imágenes, sino que, de manera casi científica, manipulan la forma en que el cerebro procesa lo que vemos. A lo largo de su recorrido por el Prado, nos invita a descubrir que no es solo el ojo el que observa, sino el cerebro el que interpreta y reacciona ante lo que vemos, una fascinante revelación que pone de manifiesto la conexión entre el arte y la neurociencia.

