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'Cuando acecha la maldad', la película de terror argentina de la que todo el mundo habla

Cuando acecha la maldad, potente terror argentino ganador en Sitges, se estrena en cines españoles el 19 de enero.

Cuando acecha la maldad, potente terror argentino ganador en Sitges, se estrena en cines españoles el 19 de enero.
Cuando acecha la maldad. | Selecta Visión

Un poco road-movie y un mucho historieta de horror sin concesiones, Cuando acecha la maldad es una de esas películas que comienzan con la directa metida. El argentina Demián Rugna continúa la mitología de su película Aterrados con un sórdido show que ciertamente ofrece un giro salvaje al cine de posesiones, acercándolo y mucho al Amanecer de los muertos de Zack Snyder a la hora de orquestar brutales golpes de efecto capaces de, ciertamente, soliviantar y sorprender al espectador en un momento en el que casi todo el pescado del género está vendido.

Cuando acecha la maldad, que se estrena en cines españoles tras su paso por festivales como Sitges y Toronto, viene avalada por un potente boca-oreja que ahora toca consumar con su estreno comercial. Rugna realiza una película de posesiones sucia, que parte del icónico pecado de la gula de Seven para articular una huida hacia delante que plasma una desagradable visión humana y el abismo que se abre entre clases. La película evita algunos lugares comunes del género, pero el ir tan brutalmente rápido y algunos otros histrionismos de los personajes (se nota mucho la urgencia de generar gravedad y tensión, aunque sea un tanto impostada) provocan que a veces se sabotee a sí misma. Pero lo que funciona, funciona, y cuando Rugna decide que es hora de sorprender, su filme resulta radical y efectivo: no ahondaremos en ninguno de los sustos, solo diremos que cuidado con el perro.

La película del argentino recuerda un poco al ritmo incesante de ese brillante John Carpenter que fue El Príncipe de las Tinieblas, pero por culpa de esa búsqueda constante -y a diferencia de aquella- pierde sin embargo algo de su fundamento. Rugna de hecho se salta el planteamiento y, aunque lleva la película como una flecha, sacrifica (nunca mejor dicho) personajes, planteamientos y cimientos que en algún momento van a resultar necesarios para la historia. A cambio crea un clima de estrés constante, imágenes perdurables de puro horror y una constante sensación ataque que engancha... pero no fascina tanto como nos habían anunciado.

Al fin y al cabo, Cuando acecha la maldad no es tanto un filme de clase A como un excelente y bruto exploitation de zombies-poseídos. Y quizá verla desde ese punto de vista es el que convierte la película en un notable triunfo. Así, esa sensación de arbitrariedad que afecta a las decisiones de los personajes se atempera (todos, desde el comienzo, parecen conscientes de la presencia del "embichado") una vez comprendemos que la epidemia ya ha comenzado; y uno como espectador puede abandonarse a secuencias tan brutales como las de su desenlace en la escuela o lo que ocurre en el dichoso chalet mencionado un par de párrafos más arriba.

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