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'Los Tres Mosqueteros: Milady': la rabiosa actualidad del cine de aventuras de siempre

Algo más de tragedia y violencia envuelven la acción de Milady, segunda parte de Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas.

Algo más de tragedia y violencia envuelven la acción de Milady, segunda parte de Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas.
Eva Green en Mylady | DeAPlaneta

No abundan producciones tan honestas ni tan humildes, pese a chapotear en el lujo, como este, de momento, binomio sobre Los Tres Mosqueteros que se ha marcado la industria francesa y dirigido Martin Bourboulon. Milady, que continúa directamente la acción de la subtitulada D’artagnan, estrenada hace justo un año, se centra algo más en las motivaciones del personaje de la espía encarnada por Eva Green, a quien la película concede más de tiempo que en la anterior película. Bourboulon ha logrado dos obras inflexibles en sus compromisos, precisamente, con una forma de arte popular caracterizada por su responsabilidad con el público, tanto en su espíritu comercial como en su periodicidad: el folletín por entregas.

Llama la atención, por tanto, que los responsables de Los Tres Mosqueteros: Mylady no se hayan decidido por el formato más en boga en la actualidad, el de una serie de televisión, con una serie de películas para cine dispuestas a devolver al relato de aventuras clásico la gloria desaparecida, y hacerlo en esa gran pantalla que a menudo ha sido tratada como pequeña en los últimos tiempos. En ese sentido, tanto Milady como D'artagnan son dos obras imperfectas pero que triunfan en el fondo y en la forma, en las que Bourboulon demuestra la vigencia de la propuesta no tocando prácticamente nada de lo que ya conocíamos, realizando un cine fluido, quizá político e identitario, pero sin intrusiones ideológicas contemporáneas, que exige algo de atención pero a cambio no menosprecia la inteligencia del viejo espectador ni la de los nuevos, que también deberían quedar convocados.

¿Típica película de mosqueteros? Sí, pero a la vez una propuesta cinematográfica en vías de extinción. Quitando la excelente y un poco zimmeriana banda sonora de Guillaume Roussell, así como la a veces excesiva recurrencia de la cámara en mano en pos del realismo, el francés presenta una película, Milady, probablemente preñada de medios, pero que no se molesta ni lo más mínimo en vestirse de excesos contemporáneos y tampoco pide perdón por revolver en la letra escrita con el objetivo de respetar su esencia. Sus escenas de acción, bien diluidas en el conjunto, destacan esta vez sin recurrir al ya manido tropo del plano secuencia, demostrando que Bourboulon sabe adaptar cuando debe y honrar a sus precedentes haciéndolo. Lo principal es, decimos, guiar este episodio de dos horas hacia delante sin que la sensación de ver un telefilme engordado aparezca en ningún momento.

Todo en Los Tres Mosqueteros. Milady es narrativa, narrativa y narrativa. A veces confusa y algo embrollada (menos que en la primera entrega), pero siempre hacia delante, y desde luego, para nada relacionado con el apasionante y prometedor final abierto que, digámoslo ya, también presenta esta secuela. El guion maneja la decena larga de personajes sin miedo a perder de vista a los mosqueteros pero enriqueciendo a la vez un universo que tampoco se avergüenza de su espíritu patriótico, mientras todos los actores (y sí, especialmente Eva Green) dan la talla para el espectador internacional. Que esto siga por dos, tres, cuatro películas más.

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