
Concebida inicialmente para la plataforma de streaming de Paramount, la nueva versión de Chicas Malas actualiza el relato original de instituto de Tina Fey -un pequeño gran hito en su género que lanzó a Lindsay Lohan y Rachel McAdams- como adaptación del musical de Broadway al que, ojo, dio pie la primera película. El resultado es un remake con canciones que sigue a pies juntillas el devenir del original pero adolece, quizá, del potencial carisma de aquellas estrellas originales.
Un defecto menor que la película compensa -como también su poco ambiciosa factura visual, el otro de sus grandes defectos- con la rapidez intrínseca y energía cómica de la pluma de Fey, que aquí repite como actriz en un pequeño papel que contiene al menos un par de gags a costa de los propios musicales bastante memorables.
Chicas Malas aparenta ser una actualización válida en términos de diversidad étnica y de género, pero esconde también unos cuantos navajazos a la generación del TikTok que preservan la doble lectura del relato. La manera, además, de "vender" el musical mediante cambios de formato que refuerzan la irrealidad de las canciones, está utilizado con una fuerza creativa que ya quisieran para sí títulos del género nominados a los Oscar.
Es una pena el escaso nivel de la dirección de Samantha Jayne y Arturo Perez Jr., que por contener un par de planos secuencia interesantes y lograr sostener el verbo del libreto de Fey no salva los muebles en ese aspecto. Lo que sí merece la pena, y la merece bastante, es algún descubrimiento de su reparto y su forma borde de incorporar moraleja, en el filo de lo convencional pero conservando esa impertinencia de cuando John Hughes se sacaba de la manga obras maestras de pasillo de instituto.

