Que Liam Neeson haya restituido su estatus como estrella ejerciendo de padre vengador en ya casi una decena de películas no debe llamar al menosprecio a Venganza bajo cero, remake del original noruego Uno tras otro (protagonizada por el también famoso Stellan Skarsgård) que, si la pereza nos invadiera, podríamos definir como "Liam Neeson visita Fargo de los hermanos Coen".
La película que de nuevo dirige Hans Petter Moland compagina las obligaciones contraídas por estrella y su título español (el original, Cold Pursuit, tampoco es un dechado de originalidad) con una importante dosis de comedia negra y relato criminal que, efectivamente, la distancian hasta cierto punto del "actioner" formulario.
Casi podríamos decir que la película socava con suficiente ironía y mala leche esa cualidad de figura mítica de implacable asesino adquirida por Neeson en la trilogía Taken al tiempo que otorga contornos alucinados, un punto chiflados, a la odisea de "padre vengador", sin tampoco obviar sus satisfactorios lugares comunes: titoreos, apuñalamientos y un par de persecuciones resueltas con oficio.
Venganza bajo cero narra, de nuevo, el devenir de un padre que entretiene el luto por el asesinato de su hijo dando matarile todos los matones de la ciudad. Pero una vez finiquitado ese primer acto, la película de Moland compagina esa deriva moral tan grata para el público (y tomada con saludable cachondeo: ver con qué tranquilidad desaparece de escena el personaje de Laura Dern) con una guerra de bandas donde desarrolla todo su potencial de oscuridad tanto en forma como en fondo, y siempre de manera entretenida.
Moland se permite unas cuantas elipsis atrevidas, jugando con las expectativas del público, mientras Neeson no tiene inconveniente en ceder minutos de protagonismo a un buen elenco de secundarios (bienvenido de nuevo William Forsythe). Venganza bajo cero cumple con aquellos que esperan un thriller "a lo Liam Neeson" como aquellos que buscan un título con algo más.