
Las funciones de Diego de Velázquez dentro de la corte española superan las esperadas para un pintor. El artista sevillano viajó a Roma, entre 1649 y 1651, como intermediario cultural entre España e Italia. A su nombre se dispusieron varios encargos para distintos enclaves. Los documentos que acreditan estas labores pueden verse en España hasta el 9 de febrero gracias al proyecto Nel segno del genio. Velázquez en los documentos del Archivio di Stato di Roma.
La Galería de las Colecciones Reales expone, temporalmente, el contrato firmado por Velázquez el 13 de diciembre de 1649 para realizar copias en bronce de tres esculturas de colecciones italianas, con instrucciones muy detalladas que reflejan el perfeccionismo del artista. Las esculturas, llamadas Germanico, Discóbolo Vitelleschi y Sátiro Caetani, decoraron la Sala Octogonal del antiguo Alcázar de Madrid y ahora pueden verse en el Salón del Trono y el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid.
Este encargo se completó después con los doce leones en bronce dorado de Matteo Bonuccelli, un contrato que se expone en el Museo del Prado. Este trabajo sirvió de soporte a seis tableros de pórfido destinados a adornar el Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid, como se puede ver en el retrato de Carlos II de Juan Carreño de Miranda. Con el tiempo, varios de estos leones se utilizaron para sustentar los tableros de mesas de piedras duras expuestos hoy en la Galería Central del Museo.
La pinacoteca madrileña exhibe, acompañando ese documento, tres contratos adicionales de su propio archivo.
La Real Academia de San Fernando, por su parte, exhibe el manuscrito firmado por Velázquez y el escultor Orazio Albrizio el 26 de abril de 1650 para realizar en yeso tres esculturas ubicadas entonces en el Cortile del Belvedere: Nilo, Apolo y Antinoo. El texto del contrato contiene instrucciones precisas sobre la técnica que debe adoptarse para realizar los vaciados y sobre la elección de la materia prima, que debe ser extremadamente pura.

